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Una pesadilla interespacial

Por Daniela Barreiro. Un grupo interdisciplinario de jóvenes profesionales rosarinos está en pleno proceso de producción del film “Abaddon” , un cortometraje de ciencia ficción en el que un piloto queda varado, sin combustible ni comunicación, en medio del espacio.

corto-dentro“Cada vez que un proyecto audiovisual se lleva a cabo se produce un hecho fantástico: cada trabajador del arte deja su individualidad para conformar un colectivo humano con la consecuente interdisciplinariedad”, reza la página web de Abaddon, un cortometraje de ciencia ficción que está en pleno desarrollo, y sus realizadores, cineastas, diseñadores y una gran diversidad de profesionales rosarinos de diferentes vertientes, sientan sus bases. La novedad de este cortometraje es su género ya que, si bien los cines están atiborrados de estas propuestas extranjeras, su realización local es casi inédita.

Con el objetivo de sobreponerse a los prejuicios que indican que la ciencia ficción no es “cosa rosarina” ni materia del cine independiente, la productora Snap! se puso al frente de un proyecto en el que vestuario, maquillaje, escenografía, sonido y luminaria se combinan para crear un ambiente “pesadillesco” en el que Facundo Aguilar (personaje protagónico), piloto del transbordador espacial Cóndor, deberá sobrevivir a la deriva, sin combustible y con la energía de su pequeña nave agotándose  minuto a minuto, en medio del espacio.

El film comienza cuando Aguilar despierta en una nave que vaga perdida. Toda la tripulación fue diezmada por un organismo alienígena que hizo fracasar la misión. Aguilar y el Capitán Breccia fueron los únicos en escapar con vida, pero al iniciar su  viaje en la nave de escape, el piloto descubre, horrorizado, que su capitán fue infectado por el parásito y lo asesina. “Entonces, el protagonista programa la nave para llegar a la Tierra y se duerme. Cuando se despierta, se da cuenta que la nave no llegó a destino, que no tiene combustible para seguir avanzando, no se puede comunicar con nadie y está perdido en el medio del espacio”, contó a El Ciudadano la directora del film, Jesica Aran, al tiempo que describió: “El corto transcurre en una nave espacial, tiene muy pocas tomas desde el exterior que son en 3D. Me pareció muy pesadillesco eso de estar varado en el medio de la nada sin forma de escape. Además, nos pareció un gran reto actoral que el protagonista tenga que estar solo y con esa carga emotiva”.

Remitiéndose a los inicios de este proyecto, Aran recordó de dónde vino la idea: “Surgió escuchando un tema de Camouflage, una canción retro con sintetizadores”, explicó, y aseguró que fue esa composición la que la remitió al espacio. “Hacía un par de meses que había estado en el Maratón Audiovisual y había visto muchos trabajos en estudio, con escenografías. Mezclé las cosas pensando en trabajar en un estudio pero que las cuatro paredes sean otra cosa, podían ser cualquier otra cosa pero, después de escuchar Camouflage, pensé en algo de ciencia ficción, en una nave espacial. Al principio, pensé que era re fácil (risas)”.

Pero la realización no fue tarea fácil. Primero estuvo el guión, después las decisiones estéticas qué, según reconocen también, tuvieron que ver con que el corto se viera realista. “Empezamos a trabajar queriendo hacerlo de manera independiente. Decidimos ponerle una estética retro porque la futurista, que está de moda, es inalcanzable, no nos hubiera quedado bien. Entonces empezamos a ir para atrás, nos pusimos a ver la primera película de la saga Alien, en la que las computadoras son gigantes, está todo sucio, hay caños por todos lados, parece una fábrica. Lo retro está de moda, así que lo empezamos a armar, aunque después, el proyecto se fue complejizado con el paso del tiempo”, relató la directora mientras reconoció la influencia de la película de James Cameron en la trama. “Constantemente, el protagonista está escuchando un correteo por la nave, ahí volvimos un poco a Alien, hay una especie de monstruo que no vemos, entonces el sonidista tiene un gran reto porque termina de construir la atmósfera e incorpora a esa criatura que no se ve. De repente empieza a tener delirios con el capitán que él mismo mató, y del que se ve el cuerpo. Se queda dormido, se despierta, escucha la criatura, se empieza a mezclar la realidad y el delirio”, relató la realizadora.

En la actualidad, Abaddon se encuentra en pleno proceso. “Estamos en la etapa de desarrollo de proyecto y búsqueda de financiamiento”, explicó el equipo, para lo cual acaban de filmar un teaser (un avance de la película un poco más extenso y detallado que un trailer) que pronto podrá verse en www.proyectoabaddon.com.

“Lo hicimos porque sentimos que al ser un proyecto de ciencia ficción corremos con el prejuicio de que no va a quedar realista”, dijo la directora, al tiempo que destacó la participación de los estudios Mood y Roboto, quienes sumaron su experiencia y confianza a un film “inédito en Rosario”.

“Somos los primeros en Rosario, no hay cortos de ciencia ficción en la ciudad. No creo que tenga que ver con que la gente no quiera verlos, porque se consume mucha ciencia ficción de afuera. Nuestra idea es que la gente y el Estado se animen a invertir y a depositar su confianza en este tipo de proyectos”, dijo Aran sobre este “corto festivalero” en el que aseguran también hay “drama humano y mucho suspenso”.

Consultada sobre sus referentes y hasta sugiriendo una fuente de inspiración, la directora nombró a Jeffrey Jacob Abrams y su film Súper 8: “La película se basa en un grupo de nenes que quieren hacer cine sin que importe nada más. Me hace acordar a un grupo que teníamos en la secundaria: filmábamos sin importar si quedaba realista o si se entendía. Sabías que era tu amigo con una barba falsa pero pasabas horas filmándolo. Cuando crecés, ves otras cosas, querés trabajar con determinados actores o determinados equipos y te empezás a olvidar que te encanta hacer por el simple hecho de hacer cine”.

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