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Velada de la Sinfónica

Sonidos que irradian imágenes, en una noche de lujo para los amantes de la música clásica. La Sinfónica bajo la batuta del maestro Nicolas Rauss ejecutará esta noche a las 21 en el Teatro El Círculo, obras de Brahms, Franz von Suppé y el norteamericano Elliot Carter.

Por Javier Hernández

En una velada de lujo para los amantes de la música clásica, esta noche, la Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario llegará al teatro El Círculo (Laprida y Mendoza) para ejecutar un repertorio en base a obras de Johannes Brahms, Franz von Suppé y Elliott Carter, en el marco de la temporada anual de conciertos.
Punto de inflexión en la saga musical del siglo XX,  Elliott Carter es, según Rauss, “uno de los más grandes de la música clásica actual”. Compositor norteamericano considerado uno de los más importantes de la escena de la segunda mitad del siglo XX, a los 103 años sigue componiendo y es así como en 2008 creó Concierto para flauta y orquesta, pieza sólo estrenada en Estados Unidos, Israel y Berlín (en éste caso bajo la batuta de Daniel Baremboin).
El concierto que se concretará las 21 y será dirigido por el maestro Nicolas Rauss, tendrá la particularidad de convertirse en la primera audición latinoamericana de la obra de Carter y, como si eso fuera poco, contará con la presencia del flautista Guillermo Lavado como músico invitado.
“Es un flautista mendocino que trabaja en Chile y desde hace mucho busca ahondar en los repertorios contemporáneos”, dijo a El Ciudadano el maestro Rauss, nacido en Suiza, radicado en Mendoza y desde hace cinco años director de la Sinfónica Provincial.
“Programé este concierto porque él (Lavado) me lo propuso y no es común que un solista me llame para hacer música contemporánea”, dijo Rauss, quien reconoció que el flautista dedica mucho de su trabajo a este tipo de sonoridades pero no “por gusto” sino porque “entendió que un músico intérprete no puede pasarse la vida teniendo éxito con Mozart y Bach cuando hay compositores actuales que no tienen quién los interprete”, confió.
En las décadas del 30 y 40 Carter comenzó a componer música, veinte años más tarde ingresó en una etapa de gran complejidad musical para, desde principios de los 80 y hasta la actualidad, hacer música con algo más de alcance popular.
Dentro de las marcas no musicales de Carter se reconocen la influencia del cine y la literatura.  Así, por ejemplo, aparecen nombres que fundieron su personalidad en una mezcla inusual que van desde Eisenstein, con el film ruso de 1925 El acorazado Potemkin, James Joyce y Marcel Proust, entre otros. Consultado por la imagen sonora que puede encontrarse tras la ejecución del Concierto para flauta y orquesta, Rauss lo definió como “el irradiar de un sueño; muy difícil de definir en palabras”.
“Ésta obra es muy propia de Carter: el que conoce su producción no se va a sorprender. Es muy fina, poco intelectual y muy discreta, el oyente tiene que venir a buscarla”, invitó.
Pero el repertorio no quedará sólo en este autor ya que se iniciará con las obras Obertura de la Bella Galatea de Franz von Suppé, música del siglo XIX, “una obertura que es muy noble y tiene un poquito de influencia de Wagner en algunos pasajes”, describió el maestro Rauss, quien eligió como gran cierre la Sinfonía N° 4 de Brahms: “Era una deuda que tenía y creo que tanto yo como la orquesta estarán muy contentos de interpretar”, dijo quien como director titular de la Sinfónica provincial decidió fijar la atención en el gran compositor alemán “para tratar de renovar el repertorio”.
—A poco de concluir un nuevo año frente a la dirección de la Sinfónica Provincial que lo tuvo al frente de ambiciosos proyectos, ¿cuál es el balance que hace hasta ahora?
—Me es difícil hablar de lo que pasaba antes de que fuera director pero me parece que en los años que estuve subimos el nivel de calidad tanto en el sonido como en el tema de los colores y la conducción de un momento musical. Negativo no fue; positivo creo que sí pero nunca me quedo contento del todo; como artista me es difícil. Uno tiene un ideal pero a donde se llega siempre es algo menor. No puedo decir victoriosamente “hemos llegado” pero creo que con la orquesta estamos teniendo un progreso; hicimos un lindo camino pero por suerte hay mucho por recorrer.
—¿Qué le dejó haber grabado este año junto a Alexander Panizza el disco “Guastavino Sinfónico”?
—Alexander es un gran pianista y estoy muy a gusto con él porque además nos une la amistad. El disco es un trabajo que viene de hace dos años y salió éste. Cuando lo escucho estoy feliz de que haya podido salir pero al mismo tiempo me gustaría volver a  hacerlo para mejorarlo. Me parece que tiene buenas cosas, no es neutral y si muy jugado.

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