En diciembre pasado el Ejecutivo municipal creó la Dirección de Pueblos Originarios, integrada por el Consejo de Coordinación y Participación de Políticas Públicas Indígenas. Con ese instrumento legal, las comunidades planifican un censo que dará cuenta de la cantidad y calidad de vida de quienes se reconocen como parte de los pueblos originarios y residen en Rosario. La representante de la Mesa de Trabajo de los Pueblos Originarios y dirigente de la comunidad kolla Cristina Choque contó a El Ciudadano cómo llegó a la ciudad, los proyectos, y las necesidades que tienen hoy los descendientes de los que alguna vez fueron los únicos habitantes de la región.
—¿Cómo llegó a Rosario?
—Nací en Volcán, una localidad que queda a 41 kilómetros de San Salvador de Jujuy; pertenezco al pueblo kolla. A los 13 años quedé huérfana y me fui a vivir a Buenos Aires con una de mis hermanas. Conocí a mi esposo y nos vinimos a vivir a Rosario.
—¿Cuántos son en la ciudad?
— La primera oleada de gente vino del Chaco en 1985, después vinieron muchos en 1989. Somos alrededor de 28 mil: unos 25 mil de la comunidad qom, lo siguen los mocovíes, kollas, mapuches, wichis y aymaras (que son ascendientes de bolivianos), y quechuas. La cuna de la civilización indígena está en Perú y se fue dispersando por todos lados.
—¿Cómo empezaron a mostrar su cultura?
—En 2012 empezamos con un programa que se llama “Volviendo a la memoria de los Pueblos Originarios”, que implica ir a visitar a las escuelas que se inscriban. Un grupo de personas que pertenece a diferentes pueblos: quechua, kolla, qom, hacen actividades como trabajar con arcilla para hacer artesanías, se les enseña a los chicos los instrumentos musicales como el charango, el sikus, la quena, y al final de la actividad tocan una canción moderna para que se enganchen los chicos. También se llevan afiches temáticos sobre la arquitectura y se cierra hablando de las vivencias de cada uno.
—¿Cuál fue el mayor logro?
—Que se creara la Dirección de Pueblos Originarios. Hace muchos años queríamos tener nuestro propio espacio, con personal propio. Tenemos 28 consejeros que pertenecen a las distintas comunidades, pero el lugar está abierto para que vengan todos los pueblos. Dentro de ellos, hay cinco jóvenes que se ocupan del tema salud y de la promoción de derechos. Tuvimos que luchar burocrática e ideológicamente para conseguir la Dirección. La aceptamos porque de alguna manera es poder comenzar a trabajar para el futuro y también demostrar que somos capaces de lograr metas.
—¿Qué proyectos tienen?
—El censo es muy importante, así vamos a saber cuántos somos en total. Las necesidades que hay en salud, educación, si tienen vivienda, cuántas personas están enfermas, si es necesario comprar o expropiar la tierra, la calidad de vida. Es muy importante porque a partir del censo podemos empezar a hacer políticas indígenas. No podemos pensar en el futuro si no sabemos dónde estamos parados.
—¿Qué falencias tienen?
—Uno de los problemas que tenemos es que no nos entienden cuando nos expresamos. En el caso del pueblo qom, es por la lengua, pero también es creer que los pueblos originarios no estamos maduros. A veces es burocracia, y otras veces no nos entienden lo que pedimos. También hay mucha pobreza y marginación: aproximadamente un 30 por ciento de las personas que integran los pueblos originarios tienen trabajo, el resto “changuea”. El gobierno –desde su óptica– quiere incluirnos, pero hay muchas cosas que nos proponen y nosotros no las aceptamos.
—¿Cuál es la mayor urgencia?
—La salud. No confían mucho en los médicos porque algunos no los interpretan. Se solicitó que haya traductores de la lengua, ya que hay gente que se resiste, sobre todo las personas de mayor edad, porque siempre se trataron con yuyos, con lo que sus padres y abuelos les fueron enseñando de generación en generación, todo natural. Si no hay un seguimiento de los médicos muchos no terminan el tratamiento, son desconfiados.
—¿Qué expectativas tienen con la nueva Dirección?
—Que se cumplan los proyectos. Que podamos poner en marcha la Dirección con todo lo que ello implica. Es un tiempo de mayor compromiso porque logramos un espacio que nos va a servir para trabajar y resolver problemas. Es un tiempo de desvelarnos para ver qué podemos hacer al otro día. Vamos dando pasos cortos pero lo más firme posible.
Semana de reflexión
Desde el sábado 19 hasta el pasado viernes 25 se realizó en Rosario –y en todo el continente, con distintos títulos y modalidades– la Semana de los Pueblos Originarios.
“Fue una participación comunitaria porque estuvieron presentes los pueblos de distintas comunidades. La Secretaría de Cultura de la Municipalidad estuvo en la organización y la puesta en escena de las actividades. Los jóvenes hicieron talleres sobre poesía, pintura de remeras, y difundieron nuestros derechos. Fue fructífero porque estuvieron todas las comunidades mostrándose al público. Las escuelas que quieran acceder al programa Volviendo a la Memoria de los Pueblos Originarios, que es un servicio gratuito, pueden hacerlo a través de: volviendoalamemoriadelospueblosoriginarios@hotmail.com, o llamando al 480-4511 (interno 215) o al 153- 290714”, resumió Choque.