Una nueva invasión de mosquitos irrumpió en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores, favorecida por las lluvias y el calor de los últimos días.
Esta situación causó la preocupación de las autoridades sanitarias, ya que la especie que más abunda es el Aedes aegypti, la que transmite el dengue, por lo que se incrementaron las medidas de prevención.
En ese contexto, la Dirección General de Espacios Verdes de la Ciudad de Buenos Aires confirmó el crecimiento en la población de los mosquitos silvestres por las condiciones climáticas, de lluvia y sol, aunque aclaró que no hay una sola especie sino «más de treinta».
«El número de especies aumenta considerablemente en el Gran Buenos Aires y en la provincia, donde en total llega a más del doble. Todos vuelan y pican, y tienen formas parecidas», explicó Nicolás Schweigmann, investigador del Conicet y director del Grupo de Estudio de Mosquitos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.
El mapa de riesgo de dengue identificó en la Ciudad 5.277 manzanas con posibilidades de tener el mosquito transmisor del dengue, de las cuales 545 son las que enfrentan un mayor riesgo.
Desde el Area de Control de Plagas se trabaja para realizar las fumigaciones necesarias, a fin de paliar la molestia de los vecinos. A partir del inicio del verano, se fumigan los espacios verdes cada 15 días.
No obstante, las desinfecciones no eliminan las larvas del Aedes aegypti, un mosquito domiciliario, por lo que hay que retirar todos los recipientes que puedan juntar agua para no darle la oportunidad de reproducirse.
El ministro de Salud porteño, Jorge Lemus, señaló que la Ciudad está «absolutamente preparada tanto en la prevención como en el control epidemiológico» y en ese sentido adelantó que se intensificarán los monitoreos en las terminales de ómnibus de Retiro y de Liniers.
«Además funcionan los consultorios de casos febriles en cuatro hospitales clave: Muñiz, Tornú, Durán y Santojanni, más el especializado Ricardo Gutiérrez, y los termocicladores para diagnosticar rápidamente cualquier caso sospechoso», añadió Lemus.
Señaló que los riesgos en la Ciudad de Buenos Aires están supeditados a la evolución del la enfermedad en la zona Norte del país, y remarcó que «nuestras curvas epidemiológicas dicen que enero y febrero marcan el pico de número de casos de dengue y luego las cifras bajan a medida que desciende la temperatura».
En las últimas semanas, personal del Gobierno porteño visitó 17.000 casas de barrios humildes donde realizó tareas de concientización, especialmente en lo que se refiere a descacharrización para evitar que el agua se estanque y se convierta en un ámbito apropiado para la proliferación del mosquito.
El ministro de Ambiente y Espacio Público, Diego Santilli, precisó que su cartera instaló 210 ovitrampas, un instrumento para determinar la distribución del vector, medir la fluctuación estacional de las poblaciones y evaluar la eficacia de la aplicación de insecticidas.
Además se ordenó la remoción y compactación de todos los vehículos abandonados en la vía pública que pueden servirle al mosquito de hábitat.