Tenemos al mejor jugador del siglo XXI. Y lo dilapidamos. Al cabo de los primeros partidos, futbolísticamente estamos afuera. No en las matemáticas, aunque pinta imposible que Argentina pueda dar vuelta este papelón y consiga la clasificación a octavos de final.
Hay dos responsables principales de semejante desastre. La dirigencia del fútbol argentino, que desperdició dos años en la sucesión de Grondona para intentar arreglar los desaguisados institucionales, pues éste era el Mundial para Martino; no para Sampaoli.
Y Sampaoli no sabe de qué se trata. Cambió el dibujo táctico y fracasó en el intento.
El blooper de Caballero marca el principio del fin. La jerarquía de Croacia y la desazón argentina hicieron el resto. Y afuera del Mundial aunque los números se empecinen en negarlo. Papelón que ni siquiera se asemeja a Suecia 58 y Corea-Japón 2002. Ni Messi será capaz de torcer esta vergonzosa realidad mundialista.
