«Paulo era sumamente respetuoso con los protocolos, el uso de mascarilla y barbijo, convivía con alguien en la primera línea de fuego así que conocía la crudeza de la realidad», resume Fernando que hace 11 años vive en el gran edificio de Mitre entre Tucumán y Catamarca. Allí, por la gran cantidad de departamentos y, por ende, de personas que circulan trabajan guardias las 24 horas. Uno de los cuidadores era Paulo que el lunes pasado falleció por afecciones vinculadas al coronavirus.
Al enterarse la noticia este fin de semana, a través de un grupo compartido de Whatsapp, vecinas y vecinos decidieron ensayar una forma de homenaje: colgaron carteles con mensajes de amor y recordando gestos de Paulo. Fernando, de 32 años, publicó en Twitter: «¿Cómo vamos a recordar todo esto y sus personas? ¿Tendremos memorabilias para hacerlos perdurar? En mi edificio despedimos a un guardia de esos que con un saludo y una sonrisa te hacían salir a la calle más tranquilo. Así era Paulo en el Beta de Mitre al 300».
A continuación publicó fotos con carteles escritos con fibrón y birome donde se repiten las palabras tristeza y amargura, además de resaltar la amabilidad y generosidad con la que se desempeñaba Paulo en el edificio.
A ocho meses del inicio de la pandemia y después de tres meses de contagios en alza en Rosario, recién ahora los números indican una baja. Sin embargo, la cantidad de contagios diarios y el número de muertes sigue siendo alto y en este caso el virus se llevó la vida de un joven trabajador.
Paulo integraba el sector de trabajadores esenciales por lo que nunca dejó de asistir al edificio céntrico. No tuvo otra opción más que seguir trabajando. Desde el inicio de la pandemia, contó Fernando a El Ciudadano, Paulo utilizó mascarilla y barbijo ya que su esposa es enfermera de Pami, por lo que tenía en claro las medidas de cuidado necesarias para evitar la propagación del virus.
Paulo tenía cerca de 40 años y falleció el lunes pasado tras sufrir un ACV, una secuela de su contagio por coronavirus, detalló Fernando. Estaba casado con una enfermera del Pami y tenía dos hijas, la mayor de 14 años.
«Si bien su función era controlar la circulación humana, siempre se prestaba a un diálogo, un saludo, una participación amena en el micro instante del vínculo que teníamos. Viste… donde laburan las personas que limpian, reparten o cuidan son como los invisibles. Nunca les podemos disponer tiempo porque siempre te cruzás a las apuradas y a pesar de eso se destacaba por lo generoso que era», planteó.
Además, contó que siempre estaba dispuesto a unas palabras de consejo o aliento y que ayudaba a los vecinos más aún en esta época de distancia social y pocas reuniones social.
Para Fernando es importante dejar una huella de estas vidas, de estos vínculos humanos que existen y que la pandemia rompió. Para que las muertes dejen de ser una cifra que se actualiza diariamente, las vecinas y vecinos de Mitre al 300 encontraron esta manera de narrar y homenajear la vida de Paulo. También quisieron hacerles saber a la esposa e hijas que en su lugar de trabajo le guardaban mucho afecto.