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Una técnica para perder el miedo

Un estudio explica que existen seis horas en donde se pueden alejar ciertos temores adquiridos.
Según investigaciones, el umbral para modificar un mal recuerdo es de seis horas
Según investigaciones, el umbral para modificar un mal recuerdo es de seis horas

Un grupo de investigadores de la Universidad de Nueva York afirman poder modificar los recuerdos desagradables a través de un ejercicio que consta de una “actualización” dentro de una ventana de tiempo de seis horas de ocurrido el trauma.

Las experiencias del conductismo a cargo de John Watson, su fundador han avanzado hasta generarse nuevos conocimientos sobre los mecanismos de la memoria. Los recuerdos no son elementos inamovibles, como sugiere la visión tradicional. Al contrario, según señala la teoría de la reconsolidación y tal y como han demostrado varios estudios, los recuerdos se consolidan -casi se vuelven a formar- cada vez que se evocan.

Durante este periodo de reconsolidación, que dura unas seis horas, las memorias se pueden actualizar. Esto significa que es posible incorporar nueva información a las mismas, un fenómeno que desde el punto de vista evolutivo sería útil como mecanismo adaptativo. De hecho, numerosos experimentos confirman que este proceso es compartido por distintas especies, como los humanos y los roedores.

Actualizar recuerdos

Desde estos supuestos, Schiller y su equipo diseñaron un experimento para comprobar si es posible interferir en la reconsolidación de los recuerdos para cambiarlos y hacer que los miedos dejen de ser tales. Se trataba de un condicionamiento clásico. Los participantes observaban varios objetos, uno de los cuales se asociaba con un estímulo doloroso (una descarga eléctrica). Tras varios intentos, los sujetos mostraban una reacción de miedo ante ese elemento sin necesidad de sufrir una descarga.

Un día después de creado ese miedo, se procedió a su reactivación (es decir, se inició su reconsolidación). Se presentó de nuevo el objeto pero esta vez no estaba asociado a un estímulo incómodo para tratar así de alterar esa memoria, de actualizarla. Al tercer día, el objeto que antes les provocaba aversión ya no causaba reacción alguna en los participantes.

El miedo había desaparecido, pero sólo en aquellos en los que el entrenamiento de extinción, como se conoce este procedimiento, se realizó en las seis horas posteriores a la reactivación.

«Esta visión capta la fluidez de la memoria y sugiere la existencia de un proceso dinámico a través del cual los recuerdos se forman, actualizan y mantienen», explican los autores la web de la publicación Nature (www.nature.com).

Fuente: elmundo.es

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