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Claudia Piñeiro en una vuelta distinta al country

Por: Patricia Dibert.- En su nueva novela “Betibú”, Claudia Piñeiro aborda el mismo espacio de “Las viudas de los jueves”, aunque corriéndose de registro y adoptando un tono irónico y desenfadado y coqueteando con el policial.

Unos pocos días atrás, Claudia Piñeiro estuvo en Rosario (en los altos de Librería Ross) para presentar su quinta novela, Betibú.

Con esta novela, Piñeiro vuelve al lugar del crimen, al country. Pero esta vez lo hace corriéndose del registro que practicó, por ejemplo, en Las viudas de los jueves, ya que el tono irónico y algo desenfadado y la marcada incursión en el género policial pinta ese espacio de un modo distinto.

Acerca de esta nueva mirada sobre el country, sobre la senda distinta que eligió para transitar el mismo espacio, sobre los nuevos actores que pone a circular en el relato, discurre Piñeiro en la conversación que sigue.

—En “Betibú” volvés a contar la vida en un country, al igual que en “Las viudas de los jueves”, ¿Fue por una necesidad?

—Más que nada lo que yo quería era reírme de las cosas que me pasaron en este tiempo después de haber escrito Las viudas de los jueves, donde para muchos quedé asociada con el country a pesar de haber escrito después tres novelas más. Si alguien me para por la calle y me dice “leí tu novela”, yo ya sé que me habla de Las viudas…., por eso cuando pasa algo en un country enseguida me llaman de los noticieros, digo, la alternativa sería no escribir nunca más sobre el tema para despegarte, o tomártelo a la risa y volver desde un lugar totalmente distinto, porque en Las viudas… era contado desde adentro y en esta nueva novela está contado desde afuera, porque los que cuentan son los que ingresan.

—¿Te ubica en otro lugar contarlo desde afuera?

—Sí, lo que me permitía era mostrar qué sucede cuando ingresa cada persona, que al principio podés preguntarte por qué tanto detalle en el ingreso de las personas al complejo, y yo creo que funciona por acumulación, porque todos los personajes que entran tienen que someterse una gran revisación y uno se pregunta por qué tienen que soportarlo cada vez.

—También hay ciertos resabios de la dictadura que son recordados en esa descripción.

—Porque hay muchas personas que trabajan en esos lugares y que antes trabajaron en la dictadura, dentro de las fuerzas de seguridad. Me parece que se trasladan cosas que no deberían ser trasladadas, como métodos o mecanismos de control, que yo preferiría olvidar.

—En la novela se menciona la crisis de los cincuenta, ¿te preocupa el tema?

—Más que preocuparme, me da risa lo que empieza a pasar. Creo que el cambio más grande en la mujer es en los cincuenta y no en los cuarenta, como creíamos cuando éramos chicas, porque ahora me parece que el límite se traslada así como se trasladó la maternidad, me parece que también se traslada la crisis. Hoy las mujeres tienen hijos después de los cuarenta y es una crisis que tiene que ver con el ciclo vital y por eso creo que ya no es la crisis de los cuarenta, sino la de los cincuenta.

—En “Betibú” la trama se centra en el mundo periodístico, ¿por qué tanto interés en la cocina de las noticias y en las complejidades del poder de los medios de comunicación?

—A mí me interesa mucho todo el mundo del periodismo, soy una gran lectora que leo todos los diarios que hay al igual que la protagonista de la novela, y por un lado, me interesa hacer mi propio diario con lo que leo, y si bien empecé a escribir esta novela dos años atrás, me parece que en este tiempo todos, como sociedad hemos tomado un rol más activo ante los medios, además ya no es como cuando éramos chicos, donde por ejemplo en casa se compraba sóloLa Razónde la tarde, y la verdad, si es que existe, era lo que decía el diario. Y hoy creo que todos leemos los diarios con cierta prevención teniendo en cuenta la ideología del que lo emite y sacamos nuestras propias conclusiones con un rol mucho más activo.

—¿La escritura de “Betibú” comenzó antes de la discusión sobre la Ley de Medios Audiovisuales?

—Cuando empecé a escribirla, más o menos empezó la ebullición sobre los medios, y si bien yo trabajé muchos años como guionista, era impensable que un diario fuese el dueño de un canal y de una radio, y luego se abrió esa posibilidad y lo asumimos como algo normal hasta que de nuevo se empezó a cuestionar, por las consecuencias de la concentración de información.

—Delineaste un personaje muy interesante que es un periodista veterano que sabe que no va a ninguna parte y tiene el formulario del retiro voluntario en el escritorio. ¿Cómo nace el protagonista Jaime Brena?

—Tengo amigos que están en esa misma situación, periodistas que están hartos de trabajar en los medios, y a su vez saben que la redacción es su vida, su mundo. Entonces está la ambivalencia de dejar todo y cambiar de vida, o quedarse en el lugar porque es lo que les gusta más allá del momento político que les toca atravesar. Hay una cosa injusta de muchos trabajadores de prensa que no comparten la ideología editorial de algunos medios, y sin embargo tienen  que seguir trabajando, pero queda claro que hay posiciones más dignas que otras.

—Alguna vez dijiste que admirabas a José Saramago en “Ensayo sobre la ceguera”, por describir el universo femenino sobre el horror de una violación. En “Betibú” escribís sobre ese hecho pero protagonizado por un varón.

—Yo cuando lo estuve armando pensaba si era una situación para un hombre o una mujer, y de repente me pareció tan claro que tenía que ser un varón, porque la novela está atravesada por la realidad y hay muchos casos reales de mujeres que fueron violadas y asesinadas, como Cecilia Giubileo u Oriel Briant. Y de alguna manera, es como que la literatura viene a poner orden o a traer un equilibrio, y yo quería hacer otra cosa en la literatura. Para eso leí mucho sobre el tema y sobre todo me intrigó por qué las personas que pasaron por esa situación violenta, declaran que la persona que fue violada ya murió, y que ahora son otros.

—El año pasado, desde un diario le recomendaste a la presidenta algunos libros, ¿hoy cambiarías la nómina?

—Eran en ese momento libros que tenían que ver con su duelo, ante la partida de su pareja, básicamente porque era sobre la sensación del dolor.  Hoy quizás le regalaría otra cosa, que puede ser una novela de David Lodge, porque son muy graciosas o muy irónicas.

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