Por Héctor Sánchez / Télam
Fueron muchos años y muchos partidos desde aquel Sudamericano (hoy Copa América) de 1959 hasta su despedida amistosa y plena de cariño en la cancha de Huracán en 1973, en el festejo del campeonato ganado por aquel «Globo» de fútbol refinado y efectivo. El paso de Pelé por las canchas argentinas siempre fue un suceso.
Todo amante del fútbol, en una época en que la fiesta (y la única forma de disfrutarlo) era ir a los estadios, quiso verlo jugar en la cancha. Y Pelé jugó mucho contra equipos argentinos en ambos países, como así en estadios de estas pampas. Y jamás pasó inadvertido.
Fueron en total 39 partidos que «O Rei» jugó en la Argentina, con la camiseta del Santos y con la «verdeamarela» de su selección: ganó con sus equipos 24 veces, empató 9 y perdió 6.
Con el seleccionado brasileño, en el que brilló desde 1957 hasta 1970, jugó 10 partidos contra la «albiceleste» en ambos países, con una paridad que marca cuatro triunfos para cada equipo y dos empates.
Ese joven Edson Arantes do Nascimento que jugó el Sudamericano de 1959 en el estadio Monumental -con 18 años- ya era campeón del Mundo con su seleccionado, esa corona que habían ganado un año antes en Suecia y que lo catapultó a la fama mundial. Y la expectativa por verlo era mucha.
El 10 de marzo de 1959, con un empate 2-2 ante Perú en la cancha de River, fue el esperado debut de ese futbolista que se perfilaba para conquistar el mundo, tanto con el Santos, el club en donde surgió, como con el seleccionado brasileño. Fue el autor del segundo gol de su equipo para un cómodo 2-0, pero los peruanos reaccionaron y lo empataron.
El 26 de marzo fue el partido en que brasileños y uruguayos protagonizaron una escandalosa pelea de todos contra todos que el árbitro arregló con dos expulsados por equipo, y fue triunfo brasileño por 3-1. Pero el campeón fue Argentina, con un punto de ventaja sobre Brasil, con el que había empatado en un gol.
Desde ese día, cada cita con Pelé en una cancha argentina fue una fiesta: hubo goles (dos del «10») y fútbol de alto vuelo en un recordado 4-2 de Santos contra Racing en 1961, en cancha de Huracán; otro triunfo contra la «Academia» (8-3) en 1962, en el Monumental, en donde tuvo su primera derrota en Buenos Aires pocos días después contra River, un 2-1 que tuvo una gran actuación de Ermindo Onega para el «millonario».
Y ese mismo 1962, el Monumental vio la primera consagración del Santos en la Copa Libertadores de América, en partido desempate ante Peñarol (otro gigante de la época) que el «Peixe» liquidó por 3-0, con dos golazos de Pelé.
Un año después, otra vez Buenos Aires sería el lugar para la celebración del Santos y de su máxima estrella: en la Bombonera, Boca caía rendido (2-1) ante el mejor equipo de clubes del mundo y perdía la primera final de la Libertadores que disputó, tras perder 3-2 en Río de Janeiro. Fue otra función estelar de Pelé, con golazo incluido, que arrancó un cerrado aplauso final de los hinchas «xeneizes» cuando daba la vuelta olímpica con sus compañeros. Otros tiempos.
Hubo una goleada histórica que Independiente le propinó al Santos (5-1) en Avellaneda, en febrero de 1964, que ni Pelé pudo torcer.
Y una perla que aún brilla en Santa Fe, en el marco de una gira en la que el Santos derrotó a Godoy Cruz, Talleres de Córdoba, Boca y Racing: el modesto Colón (entonces en la Primera B) derrotó 2-1 al equipo de Pelé. El gol de O’ Rei no pudo frenar uno de los más resonantes triunfos (el otro fue contra el Peñarol campeón de América) del «Sabalero», esas victorias que bautizaron a su cancha como el «Cementerio de los elefantes».
Hubo más amistosos en esos años finales de los ’60 en diversos estadios argentinos, siempre con multitudes que ovacionaron y aplaudieron a Pelé, con miles de entradas vendidas y ya entonces con la TV como aliada para que muchos ojos pudieran disfrutarlo.
Hubo un parate marcado tras su consagración como el crack planetario que levantó la Copa del Mundo en México 1970 con ese Brasil de lujo, el equipo más maravilloso que haya ganado un Mundial. Ya no viajaba para jugar tantos amistosos y se preparaba para su llegada al fútbol de los Estados Unidos con la camiseta del Cosmos de Nueva York.
Y entonces fue la función de despedida en el barrio porteño de Parque de los Patricios, contra el Huracán campeón de su amigo César Luis Menotti: fue el 5 de diciembre de 1973, con un 4-0 para el Santos que fue casi anecdótico, porque esa noche Pelé (autor de uno de los goles) jugaba por última vez en una cancha argentina. Se terminaba un romance de 14 años que los amantes del buen fútbol sorbieron siempre como sólo se beben los buenos vinos.