Emanuel “Ema Pimpi” Sandoval estaba perseguido. Tenía detrás a Gendarmería, a la Policía de Investigaciones (PDI) y a la Tropa de Operaciones Especiales (TOE). Lo buscaban por orden de la Fiscalía por una doble tentativa de homicidio, investigación en la que su hermano Lucas había caído hace un mes. Este viernes, luego de celosas tareas de inteligencia, la TOE lo rastreó hasta un departamento devenido en aguantadero en Capitán Bermúdez, donde cayó. Es un notorio pesado, integrante de un clan polirrubro con amplias conexiones, puso en 2013 los ojos de los medios de prensa en el submundo a veces olvidado por la crónica policial: el hampa de zona norte. Fue a raíz del atentado a la casa del entonces gobernador Antonio Bonfatti, hecho todavía rodeado de misterio y por el que purgó una condena de 3 años y medio de cárcel a través de la firma de un juicio abreviado. Este lunes el fiscal de Homicidios Adrián Spelta lo sentará otra vez en el banquillo, acusado por un ataque que los detectives enmarcan en disputas por el control del narcomenudeo.
Según fuentes del caso, la TOE venía tras los pasos de Ema Pimpi desde hace por lo menos un mes. Las tareas de inteligencia incluían seguimientos e intervenciones telefónicas. Ya el viernes por la mañana los jefes de la fuerza especial sabían que lo tenían cercado y fue cuestión de paciencia, dijo un vocero de la pesquisa. Pasadas las 22 tenían el lugar exacto donde se aguantaba, que resultó ser un departamento de alquiler temporario en Bermúdez. Cuando los agentes de civil tuvieron todo calibrado, el equipo táctico ingresó al escondite y en medio de un gran desorden de ropas y pertenencias, detuvo a Sandoval, a una mujer de 20 años –la novia del fugitivo– y a otro muchacho, de 27. Según los voceros del caso, Ema vivía como un forajido: no dormía más de dos o tres noches en el mismo lugar y estaba muy perseguido. Sabía que tenía detrás a la PDI, a Gendarmería y a la TOE, y un tercero le conseguía a través de documentos falsos los sitios donde aguantarse. En el lugar secuestraron celulares y un auto. Según aclararon portavoces de la causa, las dos personas que pernoctaban con Ema quedaron en libertad, ya que no presentaban pedidos de captura.
Según fuentes del caso, cuando fue detenido, Ema Pimpi “no dijo ni a”; estaba en calzoncillos y no se resistió. «El lugar era una mugre”, definió un investigador. La fuerza de élite se abrió paso entre colchones en el piso, residuos y bolsas de ropa. La información que tenían era que Sandoval hacía una semana que se escondía en esa localidad del departamento San Lorenzo y estaba preparado para buscar otro refugio. Como dato de la vida furtiva que llevaba, los detectives encontraron toallas con el nombre de un motel de Ibarlucea donde días atrás fue detenido Maximiliano Andrés R., otro pesado de zona norte, acusado de múltiples delitos.
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A Ema Pimpi lo buscaban por una doble tentativa de homicidio contra dos primos. La agresión ocurrió el 27 de junio del año pasado en Gallardo y Cavia, barrio Casiano Casas. Eran las 3.30 cuando Juan y Marcos M. recibieron una lluvia de balas en los brazos y pechos que los dejó convalecientes y sobrevivieron. Según aquella crónica, dos de los agresores iban en una moto Honda Tornado y los otros cuatro en un Peugeot 307 gris, comandados por Ema. El fiscal Spelta ordenó allanamientos en dos viviendas; en Cavia al 1300 los uniformados dieron con la ex mujer de Ema y su hijo menor, y se llevaron secuestrados tres celulares y un handy. A una cuadra, secuestraron 87 envoltorios con cocaína, material de estiramiento, 1.800 pesos en efectivo, precintos plásticos de color rojo, una libreta con anotaciones, cartuchos calibres 14, dos cartucheras para guardar pistolas, un pasamontañas, otros seis celulares y seis tarjetas de memoria. Quienes estaban allí quedaron detenidos y fueron puestos a disposición de la Justicia federal por la ley 23.737 de comercialización de estupefacientes.
Por la agresión la TOE capturó hace un mes a Lucas Sandoval, hermano de Ema Pimpi, ya acusado. El turno de Ema será este lunes. “Este uno de los hechos comprobados que tenemos, pero sabemos que hay más”, especuló una fuente oficial.
Atentado en zona norte
El 11 de octubre de 2013 la casa de la zona norte del entonces gobernador Bonfatti, en Gallo y Darragueria, fue baleada por los ocupantes de dos motos que dispararon armas calibre 9 y 11.25 contra el frente. Un hecho gravísimo en la historia de la democracia, todavía hoy con algunos interrogantes abiertos. Adentro estaban el funcionario, su esposa y una empleada, quienes salieron ilesos.
Sandoval fue el único condenado por el ataque. Admitió su participación como instigador y acordó una sanción de 3 años y 6 meses de cárcel. Prestó su consentimiento en una audiencia oral presidida por el juez Ismael Manfrín, que homologó el acuerdo en febrero de 2016. La pena incluyó tres causas. La primera por el atentado: amenazas agravadas por el anonimato y el uso de arma de fuego, abuso de arma y daño simple. La segunda por abuso de armas y lesiones graves a fines de octubre de 2011, cuando baleó en una rodilla a Gustavo I. Y la tercera, una condena anterior a 3 años por abuso de armas y portación. Pasó dos años y cinco meses detenido y tras la homologación logró la libertad condicional.
Pocos días antes de que el abreviado quedara firme, un grupo de gendarmes ingresó sin orden de allanamiento a la casa de Ema Pimpi, donde cumplía con la domiciliaria, y dijo haberle incautado un arma de fuego, por lo cual se lo llevó detenido. Sin embargo, la tarde del día siguiente ya había recuperado la libertad. Dos meses antes, a fines de 2015, terminó herido con 14 postas de goma cuando un grupo de policías se presentó en su casa al final de una supuesta persecución. Para la misma época una mujer se había presentado en la comisaría 30ª para denunciar que Ema y su hermano Lucas habían baleado el frente de su vivienda. Pero al allanaron la casa de los Sandoval no encontraron nada.
Días de sangre
Antes de que su apodo apareciera en las portadas, Ema Pimpi ya era habitué de las crónicas policiales. En enero de 2010 había sido detenido en el marco de una batahola barrial que quedó caratulada como amenazas coactivas y abuso de armas junto con su padre y un policía que trabajaba en Medicina Legal. Una vecina acusó al uniformado de balearle el frente de su casa de Washington al 2200 dos veces para evitar que denunciara a los hijos del efectivo policial por haberle metido un tiro a su yerno. Según su relato, entre los atacantes, además del policía, estaban José Sandoval, alias Pimpi y quien tenía puesto un chaleco antibalas, y su hijo Emanuel, apodado Ema Pimpi.
Catorce meses más tarde Ema Pimpi volvió a caer preso, esta vez por un homicidio en Casiano Casas (al 1700) y Cavia sucedido el 18 de marzo de 2011, pero no hubo pruebas para incriminarlo. La víctima fue Guillermo Coliberti, alias Matacaballo y que se dedicaba a la compraventa de autos, quien transitaba en un Chevrolet Corsa cuando fue ejecutado de un tiro en el abdomen.
El 15 de octubre de 2011 lo vincularon con un crimen que por su brutalidad tuvo gran difusión en los medios. Elías Bravo, de 17 años, recibió 30 balazos frente a un búnker ubicado en Felipe Moré y French. El pibe solía mejicanear las bocas de expendio y le habían puesto precio a su cabeza. Sin embargo, Ema Pimpi nunca fue detenido en este expediente. Tampoco su primo Darío Fernández, alias Oreja, asesinado en noviembre de 2015. Éste muchacho y Ema Pimpi fueron mencionados como lugartenientes de dos pesados que supieron compartir sociedades: Esteban Alvarado (quien cumplió condena por robo de autos en el Gran Buenos Aires) y Luis Medina (ultimado junto con su pareja en el acceso sur en diciembre de 2013).
El apodo de Sanvoval sobrevoló también el homicidio de Luciano Díaz, un albañil que quedó en medio de un tiroteo entre dos grupos narco en Medrano al 2600 (y Coliqueo), en barrio La Cerámica. Según las crónicas de la época, Ema Pimpi y sus secuaces irrumpieron a los tiros en bucas de un joven que les había mejicaneado una boca de expendio ubicada sobre calle Molina, balearon a un soldadito y causaron heridas mortales a Díaz. Tampoco Ema fue indagado por este caso.