Parece que no sólo la televisión argentina tomó la decisión de revisar los años 90. También el cine internacional y el streaming están dispuestos a poner luz a una serie de historias que si bien son relativamente recientes pertenecen a una era donde no había ni internet ni redes sociales como pasa en el presente donde poco se puede ocultar.
En ese recorrido, la del dúo Milli Vanilli es una de las grandes historias de la música: tras vender millones de copias y cosechar un premio Grammy (el más importante de la industria), se supo que no eran ellos los que cantaban sus canciones y fueron condenados al ostracismo absoluto, con funesto final para uno de ellos. Un film, que se estrena en Europa y que en unas semanas estará en los cines argentinos, intenta contar ahora su versión de la historia.
“Se trataba de celebrar la música, de celebrar a Rob (Pilatos) y aquel tiempo juntos y también de contar la historia para que se supiera lo que nosotros sentíamos, porque la gente aún piensa que fuimos los que lo organizamos todo”, señaló a la agencia de noticias EFE en Madrid el único superviviente de la formación y coproductor de la película, Fab Morvan.
Titulada Girl You Know It’s True, como el éxito musical del que a finales de los años 90 se llegaron a vender 7 millones de copias, este artista francés reconoce su parte de responsabilidad en el escándalo, pero matiza los hechos que se contaron con el impulso y la connivencia de grandes nombres de la industria que vieron aumentar sus cuentas corrientes.
“Sí, cometimos un error, pero también nos engañaron y caímos en una trampa al firmar un contrato sin abogado, sin representante, sin nadie que nos protegiera. Éramos dos jóvenes y se aprovecharon de nosotros para quitarnos la posibilidad de cantar en un disco”, dijo Morvan, nacido en París en 1966, a la agencia EFE.
Según su versión de los publicitados hechos, se vieron atrapados por un contrato con Frank Farian, compositor y productor de las canciones de Milli Vanilli (amén de creador de los “hits” de Boney M). Fue él quien planteó que ellos fueran la imagen de un tema para el que en principio sólo iban a bailar. Entonces llegó el éxito y la rueda no paró.
“Nos sedujo aquel estilo de vida. Rob era adoptado y mis padres se habían divorciado, así que cuando de repente nos llegó todo ese amor de los fans, se volvió adictivo”, dijo Morvan sobre esa etapa en la que resultaron imparables no sólo por sus canciones, también por su imagen icónica con rastas y sus coreografías.
Salvo por Michael Jackson, en la música pop americana de aquel entonces no había artistas negros, dado que sus canciones se redirigían automáticamente a un tipo de radios específicas. “Por alguna razón, al público blanco le encantó Milli Vanilli, quizás porque parecíamos exóticos y nos convertimos en hijos de MTV”, recordó el ex músico.
Morvan insistió que, como se ve en la película, no dejaban de sentirse a la vez mortificados por no ser quienes ponían la voz a los temas: “Nuestro sueño era convertirnos en cantantes y autores y nos sentíamos culpables día tras día. Por eso, cuando actuábamos, dábamos todo lo que teníamos”.
De cantante a profesor de francés
Fue así que de su éxito inicial en Alemania saltaron a Estados Unidos y poco después al resto del mundo. Incluso emprendieron una gira, siempre en “playback”, hasta que en uno de los conciertos la cinta que reproducía la música se estropeó y entró en un bucle, lo que desató los rumores justo cuando luchaban por su libertad para tomar las riendas de su carrera y finalmente dar a conocer sus verdaderas voces.
“Frank debió escuchar que estábamos grabando un disco con otro sello cuando se fue a Nueva York a declarar que no éramos los que cantábamos. A partir de ese momento ya nadie quería ni tocarnos”, rememoró Morvan sobre el proceso de ostracismo al que fueron sometidos de inmediato.
Fue así que desaparecieron del mercado las copias de su música y se les retiró el Grammy cosechado unos meses antes. Llegaron a grabar un disco con sus voces bajo el nombre de Rob & Fab, pero sin repercusión alguna, y en 1998, cuando se planteaba su regreso nuevamente de la mano de Farian, Pilatos fue encontrado muerto por una sobredosis de pastillas y alcohol.
Respecto de su muerte, Morvan asegura que Carmen Pilatos, la hermana de su ex compañero, “está feliz con la película porque se cuenta la verdad, aunque haya partes más ficcionadas, porque no deja de ser una película”.
“A veces la vida te obliga a ser humilde. Yo comprendí que era el proceso por el que debía pasar”, comentó sobre el camino personal que él decidió tomar, el de reciclarse primero como profesor de francés, recuperar su faceta de bailarín y, tras formarse, volver a poner todo su empeño en crear su propia música.
De hecho, dijo que en estos tiempos, con redes sociales llenas de gente que se convierte en una celebridad haciendo precisamente “lipsyncs” y en los que se ve “normal” que artistas salten al escenario “con autotune” y la música pregrabada, “hoy no habría habido el mismo escándalo de aquellos años”.
“Yo, por mi parte, prefiero llegar a la gente con mi voz, quiero sentir eso”, subrayó el músico en este tiempo de nuevo descubrimiento. “Las personas cometemos errores constantemente en privado, el problema fue que nosotros lo hicimos delante de todo el mundo”, apuntó el artista, que aseguró haber hecho las paces con el mundo y con su historia. “Para poder seguir adelante, me perdoné a mí mismo y también a Frank Farian”, subrayó.
No hablaba con él desde los años 90, pero indicó que el afamado productor, que falleció en enero de este mismo año, estaba al tanto de la realización de la película. “Le apasionaba lo que hacía, pero en la ecuación de cumplir su sueño lastimó a algunas personas. Como músico fue un genio; como ser humano, tal vez había trabajo por hacer, pero no me corresponde a mí juzgarlo”, dijo finalmente.