Tenía el grito atragantado. Rosario esperaba con ansias esta alegría después de interminables cuatro años de quedar a un paso de la gloria, desde aquel lejano San Javier 2012 cuando sumó su última estrella. De yapa, le cortó una formidable racha de tres títulos consecutivos a Santa Fe y festejó en mismísimo terreno “enemigo”, en el Tribu Mocoretá de Regatas.
Hay mucha emoción en los jugadores rosarinos. Hubo un compromiso muy grande del grupo para entrenar, para planear juegos y desarrollarlos, pero más allá de que las victorias se encadenaron en el certamen y que algunas fueron amplias, a todos y cada uno de los integrantes del equipo les quedaba la sensación de que algo faltaba, de que podían dar más.
Y ese plus llegó en la mismísima final, en una cancha repleta para alentar al local pero con un puñado de locos que llegaron para acompañar a los rosarinos, a enojarse porque el lado del visitante se iluminaba como cielo estrellado de faltas personales y el costado local lucía un negro impoluto.
Pero al equipo eso no le importó. Pablo Fernández llamó una y otra vez a sus compañeros y los “invitó” a no entrar en el juego de la queja, a aceptar los errores arbitrales, que a veces son a favor y en otras ocasiones en contra.
De un primer cuarto trabajo, impreciso, de bajo goleo y parejo, se pasó a un segundo parcial en el que Rosario creció defensivamente y gracias a eso también pudo atacar mejor. Reaccionó Santa Fe y explotó el estadio cuando García se combinó con Gallizzi para impresionantes volcadas del pivot de la selección argentina, o cuando el escolta anotó su bandeja volada característica y pudo ponerse en juego. Pero Rosario estaba bien, centrado, jugando inteligente, y tanto Rossi como Ríos manejaron los tiempos con categoría. Fue Rossi con tremenda bomba el que le devolvió distancia a los rosarinos para el descanso largo.
¿La mala? Perdió a Rodrigo Sánchez por lesión y también sufrió un golpe Matías Aristu, pero pudo volver, y con triple incluido.
Creció Cosolito en la segunda mitad, Puñet siguió siendo perro de presa y Diego García la metió, mientras que Gallizzi hacía gala de sus virtudes en defensa y cuando podía definía cerca del aro. Pero como las dos figuras (Cosolito y García) acumulaban mucho juego, el resto no tomaba demasiadas decisiones y poco a poco Santa Fe se hizo más previsible ante un Rosario firme.
Con el reloj como aliado, temple de acero y un Pablo Fernández como guía deportiva y espiritual, Rosario manejó la ventaja hasta el cierre y a Santa Fe se le fueron acabando las opciones. Cuando arreciaba la reacción final del local, Matías Aristu clavó un triple y después Guido Mariani terminó de hacer trizas el deseo de tetracampeonato capitalino con otros dos triples.
Después llegó la emoción, mucho llanto, de los de adentro de los de afuera y los festejos, que tuvieron forma de deber cumplido, sin estridencias, con un plantel de jugadores locales y de liga, de jugadores formados en Rosario y otros que llegaron después, pero que se unió, trabajó y que quedará en el recuerdo.
EL TRI
Para Gonzalo Pastorino fue el tercer título en el Provincial y el segundo que gana como DT como visitante en Santa Fe.
DOS TIPOS AUDACES
Pablo Fernández y Omar Cantón fueron jugadores determinantes, clave, y sin dudas las figuras del equipo. Fueron líderes positivos, ejemplo de cómo se debe trabajar y guía para mostrarle a la dirigencia la forma de hacer las cosas, corrigiendo algunos errores y brindándole todo al plantel. Fueron críticos, pero se pusieron la camiseta y dejaron todo, mostrando además su jerarquía.
TODO EL FUTURO
Guido Mariani y Matías Aristu fueron otros dos jugadores clave del equipo, con apariciones fundamentales y asumieron la responsabilidad ante la baja del otro alero del equipo, Rodrigo Sánchez.
SON 22
Santa Fe se quedó en 36 títulos y Rosario ganó la estrella 22 de la historia