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Veinte horas y veinte días para que el aborto sea ley en Argentina

Entre la mañana del jueves y la madrugada del viernes la Cámara de Diputados debatió y dio media sanción al proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Ahora todos los ojos están en el Senado y los feminismos piden que sea tratado y aprobado antes de que termine el 2020

Esta nota fue escrita de forma colaborativa entre las periodistas Arlen Buchara del diario El Ciudadano y Laura Hintze del periódico El Eslabón: Fotografía: Lucía Demarchi

La calle nunca olvida el clima. El 10 de diciembre de 1983, cuando más de un millón de personas salieron a festejar la vuelta de la democracia al país, las crónicas registraron que hacía calor y había sol. La misma fecha, pero en la asunción de Alberto Fernández de 2019, quedó en la memoria como una jornada de un calor y un sol que rajaban la tierra. Ese día, el flamante primer mandatario dio un paso más en la promesa que había hecho en campaña de legalizar el aborto. Sin mencionar directamente el tema, algo que le valió algunas críticas, en su discurso en el Congreso Nacional aseguró que los derechos de las mujeres iban a estar en primer plano y tuvo el fallido que se volvió tendencia de “Volvimos mujeres” cuando quiso decir “Volvimos mejores”. 

En su primera apertura de sesiones legislativas, el 1º de marzo de 2020 Fernández anunció que en el transcurso del año el Poder Ejecutivo iba a enviar un proyecto propio de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). La decisión política recogía el guante de la lucha que construyeron los feminismos argentinos desde la vuelta de la democracia, con la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito como emblema. Fueron esos activismos, que se volvieron más masivos que nunca desde el Ni Una Menos del 3 de junio de 2015, los que lograron que en 2018 el Congreso Nacional discutiera por primera vez un proyecto para legalizar y despenalizar el aborto. De nuevo el Congreso como escenario y el clima como termómetro de la calle. Junio y agosto de 2018 estarán siempre en la memoria como las vigilias del frío, mucho frío y lluvia, mucha incertidumbre y muchas emociones. 

Este jueves 10 de diciembre de 2020, fue el día del calor intenso. Un calor que apenas aflojó al amanecer, cuando el resultado de la votación fue, literal y simbólicamente, una bocanada de aire fresco. A las 07.23, con 131 votos a favor, 117 en contra y 6 abstenciones, la Cámara de Diputados dio la esperada media sanción al aborto voluntario hasta la semana 14  de gestación mientras el aire fresco se convertía en las primeras gotas de lluvia. Ahora, en los 20 días que le quedan al diciembre más verde de las últimas décadas, todos los ojos estarán puestos en el Senado y en que en el 2020 sea ley. 

Qué se votó 

El proyecto de ley de IVE que se votó establece que «las mujeres y otras personas con identidades de género con capacidad de gestar» tienen derecho a practicarse un aborto hasta la semana 14 del proceso gestacional. Los diputados y diputadas que promueven el aborto legal introdujeron cambios para facilitar su sanción en el Senado en lo referido a la objeción de conciencia de las instituciones sanitarias privadas. Las modificaciones establecen ahora que aquellos centros de salud privados o de la seguridad social que no cuenten con profesionales para realizar la interrupción del embarazo por objeción de conciencia deberán prever y disponer la derivación a un lugar de similares características, donde se realice efectivamente la intervención.

Aborto es derecho humano 

La media sanción de este 11 de diciembre fue un paso más para saldar una de las deudas más importantes de la democracia. Es que, en los 37 años que pasaron de la recuperación del voto popular, hubo avances en la ampliación de derechos de mujeres y diversidades sexuales pero no en la autonomía para decidir sobre el propio cuerpo. Desde 1921, las personas gestantes son criminalizadas por interrumpir un embarazo, salvo si corre riesgo su salud o si fueron víctimas de violación. La penalización no impidió ningún aborto. Según el Ministerio de Salud nacional, en el país se hacen entre 370 mil y 500 mil abortos anuales y hay entre 40 mil y 50 mil internaciones por complicaciones por abortos inseguros. Desde 1983 más de 3 mil mujeres murieron por la clandestinidad y cientos de miles sufrieron daños irreversibles en su salud. 

Sea por casualidad o causalidad, la fecha en la que se celebra el Día Internacional de los Derechos Humanos y la vuelta de la democracia, se convirtió en un homenaje a las pioneras de la pelea por el aborto legal y a todos los feminismos.

La pelea por la legalización del aborto en Argentina empezó en los ochenta con las primeras luchas feministas que se cristalizaron en la Comisión por el Derecho al Aborto, creada en 1988. Continuó, se consolidó y volvió más federal que nunca con la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, nacida de los debates en los Encuentros Nacionales de Mujeres (ahora plurinacionales y disidentes). La lucha se potenció y ganó masividad a partir del Ni Una Menos de 2015. La Campaña presentó el primer proyecto en 2007 y lo volvió a hacer cada dos años cada vez que perdió estado parlamentario. En 2018 fue la primera vez que llegó a tratarse. Ese año, los feminismos mostraron su fuerza con un millón de personas en las calles y dieron cuenta de que en Argentina la sociedad ya despenalizó el aborto.

El avance de Argentina en la legislación del aborto voluntario es un faro para Latinoamérica, una región particularmente desigual en el derecho a decidir: el 97 por ciento de las personas gestantes viven en países donde el aborto está penalizado, sólo 6 naciones lo despenalizan por completo, donde vive apenas el 3 por ciento de la población. 

Si en la media sanción de 2018 fue clave la construcción transversal del grupo de diputadas y un diputado llamado l@s soror@s junto con el trabajo de cabildeo de la Campaña; en este 2020, al activismo y a ese trabajo previo se sumó el impulso del Poder Ejecutivo y a la construcción política de las mujeres y diversidades que ocupan lugares de decisión.    

En este nuevo tratamiento, los discursos a favor hablaron desde el dolor que producen las muertes por abortos clandestinos pero también desde la reivindicación del derecho al goce. Una de las legisladoras sintetizó la consigna de la Campaña con la cita a la reversión del pañuelo verde que hicieron las feministas guatemaltecas: “Educación sexual para descubrir, anticonceptivos para disfrutar y aborto legal para decidir”. 

Los votos en contra se justificaron, en su mayoría, apelando a salvar las dos vidas. Para eso la propuesta de salvamento fue diversa: se apeló a las religiones, a cuestiones de clase. Se denunció que el debate es una estrategia para evitar hablar de la situación con los jubilados y la crisis económica. Un diputado aseguró que el debate “no es prioritario”,  “que los progres son falsos progres” y que esto es “un negocio mundial de FMI”. La diputada que en 2018 comparó a las mujeres con perritas no cambió de postura. Esta vez, sin embargo, no usó animales para argumentar. Sí cerró con un “disculpenme, pero no puedo apoyar este proyecto”. 

Para el debate en el Senado, por reglamento tendrán que pasar diez días. La presidenta de este cuerpo, Cristina Fernández de Kirchner, determinará por cuántas comisiones pasará y cuántos días de debate tendrá antes de llegar al recinto. Su rol será clave para superar la barrera construida en 2018 en la Cámara Alta y aprobar la ley. Un punto a favor es que, en el dictamen del proyecto en Diputados, hubo negociaciones con el Senado y se hicieron modificaciones para sumar votos.  

Estamos en las calles

Las vigilias que acompañaron el tratamiento de la ley en todo el país durante este jueves y viernes marcaron la cancha desde temprano. Fueron una fiesta y actualizaron un capítulo más en la continuidad que hay entre los pañuelos blancos y los verdes: el dolor se puede transformar en la lucha, y la lucha puede, y debe, ser con alegría. Como en 2018, mientras adentro del Congreso Nacional se escucharon los argumentos a favor y en contra, en las calles y en las plazas de todo el país miles de mujeres, lesbianas, travestis, no binaries y varones pidieron que la representación política esté a la altura. 

La plaza San Martín de Rosario fue el epicentro del aguante verde en la ciudad. Una multitud bancó la legalización desde las 10 de la mañana hasta que se votó y salió la media sanción. En la Capital Federal, el encuentro fue en la plaza del Congreso que, como en 2018, estuvo dividida en dos por vallas. Sobre Rivadavia y Callao se extendió la marea verde. Del lado de Yrigoyen concentraron quienes están en contra, con el color celeste como referencia.  

En el lado verde la pandemia atravesó una vigilia de glitter y barbijos, alcohol en gel en cada mochila, mucho calor, otro tipo de ansiedad. Porque no sólo se trató de una posibilidad real y concreta – otra vez, pero esta vez un poco más – de que el aborto sea legal. Fue también la vuelta, con distancia social, a ese abrazo colectivo, feminista, que en los últimos años se había vuelto rutina, bálsamo y fiesta.

Así, cada cuadra alternó entre la transmisión del debate, micrófonos que giraban en rondas y asambleas, escenarios que trajeron la fiesta que no fue el 2020. Si algo quedó claro, caminando las al menos diez cuadras ocupadas por el Sí al aborto, es que las estadísticas, la cantidad de muertes, las violencias sufridas por niñas, señoras, mujeres, varones trans, personas no binarias, el horror en sí, pueden transformarse en lucha. Y que la lucha, aún más después del año de la pandemia, es también la alegría de volver a encontrarse. Por 20 horas, entre el mate y el escabio, el cuarteto con «La mano de Dios» y reggaeton, el debate y los redoblantes, la multitud volvió a hacer de la jornada, un momento único. Todos los encuentros feministas que tuercen la historia quedan en la retina colectiva.   

Del otro lado, el celeste, el acompañamiento al No al aborto no tuvo al feto gigante pero si un bebé de plástico manchado de sangre y crucificado. Se apeló a la protección de las dos vidas y se advirtió con una bandera que “no queremos un Ministerio de la Muerte”. También se denuncia: “aborto, gorila y burgués”. Una señora defendió su postura arrodillándose y simulando una procesión, crucifijo y muñeco sangriento en mano.  

El debate 

En la sesión especial, la primera presencial en la pandemia, con 105 diputados y diputadas en el recinto, y 45 de forma virtual, se discutieron dos proyectos que tuvieron dictamen el miércoles por la tarde: el de Interrupción Voluntaria del Embarazo y el que crea el programa de los Mil Días. Primero se trata y vota el aborto legal, con 170 expositores, y después el de los Mil Días, por el que hablarán 50 legisladores y legisladoras. El primero salió con 131 votos a favor, 117 en contra y 6 abstenciones. El segundo con 96 votos afirmativos, ningún voto negativo y cinco abstenciones. 

La sesión arrancó a las 11.15 del jueves 10 con las palabras del presidente de la Cámara, Sergio Massa. “Acá no hay diputados antiderechos ni diputados asesinos”, dijo y pidió un debate con respeto. A la misma hora, el presidente Alberto Fernández y el ministro de Salud Ginés González García anunciaban que la vacuna contra el covid-19 llegará a 300 mil personas antes de fin de año.

Siguieron las y los presidentes de las comisiones de Legislación General, Cecilia Moreau (Frente de Todos); de Salud, Pablo Yedlin (FDT); de Legislación Penal, Carolina Gaillard (FDT) y de Mujeres y Diversidad, Mónica Macha (FDT), que remarcaron la importancia de que el Congreso apruebe el proyecto y coincidieron que se trata de «una deuda histórica».

Los votos santafesinos

La provincia de Santa Fe estuvo representada por 19 diputados y diputadas, de los cuales once votaron a favor de la IVE. Los del Frente de Todos – Marcos Cleri, Josefina González, Germán Martínez, Alejandra Obeid, Esteban Bogdanich y Patricia Mounier – fueron en su totalidad votos verdes. Bogdanich había estado indeciso hasta último momento. Alejandra Obeid fue una de las exposiciones más esperadas porque cambió de opinión con el debate: “La realidad me puso en el abismo de mis propios pensamientos y dogmas, y pude entender que lo que pensamos cada uno sobre estas leyes, que lo transformarán todo, no pueden nublar nuestro compromiso de legislar en la ampliación de derechos”. Mounier recordó a Ana María Acevedo, la joven de 19 años que murió porque los médicos objetores del hospital Iturraspe de Santa Fe le negaron el acceso a un aborto no punible y no le trataron el cáncer de mandíbula que la estaba matando para salvar al feto. Los dos murieron. 

También votaron a favor Albor Cantard, Gonzalo del Cerro, Ximena García y Juan Martín, de Juntos por el Cambio; y Enrique Estévez, del Partido Socialista, quien recordó a la activista y ex diputada Silvia Augsburger, una de las impulsoras del primer proyecto de la Campaña presentado en el Congreso. 

Los votos en contra pertenecieron a Gisela Scaglia, Juan Núñez, Luciano Laspina, Federico Angelini, Carolina Castets, Lucila Lehmann, de Juntos por el Cambio; la massista Vanesa Massetani y el socialista Luis Contigiani. Lehmann además hizo un pedido insólito antes de comenzar el debate: que sea pospuesto a enero porque diciembre es un mes católico. 

Derecho al goce 

Los discursos de cierre arrancaron a eso de las 06 y estuvieron a cargo de las diputadas Soher El Sukaria (PRO), Gabriela Burgos (UCR-Jujuy), Graciela Camaño (Consenso Federal), Silvana Ginocchio (FdT), Brenda Austin (UCR-Córdoba), Silvia Lospennato (PRO), Gabriela Estevez (FdT) y Gabriela Cerruti (FdT). Las primeras cuatro defendieron el dictamen de minorías, es decir, la oposición a la sanción de la ley, mientras que el resto alegó a favor del aborto. 

Las últimas palabras de la histórica sesión pertenecieron a la diputada Cerruti. Vestida de verde, visiblemente emocionada y cansada, la legisladora porteña pronunció un discurso tan conmovedor como poderoso. Volvió a fogonear todas las chispas que la escuchaban desde la plaza y esperaban la votación final.  

“Dejen de hacer del cuerpo de las mujeres el territorio de disputa de aquello que no puede solucionar la economía o la política. El mundo es injusto pero la respuesta no está en nuestro útero. Al contrario, el mundo es injusto porque está construido hace 500 años sobre un sistema basado en la explotación de las mujeres», dijo, contundente. 

Al comienzo de su discurso, Cerruti recordó al ex senador Pino Solanas. No fue la única. Mientras a lo largo de la tarde se repitieron los mismos argumentos que hacen pensar en el lugar de la mujer en la sociedad como un recipiente para dar hijos sin ningún tipo de autonomía, resultaba imposible no pensar en el documentalista y su reivindicación del derecho al goce, ese mismo del que habla Dora Barrancos. Más aún cuando fue el Día Internacional de los Derechos Humanos y Pino dejó el legado de que el goce, señores y señoras, es un derecho humano. 

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