“Es muy raro tocar ante nadie y no escuchar ningún aplauso. Hay mucha gente del otro lado. Es un recital muy distinto y muy extraño, quizás el más extraño que tengamos alguna vez. Por suerte existe, yo pensé que este año no íbamos a tocar nunca. Este 2020 era el año en el que íbamos a tocar en todos lados y pasó lo que pasó. Por suerte, gracias a la gente del Distrito Siete (D7), estamos acá tocando para un montón de gente del otro lado”, dijo Lichi dando por comenzado el show del jueves por la noche. Y sí, había mucha gente del otro lado. Los seguidores de la banda hacía varias horas que estaban hablando a través del chat habilitado para el vivo en el canal de YouTube del espacio cultural de Lagos y Córdoba.
“No me tapen que llegue cuando había 65 personas nada más”, escribió Agustín simulando el estar ahí, cuando empezó a ver que el chat se llenaba. “No le tapen a Bofe que es el cumpleaños”, recordó Maca y contó que alguien había “traído” flan. Desde que fue creado el evento en YouTube, los seguidores de Lichi empezaron a entrar, a charlar, a arriesgar con qué tema iba a empezar el show, y hasta a simular conversaciones como si estuvieran ahí, todas y todos juntos en la fría noche del jueves esperando que el D7 abriera sus puertas para poder disfrutar del concierto.
Pero estaban en sus casas, escuchando la música, viendo las imágenes y hasta haciendo un pogo virtual durante la interpretación de “Mi yo y mi mini-mi”, una de las canciones más destacadas del EP homónimo del grupo que se conoció el año pasado. También lanzaron emojis de fuego, propusieron a Lichi para el Lollapalooza 2021 y, según parece, armaron un grupo de WhatsApp para seguir en contacto.
Lo cierto es que más de 900 personas vieron en vivo el show del músico y youtuber rafaelino Lisandro Ruíz Díaz, conocido por todos como Lichi. La banda llegó temprano, sus seguidores también. En el espacio de Ovidio Lagos 790 la coyuntura incluyó barbijos, lentes empañados, alcohol en gel y protocolos de distanciamiento. La música en vivo siempre fue una excusa para el encuentro y si bien se extrañan los cuerpos presentes, los recitales online se presentan como un modo de afrontar la situación, en el mientras tanto, y quizás encuentren una forma de quedarse una vez superada la pandemia.
La transmisión comenzó a las 22.30 cuando ya había 500 personas mirando online. Lichi tocó los primeros acordes en solitario pero cuando rompió la batería de Maese, pocos minutos después, ya eran 700 las y los seguidores que estaban viendo el vivo desde Córdoba, Buenos Aires, Mendoza, Santa Cruz también de Uruguay, Colombia y Estados Unidos. El repertorio elegido incluyó temas conocidos como “El rey no sabe” y estrenos exclusivos.
Es posible imaginar la dificultad de hacer un show en vivo en estos tiempos, sin sentir la energía del público y sin aplausos al final de una canción. Pero la formación brindo un recital sólido, repleto de climas, con un buen sonido, con buenas canciones y una banda ajustada. Presentó, entre otras, “Oro” una hermosa nueva canción y la pantalla se llenó de emojis de aplausos. “Pero aplaudan en sus casas, que no es lo mismo”, dijo Lichi desde el escenario.
Estar allí y mirar el chat era como leer el pensamiento del público, o poder amplificar los comentarios que en un recital presencial se hacen por lo bajo al que se tiene al lado. “Es mi tema preferido”, pusieron varios cuando sonó “Bola de fuego gigante”, que contó con la participación de Gladyson Panther como invitado, y había quienes reconocían a este como el “mejor recital de la cuarentena”. Algunos también recordaban la “gorra virtual” ya que si bien el show era de acceso libre, la difícil situación económica que atraviesan los artistas, gestores culturales y espacios, requiere del apoyo de quienes disfrutan de sus creaciones.
“Portarse bien” también fue uno de los temas que sonaron, del mismo modo que “Sequía”, otro tema de la banda anterior del cantante, Los Usuarios. “Una canción que compuse cuando ya les había dicho a todos que era gay y me enamoré de una chica. Qué paja volver a explicar todo”, contó. “Esa historia me ayudo a olvidarme de las etiquetas”, agregó contundente mas tarde.
En el pico de casi 930 personas disfrutando del show, un número casi imposible para una versión presencial, había una ola virtual, gente “preocupada por no tirar las vallas” y quienes contaba que era raro poguear en pantuflas. En el espacio casi vacío, los músculos se tensaban conteniendo el impulso de aplaudir o saltar, o pegar un grito, para no interferir con los requerimientos técnicos del caso.
En tiempos de distanciamiento, el acercamiento es lo que algunos llamarían milagro, así sea a través de las pantallas, de emojis, de una realidad virtual que incluye la imaginación de lo que fue y de los será cuando todo esto pase. La música de Lichi pudo con eso, seguramente hubo un chat que siguió hasta las primeras horas de este viernes y algunas amistades que se gestaron entre emojis y virtualidad.
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