Paula Ciampone no imaginó que el viaje que emprendería el domingo a las 7 de la mañana terminaría esa misma noche en su casa. Esa semana su papá estuvo con fuertes dolores en el pecho y le indicaron un estudio cardiológico de alta complejidad, así que Paula realizó los trámites necesarios para poder viajar hasta Santa Rosa de Calamuchita, el pueblo de Córdoba donde vive él. Cuando llegó al quinto control en la ruta le negaron la entrada a la localidad y custodiada por las fuerzas policiales tuvo que emprender la vuelta.
La emergencia sanitaria nacional por la pandemia de coronavirus obligó a muchas familias que viven en localidades diferentes a que estuvieran separadas por más tiempo del que preveían. El caso de Paula y Eduardo es uno de esos. Son una familia de Pérez pero ella vive en Rosario, su mamá murió hace 10 años, con su hermana no tienen relación y su papá se mudó hace tres años a Santa Rosa de Calamuchita, donde administra un complejo de cabañas turísticas de las que son dueños.
Cuando empezó el aislamiento preventivo, social y obligatorio a mediados de marzo, Eduardo empezó a sufrir dolores en el pecho. Ante el susto se hizo un control, le dijeron que podía ser acidez y le dieron una medicación. Eduardo tiene 67 años, problemas de presión y vive solo. Paula piensa que el encierro y la incertidumbre podían estar jugándole una mala pasada hasta que la semana pasada terminó en el sanatorio porque nuevamente estuvo con fuertes dolores en el pecho.
Durante la cuarentena ya había contratado a una ambulancia privada por casos de emergencia. Ese día los estudios generales que le hicieron dieron bien y le dieron turno para un estudio cardiológico de alta complejidad. Fue entonces que Paula decidió viajar para acompañar a su padre. Averiguó qué empresas de transporte estaban habilitadas para viajar, solicitó el permiso nacional de circulación para cuidar a familiares mayores y el domingo emprendió un viaje por autopista nacional.
El primer control que les realizaron fue en General Roca. Allí, a través de una extracción de sangre le hicieron un test a ella y el chófer. Ambos dieron negativo, si daban positivo no podrían seguir y debían hacerse un hisopado para determinar si efectivamente tenían coronavirus.
El viaje siguió su curso, le hicieron tres controles más que pudieron pasar sin problemas presentando la documentación correspondiente y el resultado del test hasta que llegaron al quinto control en Villa General Belgrano, en la ruta 5. Tal como había ocurrido en el último control se comunicaron con el Centro de Operaciones de Emergencias de la provincia pero en este caso recibieron una negativa.
Paula percibió que en esta parada el trato de los agentes de Tránsito fue diferente. «Me discriminaron por venir de Rosario, dijeron que venía de una zona roja y hasta me cuestionaron: cómo me voy a animar a ir a Córdoba». A pesar de la documentación presentada, del test negativo y de los controles anteriores que pudieron atravesar sin problemas, le dijeron que el municipio había emitido órdenes claras de que no ingresara nadie que no tuviera domicilio en la provincia.
Paula llamó a su papá explicándole la situación y él manejó en auto hasta donde estaba para dar cuenta de su situación, de los estudios que le habían hecho. Sin embargo, no hubo caso. «No me había comunicado previamente con la Municipalidad de Villa General Belgrano pero tenía toda la documentación correspondiente, tenía la posibilidad de hacer la cuarentena en una cabaña aislada de mi papá pero necesitaba estar cerca para poder acompañarlo a hacerse los estudios y por cualquier cosa que pudiera llegar a necesitar. Apelé a su sentido de humanidad pero no fue suficiente».
Eduardo llegó hasta el auto donde estaba esperando Paula. Fue el único momento en que tuvo permitido bajarse del vehículo. No fueron más de 5 minutos y a dos metros de su papá que no veía hace por lo menos 5 meses. «Él estaba con un ataque de nervios, con los ojos llenos de lágrimas y me dijo: ‘Toda esta gente que te rechaza hoy es la que tiene que hacerse cargo de mi'». Un patrullero estaba preparado para escoltar a Paula a su vuelta a Rosario, prohibiéndole estrictamente su ingreso a la ciudad.
«Ojalá estos seres puedan tener todo el amor y empatía que tengo yo y que les faltó. Tengo que desearles cosas buenas… Finalmente, me discriminaron por ser rosarina», enfatizó. Paula es profesora de flamenco y desde el inicio de la cuarentena dicta sus clases de forma virtual. Hasta septiembre al menos seguirá bajo esta modalidad.
El lunes fue un día difícil, Paula sintió mucha angustia por todo lo vivido el día anterior. Ahora están esperando los resultados del estudio que finalmente Eduardo tuvo que hacer sin compañía. Consideran la posibilidad de que sea él el que venga a Santa Fe. Mientras, Paula envió un texto contando la situación a todos sus contactos en Santa Rosa de Calamuchita. Todavía no recibió respuestas.