“Son dos amigos de la ciudad de Santa Fe que estaban analizando una operación, tenían dinero en efectivo”, contó Marcelo, empleado de la concesionaria de Arévalo casi Provincias Unidas de Rosario sobre las víctimas de un ataque a balazos perpetrado en la vereda de ese galpón apenas caía la noche de este miércoles. Uno de los compradores, el que recibió tres disparos y quedó internado en grave estado en el hospital de emergencias Heca, es Jorge Alberto “Caqui” Muñoz, ex jefe de la barrabrava del club Colón. Carga con varias anotaciones penales. Su acompañante también tributó en el paravalanchas sabalero. Tenían encima 697 mil pesos y 19.200 dólares que sus agresores no se llevaron.
Las balas calibre 40 cruzaron por el frente de la concesionaria que no tiene la imagen de otras del rubro pese a que, entre los vehículos que comercializa, hay varios de alta gama. Funciona, desde hace nueve meses, en un galpón levantado en Arévalo 6747, en barrio Fisherton Industrial.
Alrededor de las 20 de este miércoles, estaban en la puerta el dueño del comercio y los dos potenciales compradores, que ya habían cerrado antes otras operaciones con la concesionaria. Los atacantes, que llegaron en moto, abrieron fuego contra los tres en la vereda. Los dos clientes se habían bajado poco antes de una Renault Kangoo, en la que habían viajado desde la ciudad de Santa Fe.
Uno de los heridos recibió un balazo en el abdomen y en un brazo. El otro, tiros en la espalda, la cintura y la cabeza. Ambos estaban conscientes cuando ambulancias del Sies los llevaron hasta el Heca y el Centenario, respectivamente.
El que se llevó la peor parte fue Caqui Muñoz, de 47 años, quien quedó internado con estado reservado. Es conocido en la capital santafesina: estuvo al frente de la barra de Colón cuando los hermanos Orlando, conocido como Nano, y Juan Abel (alias Quique) Leiva eran otros de sus máximos referentes.
Como en otros casos, ese reinado del tablón tuvo decadencia y fin. Fue a partir de octubre de 2013, luego del crimen de Walter González Montaner en el bar Fiji de la Recoleta santafesina en el que aparecieron involucrados.
Los tres líderes de la barra quedaron presos entonces. Dos salieron, entre ellos Muñoz. Quique Leiva no: enfrenta una pena de 24 años de cárcel por ese crimen, con una sentencia que se acumuló a otra causa.
Otra sangrienta balacera: atacan a tiros una concesionaria y quedan dos clientes heridos, uno grave
Caqui recorrió las crónicas policiales y las geografías. Viajó por todo el país acompañando al equipo sabalero. También fuera de las fronteras, siguiendo a la Selección de Fútbol. Estuvo, por ejemplo, en Cuba. Y en Colombia, donde visitó el museo y la tumba del ex capo del cártel de drogas de Medellín, Pablo Escobar Gaviria, acribillado por fuerzas de seguridad colombianas el 2 de diciembre de 1993 en el barrio Los Olivos de Medellín, cuando escapaba por los techos tras ser cercado por los uniformados.
El barra tiene una causa en trámite por “atentado y resistencia a la autoridad, lesiones dolosas y daño agravado» del 19 de abril de 2013. Un mes antes, le habían imputado infracción al Código de Faltas por “reventa de entradas”. Tenía otras anotaciones penales previas, entre ellas, por “tenencia de arma de guerra y portación de arma de fuego”, un caso de “hurto calificado” en la ciudad de San Justo en 2002 y otras faltas como “molestias por ebriedad” en al menos dos oportunidades.
En junio de 2014, durante la disputa del Mundial de fútbol, las autoridades migratorias de Brasil impidieron el ingreso de Muñoz al país. Lo interceptaron cuando intentaba cruzar en su auto particular junto a otras personas y lo deportaron. Caqui figuraba en la nómina de 2.100 personas que las autoridades argentinas habían girado a sus pares brasileñas por antecedentes en espectáculos deportivos.
Su nombre volvió a la palestra hace cuatro años, en 2016, cuando el barra de Independiente César “Loquillo” Rodríguez fue detenido en el bowling Stroker de San Jerónimo al 2800 (también en el centro santafesino). Es el mismo lugar en que habían estado los barras de Colón la noche en que Quique Leiva mató a González Montaner en el bar Fiji, tres años antes.
Por entonces, se dijo que el bonaerense paró durante 45 días en la casa de Muñoz, ya que estaba prófugo. Lo buscaban a Loquillo por el doble crimen Fabián “Animal” Guzmán, un barra de Quilmes, y de su hija de tres años por una interna dentro de la barra de ese club, cuyo liderazgo disputaba un hermano de Loquillo, Mauricio Rodríguez.