Si bien la inyección de pesos por parte del Banco Central continuará a toda velocidad para financiar al Ministerio de Economía que maneja Hernán Lorenzino, el escenario más probable para el último trimestre de 2012 es que las tasas de interés se acomoden al alza, tanto para la captación de depósitos como para el costo del crédito. Hay una serie de motivos que, según reconocen en los bancos, estarían confluyendo para que se produzca este escenario, que podría llevar la Badlar (tasa de plazo fijo mayorista) del 14 por ciento anual a un nivel más cercano al 16 por ciento para fin de año.
Por otra parte, es bastante habitual que a fin de año aumente la presión sobre el mercado de pesos, ante la demanda del público por hacerse de fondos para enfrentar las fiestas y las vacaciones. En todo caso, habrá que ver cómo se comportan tanto las tasas como el dólar una vez que pasen estos fenómenos estacionales.
El año pasado se produjo un brusco empinamiento de las tasas, al punto que la Badlar superó niveles del 22 por ciento anual. Pero en ese caso fue por la necesidad de incentivar las colocaciones en pesos ante el creciente fenómeno de fuga al dólar, que luego derivaría en el cepo cambiario.
Ahora se supone que cualquier variación sería mucho más gradual, ya que justamente las restricciones cambiarias inhiben una masiva compra de divisas, especialmente para las empresas. Entre las variables que podrían terminar empujando hacia arriba la cotización del dólar se pueden mencionar las siguientes:
Expectativa de devaluación
Más allá de lo que sucede en el mercado paralelo o “blue”, la cotización del dólar en el oficial mostró una clara aceleración en los últimos tres meses, que ya supera el 15 por ciento en términos anualizados. Y en algún momento hasta llegó a ser el 17 por ciento anualizado. Claramente el Central va convalidando una suba algo más acelerada de la divisa, al no salir a vender o hacerlo sólo con cuentagotas. No es el único indicio de esta tendencia. El dólar en los negocios a futuro, tanto en el Rofex como en el MAE, cotiza a una tasa implícita de devaluación del 20 por ciento, la más alta de los últimos años. Por lo tanto, ¿es posible que la tasa de plazo fijo permanezca quieta en el 14 por ciento anual, cuando la suba que se viene proyectando del dólar es claramente superior? Salvo que se reduzca bruscamente la expectativa de aumento del dólar en el mercado oficial, lo más probable es que la remuneración que reciben los ahorristas por los plazos fijos termine equiparando a la evolución del tipo de cambio.
Vuelve a aumentar el crédito
En la segunda mitad del año los bancos salieron de la actitud defensiva que habían tomado tras la introducción del cepo cambiario y volvieron a volcarse con mucha más agresividad a colocar crédito. Además, se junta el otorgamiento de préstamos personales o la financiación con tarjeta, con la obligación de prestarles a las pymes a tres años y a una tasa del 15 por ciento anual como máximo. Esto genera mayor necesidad de pesos, que por el momento son abastecidos por el espectacular aumento de los plazos fijos del sector privado (presentan un salto récord del 45 por ciento anual). Sin embargo, aún no está claro si con este nivel de tasas podrá repetirse la performance de agosto, que mostró un aumento de $ 8.000 millones. En definitiva, la necesidad de contar con mucha liquidez para mantener firme el aumento del crédito es otro factor que impulsaría las tasas pasivas (depósitos) y que eventualmente puede repercutir en las activas.
Nueva política de encajes
Según una normativa divulgada el jueves último, el directorio de la entidad que preside Mercedes Marcó del Pont resolvió poner en marcha una nueva política de encajes, acorde con la nueva Carta Orgánica de la entidad. Se verán beneficiados con menor inmovilización de depósitos aquellos bancos que le presten el equivalente al 30 por ciento de sus depósitos a las pymes y que estén muy diversificados regionalmente. Al contrario, quedarían castigadas las entidades con presten al consumo y con menor presencia en provincias. Por lo tanto, el Nación y otros bancos provinciales tendrían menores requisitos de efectivo mínimo, mientras que otros deberán mantener más dinero inmovilizado. Estos últimos, por lo tanto, tendrán que asumir mayores costos y podrían verse obligados a retocar hacia arriba las tasas para compensarlo.
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