Apple+ lanzó este mes una serie que tal vez pase algo desapercibida, pero que no deja de ser un proyecto destacable y bien logrado. Se trata de Sunny, una serie en tono de comedia creada por Kattie Robbins a partir de la novela de Colin O’Sullivan. Consta de 10 episodios (van cinco emitidos) con una duración de media hora cada uno, como corresponde en general al formato de comedia.
Lo más singular de Sunny es la construcción de un tono general que juega acertadamente entre el thriller, la ciencia ficción y la comedia negra. Todos los elementos se integran con total naturalidad. En su aspecto de thriller la trama se va desarrollando de modo cada vez más complicado, recalando en intrincadas conspiraciones corporativas y en el violento mundo de los yakuza. En lo referido a la ciencia ficción (por donde pasa uno de los ejes principales), el mundo de Sunny se presenta a la vez extraño y cercano; una especie de retrofuturismo en el cual las tecnologías que ya han hecho irrupción en el mundo actual con la IA son allí parte asimilada de la vida cotidiana. Pero si la trama conspirativa hi-tech y la elucubración en torno a las tecnologías y su relación con “lo humano” podrían sugerir cierta solemnidad en el abordaje, la serie toma el camino de una comedia negra leve y por momentos disparatada, dándole al conjunto un tono general que logra evadir todos los lugares comunes sospechados.
El hallazgo principal, claro, es la robot Sunny que le da título a la serie; una criatura que remite al imaginario juvenil de películas como Cortocircuito o incluso ET, pero en la cual una cierta y evidente ternura se ve permanentemente acechada por la posibilidad de un oscuro aspecto oculto. No es posible sustraerse al gracioso encanto de la pequeña robot de voz infantil y tierna, pero en la lograda gestualidad de su pantalla-rostro se intuyen fugazmente, por momentos, intenciones que rebasan y resquebrajan la superficie de su carácter aniñado, gracioso y amoroso. Las actuales aristas conflictivas de la relación humana con la IA se van tejiendo sutilmente al evitar la dudosa solemnidad que suele teñir al tema.
La complicada trama conspirativa comienza desplegarse cuando Suzie (Rashina Jones, The Office, Parks and Recreation) pierde a su esposo Masa (Hidetoshi Nishijima, Drive my Car) y a su hijo en un accidente de aviación. Sus cuerpos, sin embargo, no han sido encontrados, por lo cual una sombra de duda se cierne sobre la certeza de esas muertes. Para compensar la pérdida, Suzie recibe de parte de la empresa en la que trabajaba su esposo una pequeña robot entrenada especialmente para ella, para servirle de compañía y procesar el duelo. Se trata de Sunny, una máquina antropomórfica dotada de inteligencia artificial, que con sus graciosas y tiernas actitudes muy pronto borrará la percepción de los supuestos límites entre lo maquínico y lo humano. Algo del orden de lo siniestro, sin embargo, se deja intuir bajo esa arrebatadora pátina de ternura de Sunny.
El tono de comedia, planteado eficazmente desde el inicio con la presentación de la misma tragedia, toma el rumbo típico de la pareja despareja. Suzie rechaza a Sunny. La pone a dormir con un comando. La encierra en un closet. Nada quiera saber de la criatura. Pero poco a poco se irá estableciendo una relación afectiva, y Sunny se convertirá en la partenaire de Suzie en el intento de investigar y desenterrar oscuros secretos del pasado de su esposo.
Las dudas en torno al pasado de Masa surgen de inmediato: no trabajaba para una fábrica de refrigeradores sino para una compañía que desarrolla robots (¿asesinos?). A partir de allí Suzie comienza su investigación personal para entender con quien había compartido su vida, acompañada por su ya fiel compañera Sunny y por una camarera a la que acaba de conocer (y que no estará exenta de sospechas, claro). El intrincado trayecto las lleva al corazón de posibles conspiraciones corporativas y al brutal universo yakuza.
No es menor el logro de Sunny. En medio de cierta levedad, entre pasos de comedia e intrigas enmarañadas, la dinámica entre los personajes va desplegando poco a poco una serie de movilizadoras aristas vinculadas a las transformaciones del mundo contemporáneo. No es nada nuevo, claro, pero el modo en que se abordan las complejas incidencias de la IA en la vida cotidiana hace surgir otras preguntas, sin solemnidad ni grandes pretensiones, desde el humor y la sensibilidad.
