Por Luciano Tamous
En la década de los ochenta, el periodismo rosarino, conseguía la nota más deseada del país. El general Viola, venía a los estudios de Canal 3 a someterse a un reportaje. Canal 3 por aquellos años poseía una tecnología única. Tuvieron que salir corriendo a comprarle un traje claro al general. El general no quería. El siempre usó saco azul y ponerse un traje claro era una trajedia. “Pero General, el traje azul no sirve para la televisión a color, tiene que ser clarito. Quédese tranquilo que nosotros le conseguimos uno”. La proyección de imágenes sobre lienzos azules, iba a producir un hecho trágico: las imágenes se iban a proyectar también sobre el saco azul. Los posteriores mimos periodísticos, hicieron obviar al general la tragedia y el traje. Otro general bueno, que mostraba sus dientes sólo para reír. Un hombre sencillo, formado en la humildad castrense. Todos esos elementos hacían suponer que era democrático.
En marzo de 1981, Viola asumió como el segundo presidente de la dictadura. Era representante del Ejército y sabedor del descrédito del proceso de reorganización nacional.
En la Agencia Clandestina de Noticas Rodolfo Walsh en 1976, trazaba un panorama sobre la dictadura: «Desde abril, Martínez de Hoz liberó los precios, congeló los salarios, derogó la legislación laboral sancionada a lo largo de medio siglo de luchas obreras, anunció la desnacionalización de todas las empresas estatales que no guardaran directa vinculación con la defensa, preparó una ley de radicación de capitales que coloca a los inversores extranjeros en las mismas condiciones que los argentinos y suprime las trabas para la remesa de utilidades, eliminó el derecho de huelga que puede ser castigado con prisión de 10 años, anuló las preferencias impositivas y crediticias para las pequeñas y medianas empresas nacionales, despejó de gravámenes la importación de bienes que se producen en la Argentina, viajó a Estados Unidos, Europa y Japón en procura de créditos para responder a los vencimientos inmediatos de la apremiante deuda externa de 12.000 millones de dólares, firmó un acuerdo de stand by con el FMI, inició un plan de despidos de agentes estatales que creará casi un millón de nuevos desocupados sobre una población laboral activa de poco más de seis millones, elevó en cinco años la edad necesaria para jubilarse y redujo los haberes. El agudísimo cuadro recesivo, en el que la industria trabaja a menos del 50% de su capacidad y los asalariados ven reducidos sus ingresos reales a la mitad de lo que valían en 1960. Un millón de argentinos no tienen empleos y la inflación sigue superando holgadamente a la que cualquier otro país del mundo con un índice mayor del 500% anual«. La similitud con lo que hoy vivimos, corre por cuenta de quien quiera ver la realidad.
Luego, entrados los ochenta, la estafa de los bancos con una fuga de dos mil millones de dólares. Trescientos cincuenta mil ahorristas estafados en cerca de mil millones de dólares.
Ese era el país que se ocultaba por los medios de comunicación, pero que se sentía en los bolsillos de los argentinos. La captación de depósitos en dólares, se consiguió a través de publicidades engañosas, y el mismo BIR, adquirió distintos medios de comunicación en todo el país, incluso “La Tribuna” de Rosario, desde donde se defendía.
Por esa época (a comienzo de los ochenta), aparece la Multipartidaria, integrada por los presidentes de los más importantes partidos políticos: Francisco Eduardo Cerro, por la Democracia Cristiana, Oscar Alende, por el Partido Intransigente, Deolindo Bittel, por el Partido Justicialista, Arturo Frondizi, por el Movimiento de Integración y Desarrollo, y Ricardo Balbín, por la Unión Cívica Radical. En síntesis predicaron: 1) retorno al estado de derecho y remoción de las restricciones a los derechos humanos; 2) normalización inmediata de la actividad política, sindical y estudiantil; 3) cronograma preciso para realizar las elecciones; 4) programa de emergencia económica; 5) recuperación del salario real y libre funcionamiento de las convenciones colectivas; 6) mejoramiento de la educación; y 7) libre acceso a los medios de comunicación del Estado. Este diálogo, permitió a la dictadura lavar su imagen autoritaria. El descrédito podía vencerse. Como decía Napoleón: “con las bayonetas puede hacerse cualquier cosa, menos sentarse sobre ellas”. Entonces, vista al fren y ser democráticos para la gilada. También se incorporaron interventores civiles en las provincias, municipios, provenientes de partidos políticos afines.
El 30 de marzo de 1982, bajo la consigna “paz, pan y trabajo”, sucedió una marcha organizada por la CGT Brasil conducida por Ubaldini. Miles de personas en todo el país. Fuerte represión que produjo heridos, un militante asesinado en Mendoza y cientos de detenidos.
Recientemente el gobierno de los hermanos Milei, consideró que era necesario promover la multipartidaria, a guisa de calmar la pérdida de credibilidad, que crece a paso redoblado, y por ende la legitimidad que va perdiendo. Las cifras, los desconciertos, las políticas implementadas son similares a las de la dictadura. La violación a los derechos humanos, más allá de las detenciones recientes de manifestantes, puede verse en el hambre por el cual atraviesa muchedumbre de compatriotas. Jubilaciones y sueldos de hambre. Los fracasos son los mismos a los de aquella época. Tienen que ver con un plan nacido desde el corazón de una ideología impiadosa.
La idea militar de mostrarse más democráticos, sentándose a dialogar con los partidos políticos fracasó, como fracasaron los planes económicos, no para los sectores concentrados de la economía, sino para el pueblo.
Después vino la guerra por la recuperación de las islas Malvinas. Con la rendición en Puerto Argentino, muere el partido militar. La dictadura cívico militar eclesiástica, sostuvo como autocrítica que el rumbo era el acertado, pero fallaron en la implementación. Lógicamente que la autocrítica de la dictadura, se arrepentía de no haber ido más rápido con el ajuste.
De la vereda contraria a los hermanos Milei, sectores del peronismo, algunos importantes, están dando otra oportunidad a otro fracaso: el vandorismo. El “lobo”, que tallaba fuerte en la década de los sesenta, hacedor del lema “el que molesta en la fábrica, molesta en la UOM, y el que molesta en la UOM, molesta en la fábrica”, “pegar y negociar”, decidió armar la cruzada “el peronismo sin Perón”. Esta epopeya, quedó trunca.
Ahora, si bien Perón había sentenciado que el peronismo debía ser sencillo, es muy complejo para analizarlo, incluso para muchos peronistas. Perón estaba proscripto, exilado en España. Era el conductor del Movimiento. Vandor trata de mancillar su figura. En 1964, organiza su vuelta. Pero el avión, por distintas razones, fue a Rio de Janeiro y luego regresó a Madrid. Las distintas razones fueron propiciadas por este hombre: Perón no podía regresar a su patria. El poder era de quienes lo impidieron.
Desde la muerte de Perón, el peronismo quedó sin conducción. ¿Pero están seguros que sólo el peronismo quedó sin conducción? ¿Están seguros que la falta de conductor del peronismo es un tema netamente interno a ese sector político?
El peronismo pierde su conductor en 1974. Esa acefalía coincide con los años más sangrientos de nuestra historia. Recién con Menem el peronismo tiene otro conductor. Seguramente no hubiese sido tan sencillo hacer un golpe de estado al peronismo habiendo un conductor. Seguramente también no hubiese sido tan impune el proceso genocida con sus asesinatos y sus campos de concentración y su entrega de soberanía.
Tiempo después, Néstor Kirchner se convierte en el conductor del peronismo, y a su muerte, Cristina Fernández. No se trata de candidaturas, se trata de conducción. El conductor no se elige en un congreso. A ver: Perón fue reconocido como conductor por el pueblo, ni siquiera por los peronistas, incluso lo reconocieron conductor del movimiento la oligarquía argentina (reconocido pero no avalado obviamente). ¿Se alquiló un teatro, se eligieron delegados, se abrió una lista de oradores para elegir conductor del peronismo? No.
Ahora se cuestiona la conducción de Cristina Fernández. Cuando vemos que no existe una clara oposición a este gobierno, deberíamos analizar por este lado. Al existir una conducción en crisis, nadie puede capitalizar los errores de este régimen.
Pedro Sánchez, Presidente del Gobierno de España, puede capitalizar los errores de los hermanos Milei, pero la oposición argentina no. Todo se confunde: se confunde conducción con candidato, generando una situación de absoluta anarquía en las filas que deberían estar enfrentándose a este proceso de destrucción nacional. Una mezcla de cobardía, encuestas y machismo, intenta esperar que sangre más el pueblo o que la conductora reaccione a un clima de agresiones hacia ella, perpetradas por dirigentes de su propia fuerza. En la década de los ochenta, casi todas las paredes de Rosario, se encontraban pintadas con la leyenda “RUBEO CONDUCTOR”, no como una propuesta, sino como una afirmación: quienes militaban con él consideraban que era el conductor del peronismo santafesino. Algunos contestaban: dime de lo que alardeas y te diré de lo que careces. Cristina Fernández, es la conductora del peronismo, guste a quien guste. No hablo de candidatura, repito. Su conducción se encuentra cuestionada, atacada. Ella en estas circunstancias debe esperar el fracaso de los que la agreden. Se la culpa de los fracasos del peronismo. La elección de Alberto Fernández, Scioli. Ella respondió recientemente que Perón eligió a Frondizi. Le podemos agregar Lula eligió a Dilma, y se fue a la derecha ¿y qué pasó? Correa eligió a su vicepresidente Lenin Moreno como sucesor ¿y qué pasó? Evo Morales eligió a Luis Arce como su sucesor ¿y qué está pasando?
Concluyendo, la Multipartidaria, el vandorismo (salvando la distancia con su brutalidad) quieren revivirse. Lo curioso, lo alarmante, es la necesidad de dar una nuevas oportunidades a los fracasos.