A partir de hoy la Torre David Hume –uno de los edificios de la Universidad de Edimburgo– ya no llevará el nombre del filósofo empirista nacido en la capital de Escocia, según decidieron las autoridades de la institución a causa de las opiniones racistas y los vínculos con la esclavitud que se le atribuyen al pensador.
El edificio, que se usará como biblioteca, se conocerá ahora como 40 George Square, según un comunicado emitido por el centro universitario.
La decisión se produjo después de que el Comité de Igualdad y Diversidad analizase una petición cursada en Internet por los estudiantes, y apoyada con más de 1.700 firmas, que pedía renombrar las instalaciones con el argumento de que Hume “escribió epítetos racistas” que argumentaban la superioridad de los blancos y defendía la compra de esclavos.
“Es importante que los campus, los planes de estudio y las comunidades reflejen la diversidad histórica y contemporánea de la universidad y se comprometan con su legado institucional en todo el mundo”, señaló la nota, que precisó que se trata de un cambio de nombre temporal “hasta que se realice una revisión completa”.
Felix Waldmann, un ex profesor de Edimburgo que ahora está en la Universidad de Cambridge, llamó a Hume “descaradamente racista” después de descubrir una carta previamente desconocida que el filósofo escribió alentando a su patrón a comprar una plantación de esclavos.
La prestigiosa universidad precisó que la decisión se ha tomado teniendo en cuenta las protestas sociales que sucedieron al fallecimiento, en mayo pasado, del afroamericano George Floyd en Estados Unidos, que murió a manos de un policía blanco y cuya muerte generó una ola de protestas globales encauzadas en el movimiento “Black Lives Matter”, que aboga por la abolición de las concepciones racistas en las instituciones.
Un defensor de la supremacía blanca
El filósofo, historiador y economista escocés del siglo XVIII está considerado como una de las figuras más importantes de la Ilustración escocesa, como indicó Elizabeth Lund, la alumna que inició la campaña para cambiar el nombre del edificio más alto del campus, situado en el centro de Edimburgo.
“Nadie está exigiendo que borremos a David Hume de la historia. Sin embargo, no deberíamos estar promoviendo la figura de un hombre que defendió la supremacía blanca”, afirmó la estudiante en la página web en que figuraba su petición.
Y agregó que “los actos de los hombres del pasado pueden ser juzgados en el presente para echar luz a sus vidas y saber qué intereses representaron en cada momento”.
En los días previos a la petición, estudiantes y profesores debatían acerca del alcance del racismo de algunos hombres prominentes cuyos aportes habían también beneficiado de alguna forma a la humanidad. Buena parte del estudiantado sostenía que aunque sea por omisión, quienes abonaban la pertinencia de la esclavitud, ya deberían ser señalados como culpables de los asesinatos masivos que en esas instancias sufrían los negros traídos de África que buscaban escapar.
Voces al rescate de la figura de Hume
Tras la decisión “cobarde y sin carácter” de cambiar el nombre de la torre, no tardaron en llegar las críticas. La Universidad fue cuestionada por académicos y políticos como Neil O’Brien, diputado conservador de Harborough, en Leicestershire, quien escribió: “La Universidad de Edimburgo ha eliminado al gran filósofo de la ilustración David Hume. Qué cosa más cobarde, estúpida, patética y tonta. Me avergüenzo de ellos”.
Al mismo tiempo, el destacado historiador Sir Tom Devine, profesor emérito de esa casa de estudios sostuvo que “el actual director de la Universidad (Peter Mathieson) debería agachar la cabeza con absoluta vergüenza”.
El académico dijo que si todavía estuviera empleado por la universidad, “habría luchado con uñas y dientes contra esta decisión” y añadió que a los estudiantes de historia se les enseña a “nunca caer en el pecado intelectual del juicio anacrónico, es decir, nunca imponer los valores de hoy sobre los del pasado”.
Devine también indicó que Hume era “la mente filosófica más grande que jamás haya producido Escocia” y destacó: “En el año del informe de la carta de David Hume sobre las plantaciones, no hay evidencia de que ningún grupo en Escocia se oponga a la esclavitud en las colonias.
En ese sentido, fue un hombre de su tiempo, ni mejor ni peor que cualquier otro escocés de la época”.
Asanga Welikala, profesora de derecho público en la Universidad de Edimburgo y copresidenta del Foro Keith sobre constitucionalismo de la Commonwealth, dijo por su parte: “No estoy de acuerdo con esta decisión.
El pensamiento de David Hume me ha inspirado a lo largo de una carrera de 20 años trabajando para promover la democracia constitucional en Asia, Oriente Medio y África”.
Jonathan Hearn, profesor de sociología política e históra de la universidad, dijo que si bien esas opiniones de Hume eran “racistas, ofensivas y dignas de condena” su “trabajo proporciona una visión de los dilemas del orden moral moderno y las raíces de la moral humana” y “sus escritos sobre filosofía, historia y economía política están llenos de reflexiones profundas y duraderas sobre la naturaleza y la historia humanas”.
Y matizó que “por supuesto, hay que criticar sus errores, debatir sus ideas y, si es necesario, eliminar su nombre de los edificios. Pero merece ser recordado”.
Hume, defensor del sentido común
Hume nació y murió en Edimburgo, Escocia. Nació en 1711 y murió en 1776. Fue filósofo, economista, historiador y una de las figuras centrales de la Ilustración, el movimiento que tenía por objetivo sustituir a la religión por la razón para comprender, cuestionar y analizar el mundo. Tratado de la naturaleza humana (1739) e Investigación sobre el entendimiento humano (1748) son sus textos fundamentales.
Para Immanuel Kant, el pensamiento filosófico de Hume logró despertar a muchos, incluido al propio Kant, del “sueño dogmático”.
Con 25 años escribió su primer libro importante, Tratado sobre la naturaleza humana (tiene dos gruesos volúmenes). Su gran aporte es la crítica radical de las tres ideas innatas (yo, Dios, mundo) que mantendrá toda la vida. El libro fue un fracaso de ventas y él mismo hizo un resumen que publicó anónimo de tan solo 20 páginas.
Con el Tratado…, Hume aparecía como un filósofo escéptico, porque afirmaba que no podían conocer la existencia de Dios. Esto provocó que más adelante no se le permitiera ser profesor en la Universidad de Edimburgo, ni a la de Glasgow, y se ganó la vida primero como tutor del joven marqués de Anandale (que estaba loco) y luego como secretario del general James St. Claire.
Con este militar Hume pudo viajar por Europa, especialmente por Austria y el norte de Italia (Turín). Académicamente, Hume sólo fue bibliotecario en la Universidad de Edimburgo.
En su época, el libro que se le valoró más fue su Historia de Inglaterra, y no ningún libro filosófico. Hume llegó a secretario de la embajada británica de París (1763), lo que fue importante porque a través de este cargo estableció el contacto entre los empiristas británicos y los enciclopedistas franceses.
Mantuvo una extraña amistad con Rousseau, que incluso viajó a Inglaterra invitado por Hume.
Con el triunfo del partido liberal Hume fue nombrado secretario para los asuntos de Escocia y pasó los últimos años de su vida en Edimburgo. El encargado
de repartir la herencia de Hume fue Adam Smith (el teórico del librecambismo). Esto, que podría parecer una pura curiosidad biográfica, es importante porque Hume, Smith y un filósofo de la época llamado Hutcheson formaron una especie de “escuela escocesa” pragmatista, empirista, partidaria de la sociedad civil y defensora del “sentido común”.