Por Julio Mosle / Télam
A las 16:02 de este lunes 2 de mayo, en el punto 55°24S 61°32O del Atlántico Sur, sitio exacto en el que el crucero ARA General Belgrano fue hundido hace exactamente 40 años por un submarino británico durante la guerra de Malvinas, un contingente de veteranos supervivientes de ese buque fue protagonista del homenaje organizado por el ministerio de Defensa a bordo del rompehielos Almirante Irízar.
Bajo una intensa lluvia y mientras el oleaje del Atlántico Sur balanceaba al rompehielos, su tripulación se formó sobre la cubierta de vuelo para participar de la ceremonia encabezada por el ministro de Defensa, Jorge Taiana; el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, teniente general Juan Martín Paleo, y el jefe de la Armada Argentina, almirante Julio Guardia.
La tripulación del barco, las dotaciones que regresan de las bases antárticas argentinas, los integrantes del grupo aéreo de los helicópteros del Irízar y los científicos del Instituto Antártico Argentino formados y firmes en la popa no pudieron contener sus lágrimas durante la ceremonia que comenzó con las estrofas del Himno Nacional Argentino y finalizó con la Marcha de Malvinas.
El rugido de un Atlántico Sur embravecido acompañó a la trompeta que ejecutó el toque de silencio mientras los veteranos sobrevivientes del Belgrano, junto al ministro Taiana, arrojaban una ofrenda floral al mar en el punto en el que yacen los restos del crucero, a unos tres mil metros de profundidad.
Los veteranos sobrevivientes habían abordado el buque cargados con cajas que contenían unas setecientas flores, que luego fueron repartidas entre todos los presentes para que también pudiesen arrojar una en homenaje a los 323 caídos en el hundimiento.
Al llegar al sitio identificado para el homenaje, Taiana afirmó: «Hoy, hace 40 años, en este lugar y a esta hora, el crucero General Belgrano era hundido arteramente por el submarino Conqueror, demostrando así la firme determinación británica de continuar ocupando y explotando nuestro territorio y nuestra soberanía, y de burlarse del Derecho internacional sosteniendo una situación colonial inadmisible en pleno siglo XXI».
«Vinimos con los veteranos del crucero a rendir homenaje a los 323 héroes que desde el fondo del mar nos vigilan y nos interrogan para sostener la defensa de nuestra soberanía, y para que no cejemos en el esfuerzo diplomático de recuperar nuestras islas y una vida con justicia e igualdad para todos los argentinos», remarcó el titular de la cartera de Defensa.
Y añadió: «Por la memoria de todos los 649 caídos defendiendo nuestra soberanía en Malvinas, y por nuestro pueblo, toda la sociedad argentina tiene que hacer el compromiso para defender siempre la soberanía con dignidad y convicción. A los 323 que yacen aquí, a 3.000 metros de profundidad, desde hace 40 años, les hacemos la promesa de que nunca los olvidaremos y continuamos su lucha», completó el ministro.
El jefe de la Armada, almirante Julio Guardia, sostuvo que «hace cuarenta años, en este mismo lugar y a esta misma hora, el Belgrano era atacado por un submarino con torpedos que dieron fin a 30 años de servicio a la patria; había zarpado el 16 de abril y semanas antes, cuando todavía era un cadete, tuve la oportunidad de compartir varios días de navegación con su tripulación y conocer su determinación para defender a la patria».
Guardia relató que «después de reabastecerse en Ushuaia zarpó junto a los destructores Bouchard y Piedrabuena y el buque tanque Rosales en dirección a este punto, en el que fue hundido» y entonces subrayó que los 323 tripulantes que perdieron la vida «permanecen en patrulla eterna de nuestro mar, junto a muchos otros que dieron la vida por la patria, como más recientemente sucedió con la tripulación del submarino San Juan».
«El mar, pocas veces benevolente, hizo difícil el rescate de los sobrevivientes; pero el comandante que entendió que el buque estaba perdido, dio la orden de abandonarlo a los 1093 tripulantes con la certeza de que la Armada Argentina iba a venir por ellos; al Bouchard, al Piedrabuena y al Rosales se le sumaron el aviso Gurruchaga y el transporte polar Bahía Paraíso en la búsqueda de los sobrevivientes, con el apoyo de los aviones Neptune y Electra, que volaron más allá de los límites de seguridad para que podamos recuperar a 770 tripulantes con vida», destacó el jefe naval.
Al describir las características del Belgrano, el almirante lo describió como «un coloso de los mares», y recordó que «cuando la artillería del crucero disparaba había que pegar cinta en los cristales para que no estallen».
En cuanto al hundimiento, Guardia destacó que el barco torpedeado por los británicos «tuvo la gentileza de mantenerse a flote hasta que todos los que quedaban con vida hubiesen podido embarcar en las balsas».
«La Armada hoy está aquí, en el lugar del hundimiento, pero también hay unidades en Rosario, Buenos Aires y Puerto Belgrano en donde estamos realizando este homenaje a quienes nos dejaron un legado de compromiso en la defensa de nuestra soberanía», completó el marino.
La comitiva de veteranos, militares y funcionarios encabezada por Taiana había abordado el rompehielos Irízar en la ciudad fueguina de Ushuaia el domingo, pasadas las 15, con el objetivo de llegar al punto 55°24?S 61°32?O, a unos 160 kilómetros al sur de la Isla de los Estados, este lunes antes de las 16.
El ataque al crucero argentino permitió a los británicos la superioridad naval en la zona y generó una polémica en ambos países, al haberse producido fuera del área de exclusión alrededor de las islas establecida unilateralmente por el Reino Unido.
Cerca de las 20 del 1° de mayo de 1982, mientras navegaba cerca de Isla de los Estados, el crucero General Belgrano había recibido órdenes de sumarse a una maniobra de pinzas que se abalanzaría contra los británicos desde el sur, mientras que el portaaviones Veinticinco de Mayo lideraría el otro brazo de la maniobra; este plan fue cancelado por las condiciones que impedían operar a los aviones embarcados en el portaaviones, y el crucero emprendió un regreso en dirección al continente.
El submarino HMS Conqueror comenzó a seguir al Belgrano el 1° de Mayo por la mañana, y después de recibir autorización del gobierno de Margaret Thatcher disparó los dos torpedos que hundieron al crucero argentino a las 16 del 2 de Mayo de 1982.
A las 16:02, mientras los artilleros que se encontraban de guardia probaban algunos mecanismos y la Torreta II buscaba posibles blancos en el horizonte, el Belgrano se sacudió violentamente fruto de una explosión, seguida del cese inmediato de la energía y la iluminación que paralizó a los 1093 tripulantes.
Este fue el primero de los tres torpedos MK-813 lanzados por el Conqueror desde una distancia de cinco kilómetros; unos momentos más tarde el segundo torpedo produjo una nueva explosión en la altura de proa de la nave.
Este segundo impacto provocó el desprendimiento de 12 metros de la proa del buque, que inmediatamente comenzó inclinarse a babor y hacia las 16:05 se dio la orden de zafarrancho de siniestro.
A las 16:23, el comandante Héctor Bonzo dio la orden de abandonar la nave; la marejada que había dificultó la visión y la comunicación entre las balsas, por lo cual algunas quedaron sobrecargadas con 30 personas y otras sub-ocupadas con no más de 3 personas.
A las 16:50 la escora de 60° preanunciaba el hundimiento, y en diez minutos el crucero fue engullido por las aguas, aproximadamente en el punto 55°24?S 61°32?O del Océano Atlántico.
Cuando la noticia del hundimiento del crucero llegó al continente, se dispuso un operativo de rescate que se prolongó hasta el día 9 de mayo, verificando la imposibilidad de que quedaran más sobrevivientes o cadáveres en la zona.
Los buques recogieron a 793 de los 1093 miembros de la tripulación, entre los que resultaron 23 fallecidos en las balsas, mientras que los otros 300 caídos perdieron la vida con el impacto de los torpedos y en el naufragio posterior.