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Una tarea para la universidad

Por Ezequiel Ariza (*)

El estudio comparativo realizado por la UNR que demuestra una reducción de la contaminación microbiana en los balnearios de nuestra ciudad a partir de la puesta en funcionamiento del necesario colector ribereño norte es sumamente positivo y alentador e invita a reflexionar sobre la importancia de una política ambiental en torno a sus aguas.

El colector ribereño norte redujo un 35 por ciento la contaminación del río a la altura de los balneariosLa Floriday Rambla Catalunya, lo que pone en evidencia la importancia de la obra cloacal que debiera tener como principal objetivo resolver los problemas de disposición final de las excretas domiciliarias, mas allá de la habilitación de balnearios, por cierto muy necesarios.

Sin embargo, no podemos dejar de advertir sobre la necesidad de hacer más inquisitivas y profundas las investigaciones sobre la  problemática ambiental,  ya que determinan fuertemente los procesos de salud y enfermedad de nuestras poblaciones.

La contaminación del agua –por microorganismos, productos químicos, residuos industriales, cloacales y domiciliarios– deteriora la calidad y diversidad de los sistemas vivos y por ende la salud de los humanos que formamos parte de estos ecosistemas. Así es que estos desechos, no sólo  afectan nuestra salud por contacto directo, sino también, y posiblemente en mayor medida, por el detrimento que producen en nuestro ambiente.

El río Paraná, que es  fuente de agua dulce y uno de los ecosistemas más diversos del planeta, está ubicado en el epicentro de la actividad agroindustrial del país y rodeado de  ciudades cada vez más voluminosas, siendo el principal destinatario de los desechos que de ellas emanan. Incluso sin profundizar el análisis de la relación entre el sistema productivo y la soberanía alimentaria, o la convivencia entre sectores en alza y sectores en los que  la desocupación y pobreza asumen carácter endémico, debemos observar con detenimiento al menos en parte la problemática de la actividad agroindustrial y los patrones de consumo de las grandes ciudades en relación a la salud.

Millones de litros de agrotóxicos se utilizan anualmente en nuestra región. ¿Qué cantidad de mercurio y otros metales pesados tienen nuestros peces? ¿Las represas modifican la biodiversidad de la cuenca? ¿Afectará la presión antibiótica de la industria ganadera  a la salud de las otras especies en nuestro río? ¿Qué impacto sobre la salud tienen los desechos domiciliaros de las grandes ciudades?  Y tal vez, la pregunta más importante que deberíamos hacernos es si hay estudios sobre los efectos sinérgicos entre los tóxicos que se utilizan y sus efectos sobre salud humana  y del ecosistema.

A lo largo de toda la cuenca del Plata, asociaciones vecinales, diversas ONG,  investigadores, universitarios, docentes y profesionales de la salud advierten sobre emergencia y re-emergencia de enfermedades relacionadas a problemáticas ambientales. Y por el momento está en mano de los damnificados la difícil tarea de “demostrar el daño producido”.

Ante la ausencia de respuestas a algunos de estos interrogantes es que creemos que urge la necesidad de que la universidad asuma la responsabilidad de generar conocimientos científicos, transdisciplinarios, que tengan una visión integral de los problemas ambientales y su relación con la salud. Que los estudios de impacto ambiental  incluyan en su análisis la sinergia entre las distintas variables, y sobre todo, que los ciudadanos puedan acceder a esta información para poder exigir a los que toman decisiones políticas y económicas que prime el cuidado de nuestra salud.

 

(*) Docente de la Cátedra Salud Socioambiental en la Facultad de Ciencias Médicas de la UNR y co-coordinador del Programa Ambiente Saludable de la Secretaría de Extensión Universitaria.

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