Las elecciones en Venezuela para sustituir al fallecido presidente Hugo Chávez, que enfrentarán al oficialista Nicolás Maduro y muy seguramente al líder opositor Henrique Capriles, serán el domingo 14 de abril, con una campaña de sólo diez días.
«Convocamos elección presidencial para el 14 de abril de 2013», dijo el sábado la presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), Tibisay Lucena, quien precisó que las candidaturas deberán presentarse entre el domingo y el lunes, y que la campaña se celebrará del 2 al 11 de abril.
Minutos después, la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) anunció que acudirá a las elecciones «unida» y que propuso a Henrique Capriles la candidatura. «Hemos acordado por unanimidad ofrecer la candidatura presidencial de la Unidad a quien fue nuestro candidato en la elección presidencial reciente», anunció el secretario ejecutivo de la MUD, Ramón Guillermo Aveledo.
Capriles, de 40 años y quien perdió las elecciones de octubre en las que Chávez ganó para un tercer periodo de seis años, dijo minutos después en su cuenta de Twitter que anunciará en las próximas horas su decisión. «Mi agradecimiento a todos los partidos de la Unidad Democrática por su propuesta». «Estoy analizando la declaración de la Presidenta del CNE y en las próximas horas le hablaré al país sobre mi decisión», escribió.
Estas elecciones, que se celebrarán un día después del «Día de la Dignidad Nacional» -que conmemora la vuelta al poder de Chávez tras el golpe de Estado que sufrió 11 de abril de 2002-, marcan el inicio de la transición de un país bajo un régimen personalista durante 14 años. Hace tres semanas, la encuestadora venezolana Hinterlaces estimó que Maduro derrotaría a Capriles por 14 puntos en una eventual elección presidencial.
El CNE convocó a las elecciones luego de que el viernes Maduro, hasta ese momento vicepresidente, juramentara como presidente encargado tras el funeral de Estado de Chávez, al que asistieron más de 30 jefes de Estado y de Gobierno.
Maduro había sido designado por Chávez como candidato del oficialismo en caso de morir, antes de partir a La Habana el 10 de diciembre para someterse a una cuarta cirugía contra el cáncer. Chávez pidió en aquella ocasión a los chavistas «votar por Maduro».
El líder opositor ha calificado de «espuria» la investidura del heredero político de Chávez, al señalar que viola normas constitucionales y considerar que Maduro no puede ser presidente, sino vicepresidente encargado de la Presidencia.
Maduro, exconductor de autobús y exsindicalista que llegó a presidente de la Asamblea Nacional y a canciller antes de ser nombrado vicepresidente en 2012, tendría el reto de llenar el vacío que deja un líder carismático y omnipresente, en este país de 29 millones de habitantes y con las mayores reservas petroleras del mundo.
Chávez murió cuando pretendía profundizar aún más su modelo socialista. La «revolución bolivariana», que políticamente dividió al país, benefició a los más pobres -49,4% hace 14 años y 28% hoy según CEPAL- e irritó a los empresarios con medidas intervencionistas y de nacionalización de sectores claves de la economía.
En su discurso de investidura y ante el alto mando militar, Maduro prometió seguir el legado y las órdenes del líder, con lo que se mantendría la «unión cívico-militar» del proyecto chavista. «Esta banda de mi comandante, esta presidencia (…) es de Hugo Chávez», expresó con la voz quebrada Maduro, quien hizo poco después una juramentación simbólica ante el féretro, en capilla ardiente en la Academia Militar.
Su segunda decisión como presidente, fue nombrar vicepresidente al yerno de Chávez, Jorge Arreaza, hasta ahora ministro de Ciencia y Tecnología, un joven de muy corta trayectoria política. «Chávez sigue gobernando a través de Maduro», dijo el exvicepresidente e influyente figura del chavismo José Vicente Rangel, un mensaje del que se está haciendo eco todo el oficialismo.
«El chavismo sigue, es una ideología ya. Ahora no vamos a seguir un ‘madurismo’, es el chavismo que continúa en Maduro», dijo a AFP Omaira Salazar, de 64 años, una de los cientos de miles que hacen fila para verlo en el salón de honor de la Academia Militar.
Chávez murió el martes de cáncer a los 58 años tras 20 meses de batallar contra lo que Maduro calificó de una «extraña enfermedad». «Estoy casi convencido que es un envenenamiento al compañero Chávez para acabar con su vida», afirmó por su parte este sábado el presidente boliviano Evo Morales.
Cuatro días después del fallecimiento, vestidos del rojo chavista y con banderas de Venezuela, los seguidores de Chávez continúan el desfile. Han esperado horas para pasar unos instantes frente al féretro, que estará en capilla ardiente también toda la próxima semana.
«Gracias por llenar un poco este inmenso vacío! (…)Todo mi Amor con ustedes!», escribió en su Twitter María Gabriela, una de los cuatro hijos de Chávez.
Una treintena de gobernantes de distinta ideología asistieron el viernes al funeral de Estado, entre éstos los más cercanos como los de Cuba, Irán y Ecuador.
Los restos permanecerán embalsamados en el viejo fuerte caraqueño donde lanzó su fallido golpe de Estado el 4 de febrero de 1992, considerado la chispa de la «revolución bolivariana». El «comandante presidente» ya empezó a ser llamado en la oficialidad venezolana como «líder supremo».