Con un recorrido por encuentros nacionales e internacionales que recién comienza y con tres premios en el reciente Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, donde se quedó con el Astor a la mejor dirección, Vera y el placer de los otros, la película rosarina con guión y dirección de Romina Tamburello y Federico Actis, primer largometraje de ambos, con producción ejecutiva de Santiago King para Pez Cine, aparece en el escenario presente, por varios motivos, como una bisagra en la producción audiovisual rosarina contemporánea.
En principio, porque se mete con un género complejo como es el Coming of Age, que en ciernes muestra un proceso de descubrimiento en la vida de un/a adolescente camino a la adultez, aquí la Vera del título, una chica de 17 años que aparece como aire fresco y saludable para aportar otros elementos a los debates planteados por los feminismos en relación, entre otras cosas, con el derecho al goce. Pero además suma una serie de climas o situaciones que la acercan inteligentemente al thriller algo que, sumado a las actuaciones notables de Inés Estévez y Luciana Grasso como madre e hija (Vera y Adriana), al frente de un casting impecable de actrices y actores rosarinos, pone a la película en un lugar inusual de cara a su estreno comercial que acontecerá en el primer cuatrimestre del 2024, tras su paso por una serie de festivales para los cuales ya ha sido preseleccionada.
Vera es una adolescente que reparte sus días entre el vóley, la escuela y un pasatiempo secreto: subalquilar por un par de horas y a un precio muy razonable un departamento vacío con una bolsa de dormir en el piso para que otros adolescentes tengan sexo. Para eso le roba las llaves del 3° B a su madre quien administra, entre otras, esa propiedad inalquilable. Vera no necesita el dinero que le queda de esa renta, lo hace “porque disfruta de escuchar detrás de las puertas el placer ajeno jugando a ser invisible”.
La historia de esta película que debió sortear los tiempos de pandemia arranca cuando el proyecto resultó ganador de la 9ª edición del Concurso Para Desarrollo de Largometrajes Raymundo Gleyzer del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) y del premio para Desarrollo de Largometrajes del Plan de Fomento Industrias Creativas que otorga el Ministerio de Cultura de Santa Fe. De este modo, con el apoyo del Incaa, entre otros aportes, el rodaje se concretó en Rosario a fines del 2021.
El estreno mundial del film, tras un largo proceso de posproducción y montaje, se concretó el pasado 8 de noviembre en el 27° Festival de Cine Black Nights de Tallin, de Estonia, donde integró la Competencia Oficial de Óperas Primas y dos días después tuvo su estreno en el país, en el marco del 38° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata donde formó parte de la Competencia Oficial Argentina, al tiempo que todo indica que en abril próximo llegará a los cines precedida de una gran expectativa.
Profetas en su tierra
“Había pasado el premio a la mejor película que lo ganó un documental, que se llama Adentro mío estoy bailando, y dijimos «bueno, ya está, no ganamos». A la mañana habían entregado unos premios independientes y habíamos ganado dos, uno como mejor largometraje para la Cámara de Productores de Córdoba y otro como mejor corrección de color para la Asociación de Coloristas Argentinos, y estábamos muy contentos por lo expresado por los jurados. Ya estábamos felices con eso, pero de un momento a otro dijeron «mejor dirección» y escuchamos «Romina Tamburello y Federico Actis» y nos quedamos como congelados, éramos nosotros, había que subir a recibir ese premio, no sabemos ni qué dijimos, fue realmente impresionante”, relató Romina Tambuello sobre el paso de la película por el reciente Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.
Esas horas, entre el estreno en Estonia y el Festival de Mar del Plata, el equipo del film las vivió como una verdadera montaña rusa. “Pasamos momentos de mucha alegría y de mucha intensidad. Fueron treinta horas de viaje, tres aviones, dos escalas, porque Estonia no tiene vuelos directos con Buenos Aires. En Estonia se estrenó el 8 y también fue muy emocionante porque nunca la habíamos visto con gente en la sala; se estrenó en un cine hermoso, se veía y escuchaba espectacular, dado que nosotros no habíamos podido hacer pruebas ni chequeos, así que confiamos y fue como un primer y gran alivio. Y después otra gran emoción fue cómo la recibió la gente en los dos lugares porque estábamos expectantes en relación con ese tema”, contó la actriz, directora de cine y teatro y escritora.
Abrir el debate
“Vera es una película polémica porque habla mucho del goce, pero desde la óptica de una adolescente, entonces hay cuestiones que interpelan mucho a los padres, particularmente, hay cuestiones que interpelan mucho a las mujeres. En Estonia, lo que nos pasó es que muchas mujeres se me acercaron diciéndome que ellas habían empezado a masturbarse recién a los 30 años y que agradecían que exista la película. Otras me plantearon que agradecían que la película tocara este tema porque siempre se hablaba de la masturbación masculina y nunca de la femenina; entonces hubo como muchas devoluciones desde ese lado, desde el lado del derecho al goce que es central en la película. Y en Mar de Plata fue un poco al revés, quizás porque las y los argentinos tenemos un poco más resuelta esa cuestión y entonces me hablaron más de la relación entre madre e hija y de la información que circula al respecto y de la ESI (Educación Sexual Integral), que es tan necesaria. Fueron dos públicos muy diferentes que la recibieron muy bien, pero con distintas devoluciones y eso es un poco lo que buscamos con la película, que interpele y abra el debate”, profundizó la directora.
En el mismo sentido, Vera y el placer de los otros pone un poco en tensión dos universos de la sexualidad femenina. Por un lado el de una adolescente de hoy, abierta a experimentar, y por otro el de una madre de entre 40 y 50 años con sus lugares comunes y sus desafíos ocultos. “Es eso, es ese contrapunto, y también cómo esta madre y esta hija se vuelven seres sexuales en cierto modo de la mano. Sucede algo en la trama de la película que hace que ambas se peleen, pero que luego se entiendan y lleguen a un lugar común, que es que todos somos seres sexuales, incluso nuestros padres, algo que muchas veces no queremos ver y negamos porque nos incomoda”, contó la realizadora.
Contar y mostrar la sexualidad
Respecto del despertar sexual por fuera de una cuestión de calendario y de la mayoría de edad, uno de los riesgos que eligieron correr con la película, Tamburello expresó: “Es un riesgo y nos genera cierta preocupación de lo que pueda pasar cuando la película se estrene en salas, con público general, porque por el momento la vio quizás un público cinéfilo, festivalero. El público cinéfilo no deja de ser una pequeña isla donde, más o menos, pensamos todos iguales respecto de algunos temas. Por ejemplo: algo que nos pasó en ambos lugares donde se vio la película es si la actriz que encarna a Vera era mayor de edad en el momento del rodaje, algo que obviamente sí era. Y hacían mucho hincapié en cómo laburamos las decenas de sexo, entonces ahí nos dimos cuenta de que la película incomoda muchísimo; hay escenas de sexo muy largas, hay una que dura diez minutos. Hay algo de la incomodidad que nosotros, como directores, lo tuvimos que trabajar muchísimo con los actores y las actrices, fue todo muy charlado y consensuado, pero claro, uno va a ver una película y ve el resultado, no ve el trabajo que se hizo detrás de cámara”.
De todos modos, fue precisamente ese trabajo de dirección detrás de cámara lo que reconoció el jurado en Mar del Plata que en la película queda plasmado por el notable trabajo de todo el elenco y la precisión con la que se filmó cada escena: “Tuvimos muchísima suerte y fue mucho trabajo previo. Tanto Luciana como Inés se comprometieron un montón con la película y la verdad es que terminaron siendo parte del núcleo central del equipo por fuera del trabajo específico de ellas que son dos grandes actrices. A nosotros nos encanta esta idea de interpelar a las y los espectadores con lo que cuenta la película, pero hay públicos tan diferentes que no sabemos cómo la van a recibir y ese vuelve a ser el gran desafío”
A su tiempo, Federico Actis, el otro director, en relación con el aporte que cada uno hizo a la dirección de esta ópera prima de ambos, sumó: “Hicimos un trabajo de codirección, con Romi nos complementamos mucho en ese sentido y en este tiempo de trabajo aprendimos mucho uno del otro. Sí es cierto que al venir ella más de una formación como actriz estuvo trabajando más con actrices y actores, y en mi caso, por venir más de una formación audiovisual, trabajé más en la puesta en escena y en las puestas de cámara, en cierto modo en ese desglose audiovisual de la película, pero todo eso fue un proceso iniciático porque después compartimos mucho el laburo del otro, es decir yo con el elenco y Romina con las puestas. Luego del premio en Mar del Plata a la mejor dirección estuvimos reflexionando mucho acerca de ese proceso de trabajo que fue muy fructífero y nos trajo hasta acá”.
Y respecto de las escenas de sexo, Actis concluyó: “Fue todo un trabajo porque pensamos muchos las estrategias acerca de cómo íbamos a rodas esas escenas. En principio hubo muchos ensayos, y cuando digo ensayos me refiero más a reuniones, a charlas, a mucha lectura sobre cada escena para ver qué aportaba cada uno de los actores, sobre todo Luciana (Grasso), Estefanía (Nicoló) y David (Zoela), que son quienes tienen las escenas más ligadas a esta cuestión. Los escuchamos a ellos, hablamos acerca de lo que quería aportar cada uno y fue un montón. Y después lo que hicimos fue como coreografiar cada escena, también con la cámara para tener bien claras las transiciones de un momento a otro de esas escenas; un poco esto de que, por ejemplo, arrancan de pie, después se besan, por dónde pasan las manos, si se acuestan, de qué modo lo hacen, que es lo más mecánico de cada escena, y luego, en el momento del rodaje, ya en el set, lo que propusimos un poco en comunión con ellos fue que el equipo, para rodar las escenas de sexo, fuera muy reducido e integrado en su totalidad por mujeres con Romi allí, con ellos, y yo estaba detrás, en el monitor, para cuidar los desnudos, al tiempo que usamos unos protectores corporales color piel en los genitales que facilitan mucho el rodaje de este tipo de escenas”.