“Son un grupo, casi siempre jóvenes que son usados como mano de obra barata. Los narcos inventan que el dueño de una casa violó o robó. Entonces mandan a los pibes para que se la prenden fuego. La familia se va y ahí la ocupan para vender droga. Es lo que inventaron los narcos ahora porque no tiene más los búnkers”, denunció un militante social sobre el accionar de las bandas dedicadas a la venta de droga. Ésta no es la única forma de hacerse con una casa ajena: “Son como 20 o 30 tipos que vienen y te amenazan. Si no querés irte, te balean la casa. Si seguís en el barrio, entran a tu casa, sacan tus cosas a la calle y se meten”, describió una familia de la zona sudoeste. Los dos crímenes ocurridos en la Zona Cero en menos de un año, un brutal asesinato en Villa Banana, la denuncia desesperada de una familia de la zona de Presidente Quintana al 4900 y el caso de un hombre que tuvo que dejar su casa en Las Flores dan cuenta de esta modalidad que implementan bandas para desplegar el negocio de la venta ilegal de estupefacientes y también revelan cómo logran silenciar a los habitantes a través del miedo. En todos casos, las víctimas denuncia que esto no puede ocurrir sin connivencia policial.
En esta semana, el crimen de Gastón Espinoza, un joven de 20 años asesinado la madrugada del sábado pasado en una vivienda de Polledo al 3500, puso en la agenda de los medios a la Zona Cero. En ese sector, ubicado en Nuevo Alberdi y delimitado por Salvat entre Polledo y la avenida Villa del Parque, está el complejo de más de 1.400 viviendas adjudicada por el Programa Habitacional Rosario.
Frente a la Zona Cero está el asentamiento llamado Ciudad Oculta.
Tras el crimen de Espinoza, los vecinos contaron que una banda de jóvenes de Ciudad Oculta acosa a balazos y asalta a los habitantes de la zona para que se muden y poder así usurparles la casa. La noche de su muerte, Espinoza cuidaba la vivienda de su hermano para que no se la ocuparan. Tras el reclamo de los habitantes de la Zona Cero, desde la Secretaría de Seguridad Comunitaria trabajaban, al cierre de esta edición, para diagramar medidas de protección a los vecinos como puede ser aumentar la presencia policial. Y afirman que, ante cualquier situación de riesgo, los vecinos deben comunicarse al 911.
Como antecedente de la Zona Cero quedó el crimen de Jesús Alberto Trigo, el muchacho de 24 años asesinado en marzo pasado por la posesión de su vivienda, ya que su verdugo le reclamaba que la había adquirido de manera irregular.
Villa Banana
Por su parte, en zona oeste, el líder de una banda que se encarga de desalojar a los vecinos tiene apodo y es buscado por la Justicia: El Pandu era de Las Flores y se instaló hace poco más de un año en la zona oeste. Lo acusan de ser el autor del crimen de Javier Barquilla, de 37 años, en Villa Banana, de haber desembarcado en la zona de Presidente Quintana al 4900 para abrir tres búnkers y también de disparar más de treinta tiros el 12 de noviembre pasado contra la vivienda de una familia porque se negó a mudarse.
También de balear a dos adolescentes: tiene cuatro pedidos de captura por estos delitos.
Los militantes de organizaciones barriales de zona oeste hicieron una manifestación anteayer en las escalinatas de los Tribunales para exigir Justicia y continuaron con la denuncia sobre esta banda.
Más Oeste
Por su parte, la familia a la que le balearon la casa en Presidente Quintana al 4900 tuvo que irse de su vivienda. En ese marco, uno de los representantes del movimiento Cuba-MTR contó que los vecinos mantuvieron una reunión con el personal de la Secretaría de Seguridad Comunitaria, quienes se comprometieron a reforzar la presencia policial en la zona y también dar asistencia psicológica a la familia de Barquilla.
Uno de los primeros casos que dio cuenta del cambio que hubo sobre cómo desembarcaba una banda y comenzaba a liderar en un barrio fue el testimonio publicado por este diario de Mario A., un mecánico de 66 años que tuvo que irse de su vivienda ubicada en barrio Las Flores. La banda involucrada era la de Los Monos.
El 25 de agosto de 2014, Mario denunció que las viviendas son usurpadas con violencia o compradas aunque no estén en venta. “Todas las relaciones están ligadas a algunos de los Cantero. Cuando a ellos les interesaba una propiedad la hacían corta porque tenían plata. Iban y les decían: «Tomá 20 pesos». Si les pedían 30, les daban 20 con un: «Tomátelas». Pero estos no son los Cantero, son soldaditos. Chicos drogadictos que roban y venden para ellos, para conseguir su cotidiana porción de drogas”, describió el hombre para agregar que durante los 25 años que vivió en Las Flores tuvo que enfrentarse varias veces “con esos delincuentes, porque te invaden”. Y no olvida la noche del 26 de julio de 2013, cuando discutió con un vecino que se puso “denso” y decidió pasar la noche en la casa de un familiar. Al día siguiente, le avisaron que le habían vaciado la casa y nunca más pudo volver. Una modalidad que cada vez replica más fuerte y perjudica a los más pobres.
Casa vacía y sin riesgo
Pese a esta forma de usurpación que parece extenderse hay una casa que nadie se atrevería a ocupar ilegalmente. Es la vivienda es uno de los departamentos del Fonavi de Lola Mora e Hipócrates y pertenece a la familia Damario. Los hermanos, Milton y José Damario están presos y se los vincula con varios homicidios, entre ellos el de Claudio “Pájaro” Cantero. Hace algunos meses su padre fue mortalmente baleado y la casa quedó vacía. Las hermanas Damario que vivían con su padre habían dejado la casa temiendo un ataque a balazos de las características del que sufrió el padre. Así las cosas la vivienda está vacía, en venta, aunque nadie se atreve a ocuparla. La fama de los Damario sirve en este caso. Son la garantía de que nadie ingrese ni usurpe la vivienda por temor a ser el blanco de balas equivocadas o balas certeras por tamaño atrevimiento. Los vecinos no dejan de sorprenderse por la casa vacía que espera que los hermanos Damario abandonen la prisión y vuelvan a ser sus moradores. Aunque todo indica que para ellos habrá que esperar algún tiempo.