“Entré como pasante en la Municipalidad a los 24 años y eso me hizo transitar un recorrido muy desde abajo, conocer las distintas áreas de la Municipalidad y aprender cómo se gestiona el Estado”. Verónica Irizar hoy tiene 44 años, es contadora y desde que empezó a trabajar en el sector público recorrió distintos sectores ligados, sobre todo, al financiamiento del municipio. Fue subsecretaria y luego secretaria de Hacienda y Economía que, dice, “es un área que suele pasar desapercibida, pero es donde se discute la base de la política local”. Desde hace cuatro años pasó al legislativo y ocupa una banca en el Concejo que, sostiene, la enriqueció mucho desde lo político porque aprendió a trabajar desde una dinámica más colectiva. Su precandidatura dentro del Frente Progresista para ser la sucesora de Mónica Fein en la intendencia se asocia con “un proceso de renovación dentro del socialismo”, de incorporar a los cuadros más jóvenes a los lugares de toma de decisión. “Entendimos que había que hacerse cargo de ese pasado enorme que transformó Rosario y que era momento de que nuevas voces tomaran la posta. El partido entendió que el nombre que sintetizaba ese desafío era el mío”.
—¿Cuáles son los principales desafíos con los que te tocó enfrentarte a lo largo de tu carrera política?
—Muchos. Hacienda es un área que por ahí pasa desapercibida, pero es donde se discute la base de la política del municipio. Se decide cómo se financia y cómo hacer para que la distribución de la carga sea lo más solidaria y equitativa posible, que paguen más aquellos que más tienen. Y, por el lado del presupuesto, es ver cómo se distribuyen los recursos y, cuando uno tiene que ajustar, tener en claro que hay áreas que no son gastos, son inversiones, como la salud pública o desarrollo social. Me tocaron épocas muy difíciles. El kirchnerismo nos discriminó sistemáticamente. Nunca nos dieron los recursos que la ciudad merecía. En la historia de Rosario, si mirás todos los gobiernos nacionales, nunca le dieron el trato que se merecía por lo que representa en términos de lo que aporta económicamente al país, de que es la ciudad más importante del interior del país. Y, a pesar de eso, siempre encontramos la forma de llevar todo adelante, priorizando a los sectores más vulnerables y a los más excluidos, encontrando la manera de hacer más eficiente el gasto del Estado. Y, además, con mucha transparencia. Yo administré más de 100 mil millones de pesos siendo secretaria de Hacienda y no hubo un solo hecho o acto de la gestión que estuviera observado o cuestionado por nadie. Nunca hubo ninguna denuncia ni ninguna duda de las cosas que hicimos.
—Ser mujer en la política, ¿es un desafío distinto?
—Sí, lo es, por distintos motivos. Cuando yo asumí como subsecretaria de Hacienda en 2006 tenía 31 años y ya tenía dos hijos: Agustina, de 4 años, y Santiago de menos de tres meses. Fue un desafío doble. Hay muchas responsabilidades que recaen sobre las mujeres y asumir esa obligación era decidir restarle tiempo a eso. Para hacerlo tomamos una decisión familiar, porque sentíamos que el proyecto del socialismo en Rosario nos atravesaba. Agustina, que hoy tiene 16, nació en la Maternidad Martin después de un embarazo con muchos problemas. Nació prematura, con bajo peso y con síndrome de Down. No teníamos obra social y accedimos a la salud pública. Fue muy fuerte sentir que la salud pública le había salvado la vida. Cuando me llegó la propuesta, sentimos que teníamos que defender el proyecto y que yo tenía que profundizar mi compromiso, pero hubo que resolver cosas antes. Y también lo es desde lo profesional. Una de las primeras reuniones que tuve como subsecretaria fue con un proveedor de obras muy importante de la ciudad, que cuando me ve pregunta: “¿Y esta chica quién es?”. Le dicen que yo era la subsecretaria y él dijo: “Con esta chica no voy a hablar”. Yo me tuve que imponer: le dije que respetaba su decisión, pero que hasta que no hablara conmigo no iba a volver a cobrar. Y me fui. En ese momento era difícil pensar a una mujer en esos roles, eran áreas muy masculinizadas. Después, en 2011, me convertí en la primera secretaria de Hacienda del municipio, en la gestión de Mónica Fein, que fue la primera intendenta.
—¿Qué te genera cuando dicen que, después de 30 años de gobierno, el modelo del socialismo está agotado?
—La oposición y una parte del periodismo usan ese argumento. Yo me hago cargo de los últimos 30 años porque fue un proceso de transformación que sólo se dio en esta ciudad del país. Sólo en Rosario se construyó el mejor sistema de salud pública, el acceso a la cultura como un derecho garantizado, todas las decisiones que se tomaron para generar espacios públicos, la reforma del Estado, lo que hizo Hermes Binner con la descentralización, armando seis distritos. Creo que hay cosas que faltan y cosas a mejorar, pero hoy podemos pensar en esas cosas porque antes se hizo todo lo otro, que hace que Rosario sea una ciudad absolutamente distinta del resto, con un tejido social único y que creo que hay que cuidarlo en este momento. El resto de las fuerzas políticas, ¿de qué 30 años se hacen cargo? Pablo Javkin fue parte de todo este proceso, hemos ido a elecciones juntos, y ahora utiliza ese argumento como si fuera externo. Roy López Molina pertenece a Cambiemos, una alianza encabezada por Mauricio Macri, que reconoció que su papá cometió delitos haciendo negocios con el Estado con la obra pública y que en los últimos tres años de gobierno lo único que han hecho es abandonar a la gente, abandonar todas las promesas de campaña. Y Roberto Sukerman tapa bastante su origen kirchnerista. ¿De qué se hace cargo? ¿De los 12 años de kirchnerismo, que terminaron con una pobreza del 27 por ciento después de que la Argentina había tenido los mejores años en términos de intercambio? ¿O de los 24 años de peronismo en la provincia de Santa Fe, que dejaron una provincia devastada, sin inversiones ni infraestructura, donde además privatizaron un banco, que es una herramienta esencial para hacer políticas de desarrollo? Rosario es modelo en el país por lo que fueron los últimos 30 años.
—¿Cuáles tienen que ser las prioridades para Rosario en los próximos cuatro años?
—Tenemos que cuidar lo que hicimos, porque hoy está en juego el sistema de salud pública, que no solamente implica tener un hospital como el Heca, el Vilela o las maternidades, sino que además en los últimos meses hemos recibido 45 mil pacientes nuevos a partir de la crisis de la pérdida de trabajo formal. La persona que antes pagaba una prepaga ya no puede hacerlo. Es un sistema de puertas abiertas, solidario, que entiende que le tiene que dar una mano a aquél que se quedó, a aquél al que los dos lados de la grieta dejaron abajo del camino. También hay que cuidar la cultura, la educación, los espacios públicos. Imaginate esta ciudad gobernada por Cambiemos. ¿Cuánto tiempo tardarían en privatizar los galpones, el CEC? Hay que cuidar eso. Y además tenemos que dar un salto e ir por el desarrollo productivo. No se sale de la pobreza con asistencialismo, se sale creando empleo. Y para eso vamos a trabajar para que cada inversión que venga a la Argentina venga también a Rosario. Vamos a remitir una ordenanza de suelo industrial promovido, casi 600 hectáreas donde la provincia va a financiar obras de infraestructura para que las empresas puedan tener lugares donde radicarse. También hay que potenciar el turismo. Los Juegos Surdamericanos de Playa nos mostraron como vidriera de Latinoamérica. Además, con la transformación del aeropuerto vamos a trabajar para ser una ciudad turística. El control de la ciudad y la seguridad son los dos temas más fuertes en la agenda de la gente; tenemos que ir hacia un ciudad más ordenada, tenemos que generar condiciones para mejorar la seguridad de los entorno. Vamos a revitalizar el sistema de videovigilancia. Como intendenta, quiero articular y liderar todo el trabajo de las fuerzas de seguridad de la ciudad. Conozco a la perfección los índices, los problemas de cada barrio y los actores: vengo trabajando con los fiscales, con el Ministerio de Seguridad. Tenemos que trabajar en una mesa interdisciplinaria para trabajar con los barrios con mayores problemas de vulnerabilidad y de violencia.