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Vélez manda, Newell’s extraña

Los de Liniers están armados y marcan claras diferencias, los nuevos de Sensini jugaron muy mal

La apreciación no debe ser tomada como una sentencia, es la imagen que entregó la primera fecha del fútbol argentino. Pasa que Vélez está armado, firme, sólido. Con la única incorporación de Augusto Fernández, en un mercado de pases que movió casi 160 futbolistas, Vélez es parecido y hasta mejor que el que venía jugando. Entonces, es natural que arranque como favorito. Barovero le sacó el puesto a Montoya, Somoza totalmente recuperado de su grave lesión empieza a ser aquel jugador que emigró hace un par de temporadas a Europa, Silva el tanque irascible que descubrió Banfield para el fútbol doméstico, y ante Independiente se vio la mejor versión del Burrito Martínez. Con Maxi Moralez y el resto, es el mejor equipo del Apertura.

El resto anduvo probando «nuevos». Y en esto Newell’s quedó en el debe, ningún debutante jugó bien, acaso ni siquiera hayan alcanzado la línea de regular. La mano del venezolano Cichero, único culpable (en un juego de equipo, ese es el dato) de la derrota rojinegra, con el tiempo permitirá saber si se trató de un pecado propio del debut, o es simplemente falta de categoría. No parece jugar mal, pero es la jerarquía individual la que diferencia a los buenos de los malos. Tanto se esperó por los tránsfers de Taborda y el Pulguita Rodríguez que generaron grandes expectativas, Taborda se mostró muy lento y Rodríguez tiró cien centros a nadie, nunca una diagonal, jamás una penetración interesante. La dupla hizo extrañar a horrores a sus antecesores Achucarro y Boghossian.

Es cierto que Estudiantes es un equipo complicado, pero a diferencia de Vélez debe reacomodarse a los cambios, estaba justo para sorprenderlo. No se pudo, lo mejor de Newell’s estuvo en el medio, correcto partido de Hernán Villalba y la simpleza de Mateo para cortar y jugar seguro (claro, no le pidan un pase que supere los tres metros de distancia). Estigarribia sigue siendo el «recomendado» del Tata Martino y mantiene desde esa cuestión un crédito abierto, pero en la cancha cada vez juega peor. Igual, no tuvo una mala tarde como para ser derrotado, se lo regaló a Estudiantes y punto. El penal que le cometió Orión a Borghello luego que el delantero transforme una torpeza (erró la patada al querer definir) en increíble amague, pudo cambiar la historia. Pitana cobró bien, pero el línea a veinte metros de la acción vio que Velázquez (jugó poco, pero sabe) cabeceó una pelota que mil repeticiones de la tele no pudieron certificar.

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