Somos periodistas gráficos. Algo así como trabajar para un medio fuera de moda. ¿Alguien compra todavía el diario en papel? Es la pregunta que sigue al “¿A qué te dedicás?”. No tengo la respuesta. Tampoco la busco. En El Ciudadano escribimos y elegimos hacer un diario en papel porque es parte de nuestra identidad y de nuestra historia.
En tiempos donde prima la pantalla, las redes sociales y la inteligencia artificial ¿dónde queda la famosa mística de la prensa gráfica, de dar vuelta las páginas, de comprar el diario a la mañana, de tener el recorte de una nota particular para guardar? Serán hábitos de otra época o de quienes guardan cierta nostalgia por la tradición.
¿Pero puede la mística competir con el predominio de lo digital y el consumo en redes? No sería tan optimista. La primacía de lo digital golpea a las redacciones tradicionales y la necesidad de actualizarse se vuelve un imperativo. Hay que adaptarse a las nuevas formas del consumo de contenidos –que dejaron de ser sólo noticias– para ofrecer al usuario –ya no el mero lector– materiales de interés y de interacción. Cambiar la antigua lógica de la estructura de cajas y de tiempos de producción por información instantánea que pueda leerse desde un celular. Y a eso, sumar otro tipo de contenidos para las y los usuarios del medio.
El hecho de que El Ciudadano sea una cooperativa de trabajadoras y trabajadores nos da la posibilidad y la libertad de experimentar con nuestros propios límites sin olvidar el escenario competitivo donde pelean grandes multimedios. En esa búsqueda iniciamos un camino que llegó para quedarse. Nos capacitamos y cambiamos el paradigma desde el cual concebimos la información.
El aniversario de los 25 años coincidió con un año electoral. Fue una oportunidad. Había que cubrir las elecciones locales y provinciales de una forma diferente. Hacer algo que no haga el resto de los medios ni que ya hayamos hecho. En colaboración con la Agencia Wes y junto a un equipo de trabajo de la redacción lanzamos un producto audiovisual para las Paso: “Candidatxs Stream”. La idea fue simular un stream y una serie de preguntas del público para conocer a las y los candidatos desde un punto de vista más personal. Montamos un estudio en el subsuelo de la redacción con luces, un panel, mesa, computadoras y sillas de gamer.
Por supuesto que nos criticaron y tildaron de poco serios. Pero conocer a la persona devela al personaje y quien sabe manejarse en política sabe también aprovechar la ocasión para marcar la cancha. Cada pregunta en apariencia inocente respondía a una temática de interés para la agenda del diario. Hay quienes jugaron la respuesta de forma política y quienes optaron por responder con un perfil más bajo. Todo estaba permitido. No había condicionamientos ni censuras. El objetivo fue que cada quien pudiera mostrarse como quisiera. La recepción fue muy buena y más que duplicamos la propuesta inicial. Todas y todos querían pasar por el stream. Hay quienes habían estudiado las preguntas y quienes prefirieron improvisar, incluso al entonar alguna estrofa de su canción preferida.
Tras las Paso llegó la segunda serie de productos de cara a las generales de septiembre. Bajo la misma lógica de simular formatos de consumo masivo en redes presentamos “Candidato reacciona”. En la propuesta, cada participante expresaba su emoción ante un determinado objeto y, para cerrar, les pedimos que trajeran uno personal. Al igual que las preguntas, cada objeto fue seleccionado desde un punto de vista periodístico donde buscamos que representara, de alguna manera, una temática de interés para la agenda de la ciudad y la provincia.
Una vez más, la aceptación fue buena. Las y los candidatos se acercaron a la redacción, participaron de la propuesta y se emocionaron con los objetos personales de valor afectivo.
Pensar en imágenes en movimiento para redes implica un dinamismo que se aleja de la rigidez de la escritura en papel. Pero salir por un rato de la gráfica para “jugar” con lo audiovisual recupera el aspecto creativo del periodismo que, muchas veces encapsulado en el escritorio o en la vorágine diaria, pierde la capacidad de mirar diferente. De cerca, de lejos, de perfil. El ojo de la cámara reemplaza pero a la vez complementa al del periodista siempre dispuesto a ver más allá, a indagar, a develar.
El espíritu crítico, las ansias de saber y de narrar historias sobreviven en un periodismo que debe adaptarse a las coyunturas y a las demandas de las tecnologías y los nuevos tiempos, pero que debe conservar su curiosidad y el deseo de transformar, de alguna u otra manera y aunque sea un poquito, la realidad.