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Veinte años de cárcel para otro bermudense que abusó por casi una década de su hija y la embarazó 

El albañil Carlos Bernabé Vera recibió la misma pena que en abril pasado había recaído sobre Enrique Pochón por idéntico delito

por Flavia Campeis 

Carlos Bernabé Vera, el albañil de 52 años, oriundo de Capitán Bermúdez, acusado de violar a su hija de los 9 a los 18 años y dejarla embarazada fue condenado este viernes a 20 años de prisión efectiva en los Tribunales de San Lorenzo. Con esta sentencia y en estos dos meses, fueron dos los hombres de esa localidad que recibieron la misma pena por el mismo delito.

En un fallo que se dictó de manera presencial, los jueces Eugenio Romanini, Griselda Strólogo e Ignacio Vacca otorgaron a Vera la pena máxima para estos casos, como lo había solicitado el fiscal del caso Maximiliano Nicosia.

La víctima estuvo en la sala y se expusieron brevemente los fundamentos por los cuales se decidió la sentencia. La jueza Griselda Strólogo contó que ese espacio se dio con el propósito de “humanizar” el fallo y explicar que en el juicio “se confirmó la responsabilidad de los hechos de abuso que sufrió la víctima y, por sobre todas las cosas, su propia declaración tomó relevancia”. Strólogo había presidido el Tribunal que el 13 de abril pasado condenó a otro bermudence, Enrique Pochón, por los abusos sexuales sistemáticos que sufrió su hija Bianca de los 8 a los 21 años cuando el embarazo producto de la violación le permitió denunciarlo.

Tras esta nueva sentencia la magistrada volvió a destacar: “la relevancia del testimonio de la víctima en este tipo de fallos tiene que ver con que el Estado no puede estar en cada una de las casas, con cada una de las víctimas cuando sufren este tipo de hechos, pero sí debe estar y escuchar de una manera muy diferente, con perspectiva de género, y entender que hablan cuando pueden hablar y no se las puede cuestionar en ese sentido”.

Los dos condenados, Enrique Pochón y Carlos Bernabé Vera, vivían aproximadamente a 10 cuadras de distancia, en la misma ciudad de 30 mil habitantes, en pleno Cordón Industrial en el sur de la provincia de Santa Fe.

La jueza que participó de ambos juicios hizo un análisis de las dos causas: “el Tribunal entendió que en los dos casos debía darse el máximo de la pena, sobre todo por la extensión del daño” y aclaró que ambas jóvenes “fueron víctimas que durante años padecieron el sometimiento y tuvieron consecuencias con terceras personas, porque en los dos hay un hijo del propio progenitor, lo cual complejiza los vínculos. Tienen un hermano y un hijo a la vez, con lo que conlleva eso para toda la vinculación familiar”.

La magistrada consideró que si bien en los dos casos se pudo ver el dolor y la afectación psicológica que los abusos extendidos en el tiempo causaron en las víctimas, destacó que “en el caso de Bianca tuvo la suerte de un apoyo familiar inmediato en el momento del develamiento” mientras que en el último caso “fue bastante más compleja la situación. Vimos que la víctima tuvo los recursos y la solvencia en su declaración y fue impactante esa fuerza, ese valor y la entereza que tuvo en la audiencia de trasladarle al Tribunal lo que necesitaba y lo que nos toca a nosotros como Estado”.

Sobre la cercanía en cuanto a la zona y las fechas en que se cometieron los abusos Strólogo contó que “estamos teniendo muchos casos de abusos que impactan muchísimo en la jurisdicción. Estamos completamente permeables y creo que cada vez más víctimas se animan y tienen un acceso a la Justicia y una confianza de que van a poder trasladarlo. Que se va a poder hacer justicia con respecto a la respuesta estatal”.

También destacó el rol de los medios en este sentido: “es importante el trabajo de la comunicación, porque los jueces hablamos por nuestras sentencias, pero hoy ha cambiado el modo y los medios, a mi entender, son nuestro canal de comunicación social. Que las víctimas puedan saber a través de los medios nuestras resoluciones, para saber qué pueden esperar de la respuesta del Estado a través de los operadores que somos los jueces”.

El caso

La joven cuyo padre fue condenado este viernes hoy tiene 25 años y un pequeño hijo producto de esas violaciones, quien sufre importantes problemas de salud, según los médicos, a causa de la consanguinidad entre progenitores.

La chica fue abusada durante nueve años mientras vivía con su padre y su madre en una precaria vivienda en calle Ayacucho del barrio Villa Margarita, en zona norte de Capitán Bermúdez, hasta que lo detuvieron en 2018.

Es un albañil conocido en la ciudad que incluso manifestaba a sus clientes estar muy preocupado por los problemas de salud que atravesaba su nieto. En el juicio la prueba de ADN probó su paternidad.

La chica había comenzado a ser abusada a sus 9 años, lo que se fue intensificando y las violaciones fueron a partir de los 14. A los 18, un día se descompuso y con la compañía de una hermana mayor se hizo el test y se enteró que estaba embarazada y pudo contárselo.

Pero siguió un largo camino hasta que el caso llegó a la Justicia, sobre todo porque recibía amenazas de sus hermanos y de su padre. Según el fiscal Maximiliano Nicosia “cuando ella le contó a sus hermanos que estaba embarazada de su padre empezaron a amenazarla, a decirle que era mentira, le decían que la iban a matar, que se fuera de la casa, hasta le arrojaron piedras”.

A diferencia de Bianca, cuya madre la acompañó a denunciar el mismo día que se enteró lo que sucedía, el fiscal contó que la víctima en este caso no contó con esa compañía y que “se está analizando qué tipo de participación pudo haber tenido la madre”.

En un hecho que demuestra la clara manipulación que ejercía sobre su hija y la familia, Carlos Vera había declarado durante el juicio estar “muy arrepentido” y pidió “disculpas por haberla amado más de lo debido”.

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