A Valentín le gusta jugar a la pelota, cantar, bailar y tocar la batería. “Con mi hermanita miramos siempre Peppa Pig. Nos encanta”. El nene tiene 7 años y padece la enfermedad huesos de cristal. El nombre científico es osteogénesis imperfecta: un trastorno congénito e incurable que afecta a los huesos del cuerpo provocando su ruptura sin ninguna causa y ante el mínimo golpe. Esta enfermedad persiste a lo largo de toda la vida de la persona que la sufre, aunque en algunas ocasiones las fracturas pueden disminuir después de la adolescencia. El pequeño vive con su familia en una pequeña casilla en la zona sur. Tiene todas sus necesidades básicas insatisfechas. Y su mamá pide ayuda para que su hijo pueda tener una vida digna.
Valentín vive con su mamá Aldana Wollert (26), Francisco (32) –esposo de su madre– y su hermana más pequeña Uma (3). Es una casilla ubicada en Sánchez de Thompson al 60, en barrio Municipal, a donde llegaron en noviembre. Es un cuadrado de seis metros por seis y no tienen cubiertas las necesidades básicas: tienen piso de tierra, les faltan las divisiones y se les pudrieron los tirantes del techo de chapa. Cuando llueve el agua no perdona. No tiene revocadas las paredes y tampoco tienen baño.
“Valentín nació con fracturas en las costillas y otra en el fémur. No puede golpearse ni hacer movimientos bruscos. Se quiebra sus huesos espontáneamente. No camina, se traslada en una patineta porque tenemos el piso de tierra y no se puede mover con la silla de ruedas por la casa”, explicó su mamá. Y siguió: “Caliento un poco de agua y baño a los chicos en un fuentón. Para hacer sus necesidades, Valentín usa la pelela de su hermana más chica”.
A la enfermedad de los huesos de cristal se le suma otra patología: el niño tiene crisis de ausencia, un inconveniente neurológico que hace que pierda su mirada y quede aislado durante varios segundos. El pequeño puede empezar un tratamiento pero su madre prefiere esperar un tiempo, por miedo a que pase algo peor.
Valentín cursa primer grado en la escuela primaria John Kennedy, de Grandoli y Gutiérrez. Su mamá lo lleva y lo trae en su silla de ruedas hasta que llega a la puerta de su casa: allí la cambia por la patineta, como una extensión de sus piernas.
A esa pequeña casilla de zona sur, Aldana la paga mensualmente con la pensión del pequeño. El esposo de la mujer gana 300 pesos por día: con ese dinero sobreviven.
Valentín pasa su tiempo realizando tareas escolares, mirando dibujos animados con su hermana y canta y baila los temas del grupo de cumbia santafesina La Vanidosa. Es uno de los tantos fans que tiene la banda.
A pesar de su incapacidad física, Valentín pelea por su derecho a ser niño y su familia lucha para poder brindarle las necesidades que el pequeño necesita. “El que pueda darnos una mano para poder vivir mejor, estaremos muy agradecidos. Vivimos en una casa muy precaria y se nos dificulta muchísimo poder tener una vida digna”, concluyó la mujer.
Cómo ayudar
Algunas de las necesidades que tiene la familia de Valentín son materiales para la construcción, ropa y lo más importante, que puedan tener un baño propio. Para las personas que quieran colaborar pueden comunicarse al teléfono 152-245293.