Por Manuel Parola – Especial para El Ciudadano
Un grupo de vecinos de los barrios de las periferias de la ciudad, autoconvocados y referenciados a través de organizaciones clericales, presentaron un documento a través del cual exponen su preocupación por la creciente ola de violencia en los barrios y villas de Rosario, fundamentalmente por las muertes de las y los jóvenes de la comunidad. «Nos preocupa mucho la violencia en nuestros barrios, los muertos que hay. Especialmente que estos muertos son los pibes y las pibas de nuestros barrios, que muchas veces pasan desapercibidos excepto en los policiales, después como que la vida de ellos no tendría tanta importancia como otras” dijo el sacerdote y referente de barrio Tablada, Claudio Castricone, quien agregó: “Lo que más nos duele son las balaceras en nuestros barrios”.
El párroco afirmó que durante la pandemia, “el Estado y la sociedad civil estuvieron a media máquina” y que se ha producido un profundo debilitamiento de las instituciones: “El tema de las escuelas y los clubes cerrados hizo que los chicos estuvieran mucho en la calle y quedaran realmente expuestos a lo único que está dando trabajo en nuestros barrios que es el narcotráfico. La situación posibilitó que sean la respuesta a lo que está pasando en los barrios”, describió. Sobre la relación de los más jóvenes con las bandas vinculadas al narcotráfico, comentó: “Han tomado muchas veces el control de ellos, siendo la única salida laboral tras ser expulsados del sistema educativo. Con el afianzamiento del narcotráfico, vino el de la violencia, porque están muy unidos uno con el otro”.
El comunicado, titulado “Felices los que trabajan por la paz” esgrime que para las familias de las víctimas de las balaceras “ya no existe ninguna esperanza de justicia: la venganza o la resignación resultan las únicas alternativas”. Para Castricone, la salida es la multiplicación de los lugares de contención en los barrios: “Creemos que es importante, después de las vacaciones de invierno, volver con las escuelas, que se reabran los clubes. Porque es sacarlos de la calle, y hoy la calle no te enseña nada bueno”, indicó.
“A lo mejor, los que ya fueron captados por el narcotráfico sea mucho más difícil poder sacarlos de esos espacios y le va a costar a ellos también, pero lo importante hoy es que no siga pasando” advirtió a este diario el sacerdote, y añadió: “Eso es lo que después hace que haya disputas por el territorio, y lleva a que esas disputas después se arreglen a los balazos”.
En el comunicado, alegan que es necesario un reencuentro entre todos los sectores que son parte de la dinámica institucional de los barrios, tanto estatales, gremiales, religiosos y civiles. Una de las propuestas generadas por los vecinos es justamente la ampliación de los horarios de funcionamiento de las instituciones que ya están integradas a los barrios, como por ejemplo las escuelas y los clubes sociales y deportivos para reactivar y profundizar su rol de “lugares de contención».
“La pandemia llevó a que las instituciones se cerraran. No podemos dejar a los chicos en la calle” dijo Castricone. “Por eso me parece que habría que volver a abrir con todos los cuidados y protocolos. Cuando la situación se vaya normalizando por las vacunas, las escuelas tiene que plantearse seriamente que tengan jornada extendidas”, manifestó. Según el clérigo, la vida de los jóvenes en los barrios, cuando no están abiertas las escuelas, se extiende hasta horarios en los que las instituciones están cerradas. En ese sentido, indicó: “Me parece que ahí habría que encontrarle la vuelta de que también en esos horarios, los fines de semana, estas instituciones aparte de que son referenciales en los barrios, estén abiertas”.
“La mejor manera de desarticularlo es la educación y la posibilidad de trabajo”
El cura Claudio Castricone argumentó que “hay intentos de miembros de los tres poderes por enfrentar estas mafias y la corrupción”, pero que “el poder de la impunidad a veces tiene más fuerza que los quieren hacer algo para revertir esta situación” y que “la mejor manera de desarticularlo es la educación y la posibilidad de trabajo. Y la construcción de lugares de contención y de afecto”.
Aún así, las instituciones a las cuales él hace mención tampoco están preparadas para constituir un espacio de resistencia frente a esta crisis. “Las escuelas son expulsivas para los jóvenes. Estos chicos no terminan ninguno la secundaria, entonces hay que replantearse cuál es el problema, porqué no terminan” dijo el sacerdote, y continuó: “Hay un replanteo de la educación que hay que hacer, y que no es simplemente que son vagos, no quieren estudiar, o que no les interesa. No es eso. Tiene que haber un replanteo mucho más profundo y buscar la salida laboral. Hay dos cosas fundamentales: educación y trabajo para poder apuntar a una solución de fondo”.
Para completar, Castricone hizo una autocrítica de las organizaciones que ya actúan en los barrios y las villas, explicando que todo el trabajo realizado hoy por los trabajadores de la salud y educación, los vecinos y las organizaciones sociales “que han estado a la altura de las circunstancias y que se pusieron la situación al hombro” no alcanzan para revertir el clima de violencia que se vive en los barrios.
“Las organizaciones que estamos en los barrios debemos ser contenedoras de estos niños, adolescentes, jóvenes. Que los sepamos contener. Crear climas de familias en las instituciones para que realmente sientan ese lugar como propio y que no vuelvan a la calle y al delito y a la droga. Realmente que sean lugares donde se sientan contenidos en el afecto”, reflexionó.
Para finalizar, Castricone sintetizó: “Hoy se nos plantean nuevos escenarios, y no podemos tener las respuestas tradicionales de siempre. Eso habría que pensarlo muy bien desde el Estado, y que el Estado colabore con las instituciones están haciendo algo por estos chicos”.
El comunicado de los vecinos cierra diciendo que “el Consejo Económico y Social, las Mesas Barriales, los Foros y muchos otros deben ser más que espacios de diálogo, lugares donde el Estado legitime un debate que genere respuestas concretas para involucrarnos a todos en la transformación de una Rosario más equitativa y pacífica”.