Eugenia Nardone es marcadora de punta por izquierda, tiene 18 años y, a pesar de su corta edad, acumula una larga trayectoria en el fútbol local y también en la Selección Argentina. Actualmente, es jugadora de la UAI Urquiza, equipo que se coronó campeón de la Copa de Oro. «Las Guerreras», además de conquistar su cuarto título, consiguieron una plaza para la próxima edición de la Copa Libertadores.
A la rosarina le tocó gritar campeón desde la tribuna, ya que su llegada al club se dio una vez finalizado el mercado de pases y no pudo ser fichada, pero el sentimiento y la alegría la sintió igual. “Por más de que no jugué, me sentí parte. El equipo me abrió las puertas desde un primer momento”, aseguró en diálogo con El Hincha al regresar a su ciudad natal.
Nardone comenzó a jugar en cancha de once recién a los 14 años en el club Social Lux. Pero desde siempre estuvo vinculada a la pelota. A 10 se dio cuenta de que quería practicarlo cotidianamente y se anotó en el Complejo del Parque, pero en cancha de cinco.
-¿Cómo fue ese cambio de cancha?
-Justo se dio que hubo una prueba para la Selección y me invitaron a probarme, yo estaba en el Complejo. Fui y quedé. Y ahí me di cuenta de que tenía que empezar a jugar en cancha de 11 porque no sabía nada. Busqué clubes y me encontré con que se practicaba en Social Lux, así que me anoté y empecé ahí.
-Y te quedaste muchos años…
-Sí, estuve 4 años en Mercadito. Desde los 14 hasta principios de este año que me fui a Buenos Aires.
-¿Cómo se dio tu llegada a la UAI?
-Jugué el Sudamericano Sub 20 en Ecuador en enero, y compartí plantel con muchas chicas que jugaban ahí. Yo sabía que la UAI era un muy buen equipo y entendí que para mi edad, si quería seguir en nivel de selección argentina, tenía que dar el paso a Buenos Aires. Me probé y quedé. Para este torneo de AFA no me pude fichar porque estaba cerrado el mercado de pases, pero ahora ya voy a poder jugar. En la UAI te dan el departamento, un viático y la posibilidad de estudiar en la Universidad. Yo estoy cursando Kinesiología y además, juego al fútbol. Es un gran grupo, se me hizo fácil acostumbrarme a vivir allá.
-¿Cómo viviste la final con Boca?
-Sabíamos que iba a ser muy difícil. A Boca nunca se le ganó en su cancha y sabíamos que iban a tener una ventaja (NdR: el partido terminó 2 a 1 a favor de las locales). Por suerte en el partido de vuelta, en Villa Lynch, ganamos 4 a 0. Sabíamos que lo podíamos lograr, pero no por tanta diferencia, teniendo en cuenta que era una final. La verdad, aunque no jugué, me sentí parte igual. El equipo te hace sentir parte desde un primer momento.
-El año pasado se creó la liga rosarina de fútbol femenino, vos participaste, ¿creés que era el momento?
-Sí. Antes, cuando no existía, teníamos que participar de la Liga Cañadense. Incluso, en un momento jugamos en la santafesina, así que viajábamos todos los fines de semana hasta Santa Fe. Y para bancarnos la trafic, que salía una locura de plata, teníamos que vender comidas. Hacíamos empanadas, fideos, porque el club no te podía dar plata. Y no sólo era la movilidad, también eran los gastos de árbitros, médicos, inscripción, fichaje… era carísimo. Es una alegría que la hayan creado, hacía falta. Al principio la diferencia de nivel era mucha entre los equipos que ya estábamos trabajando y los que recién empezaban, principalmente en el primer torneo. Ahora se emparejó mucho el nivel y es más emocionante.
-Jugás hace cuatro años y participaste de muchos torneos, ¿cómo ves el fútbol femenino?
-Creo que de a poco va creciendo. El feminismo también ayuda a que se le dé más visibilidad al deporte y a que vayamos adquiriendo más terreno. Y los hombres tampoco lo ven con “malos ojos”, aunque todavía están los testarudos que no quieren aceptar que nosotras también jugamos. Para que siga creciendo se necesitan herramientas, desde el club y desde arriba. Muchas veces es muy difícil, porque la mayoría de las chicas que juegan, estudian y trabajan. Entonces, llegás cansada a entrenar, y así no podemos pensar en ser profesionales y en dar lo mejor. Si siempre llegás agotada a entrenar se complica. Igual, creo que en unos años se va a modificar esta realidad.
-¿Notaste alguna vez esa diferencia entre hombres y mujeres en el deporte?
-Y… al principio, cuando empecé a jugar, no lo quería decir. No me gustaba nada cuando me decían cosas. Después me animé y mis compañeros terminaban llamándome para jugar con ellos. Yo siempre supe que quería esto, pero cuando era más chica tenía miedo al qué dirán. Cuando me largué, no lo dejé más. Y eso no hubiera sido posible sin el apoyo de mis papás, y mi familia, que me escucharon. Aparte, en mi casa siempre se habló de fútbol, mi papá, mi hermano y mi tío son profes y tienen una escuelita.
-¿Cuál es tu sueño como jugadora?
-Sé que me queda un Sudamericano Sub 20 más. Y después, obviamente, siguiendo el proceso lógico sueño con jugar en la selección mayor.