El recinto de sesiones de Concejo Municipal fue el marco propicio de la primera “Jornada de debate sobre la protección de humedades en la zona de las islas del Paraná”, en el cual desde distintos sectores y diferentes visiones se hizo un análisis minucioso de la situación de las islas, donde por quemas, desmontes, cría de ganado, uso agrícola de suelos y construcción de diques y terraplenes, entre otras prácticas, en los últimos años avanzó “en forma inusitada” la contaminación, degradación y destrucción del medio ambiente único en su tipo en el mundo: el Alto Delta del Paraná. Ante ello, al término de la jornada, una de las propuestas que quedó picando es la creación de una Agencia Intermunicipal para concentrar información, control y denuncias sobre daños ambientales y más que nada por obras ilegales en lo que hasta hace poco tiempo fue un territorio virgen donde hoy no es extraño divisar topadoras y palas mecánicas.
Organizaciones y particulares ambientalistas junto con otras vinculadas con la náutica, la pesca y hasta con la fotografía y las artes plásticas vienen reclamando acciones para poner coto a los daños al ecosistema de las islas que ellos mismos vienen relevando y documentando. Ante ello el edil de Encuentro por Rosario Diego Giuliano recogió el guante y presentó un proyecto que redactó para la realización de la jornada.
La convocatoria no tuvo, en rigor, una respuesta masiva, pero sí altamente calificada: además de Giuliano y su compañero de bloque Osvaldo Miatello participaron, entre otros, el secretario de Medio Ambiente de la provincia, César Mackler; el subsecretario de Medio Ambiente de la Municipalidad de Rosario, Ricardo Bertolino; los concejales de Victoria Ceferino Tejeira, del Frente para la Victoria, y Sergio Nanavone de la Unión Cívica Radcal; sus pares Susana Pascal, Osvaldo Gauna y Gloria Romagnoli, de la ciudad de Pérez; el concejal de Arroyo Seco Gabriel Olivé; en representación del intendente de Capitán Bermúdez estuvo el coordinador del Producción Guillermo Mateucci. Y estuvieron presentes miembros del colectivo El Paraná no se Toca, representantes del Club Rosarino de Kayakistas, de la Fundación Proteger, del Club Náutico de Rosario, de la Fundación Metropolitana y el periodista Sergio Rinaldi. La apertura de la jornada quedó en manos del biólogo Roberto Bo, docente de la Maestría de Ciencias Naturales de la Universidad de Buenos Aires y el abogado Diego Rodríguez, director ejecutivo de la Fundación M’Biguá, con sede en Paraná.
Proteger y servir
El objetivo del encuentro era “concientizar sobre la preservación del equilibrio ambiental del área y encontrar soluciones conjuntas con los concejales de Rosario y de Victoria para frenar la alteración de los humedales y sus consecuencias”, según había marcado Giuliano. Así, buena parte de la jornada se destinó a que distintos actores expusieran sobre una problemática que, lejos de menguar, va en aumento y que afecta gravemente a especies vegetales autóctonas, aves y mamíferos de la costa y la zona de islas, y por contaminación y destrucción de hábitat hasta a los peces, cuyos pasos están siendo bloqueados, presuntamente para secar riachos, arroyos y lagunas para ruralizar áreas que no son tales.
“La explotación ganadera, agropecuaria y arrocera está modificando el curso del agua y afectando un sector de nuestra costa. El accionar irresponsable sobre los humedales a través de movimientos de suelos clandestinos, la obstrucción de cursos de agua y la quema de pastizales hacen peligrar uno de los ecosistemas más importantes con los que cuenta la región e impacta negativamente sobre los intereses sociales, ambientales y económicos de la zona”, advirtió el concejal.
En la misma línea, pero desde lo académico se expresó Bo, quien desde hace dos décadas trabaja en el área aluvial del Paraná. El biólogo desgajó el comportamiento del ecosistema en las islas, el que –dijo– se distingue y diferencia de la región pampeana. A diferencia de una zona dominada desde hace tiempo por la agricultura y la ganadería intensivas, Bo hizo hincapié en que el humedal del Paraná “atempera condiciones climáticas y colabora en la regulación geoquímica”. “El delta es joven, ya que sólo cuenta con pocos miles de años”, aclaró Bo, y subrayó “la alta diversidad ecológica y biológica de la zona, que es altamente productiva y que posee una vegetación y animales característicos”.
En ese marco el biólogo recalcó la “necesidad de conservar funciones estructurales y antrópicos de los humedales, ya que determinan su funcionamiento y permiten una mayor oferta de agua dulce filtrada por pajonales en el principal corredor industrial del país”.
En el mismo tono el secretario Mackler recalcó que “el valle aluvional de Paraná es el que presta más servicios ambientales” y marcó que por ello “hay que trabajar en su autosustentabilidad, esto es que la producción se adapte al ecosistema”. Y no al revés, como lo están haciendo los endicamientos y las quemas, que en su peor momento atacaron directamente otras producciones: se llevaron puestas, por fuego o por humo, unas 500 colmenas de abejas según estimaciones de apicultores de la zona.
Ayer, Mackler rescató la disminución de las quemas y destacó la combinación de acciones conjuntas entre los gobiernos de Santa Fe y Entre Ríos, en una coordinación que –marcó– debe mantenerse “para lograr un desarrollo sustentable” del Alto Delta.
Vigilar y castigar
Todos los participantes valoraron y destacaron la importancia del encuentro como “una experiencia nueva”. De hecho es el primer ámbito político que se constituye en Rosario para tratar una problemática que, en rigor, está bajo la jurisdicción de Entre Ríos.
Sin poner en tela de juicio ese principio una de las ideas que se barajaron es la creación de una suerte de agencia interjurisdiccional para “ayudar” a los emprendimientos productivos a cumplir con la normativa vigente.
En la convocatoria, Giuliano recordó que en 2008 se llevó adelante un acuerdo interjurisdiccional entre Santa Fe, Entre Ríos y Buenos Aires “que reconoce al Delta del Paraná como ecosistema compartido y establece parámetros para su conservación”.
Por su parte, el abogado Rodríguez, de la Fundación M’Biguá, recordó a El Ciudadano que en otras latitudes ya están funcionando espacios de colaboración entre distintos gobiernos y niveles del Estado, como en el borde costero de la Patagonia –aportan para el control de la pesca en mar abierto– o la coordinación de la cuenca Matanza-Riachuelo, que avanza –y no sin dificultades– en el saneamiento del sistema más contaminado del país.
Y su colega Victoria Dunda, que integra la ONG local El Paraná no se Toca, recordó por su parte que hoy toda denuncia sobre acciones sospechadas de ilegalidad debe realizarse en Victoria, lo que dificulta la acción en defensa del medio ambiente. De hecho, la organización –cuyos integrantes celebraron que desde el ámbito político se deje de lado la visión de los humedales como “tierras improductivas”– viene documentando la construcción de terraplenes, la deforestación y otros daños ambientales.