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Villa 31, modelo para armar

A metros de la porteña estación Retiro, la habitan 93 mil almas y poco se parece a los asentamientos rosarinos. Allí opera la Policía de Proximidad de la Federal, un modelo similar al de la Comunitaria que comienza a aplicarse en Santa Fe.


A metros de la estación terminal de Retiro, en Capital Federal, se levanta uno de los asentamientos irregulares más conocidos a nivel nacional tanto por su morfología y densidad demográfica como por su privilegiada ubicación, muy cerca de los barrios más acomodados de la urbe. La Villa 31, otrora base de la lucha del padre Carlos Mugica, estuvo durante la última década en la mira de importantes grupos económicos por el valor potencial de sus tierras, lo que incluso impulsó a representantes de distintos sectores del poder político a promover su relocalización en otro sector de la ciudad. Pero además, esta barriada no escapa a la lógica de otros asentamientos relegados de la Argentina e incluso de Latinoamérica: pasillos, narcotráfico, dominio territorial de organizaciones delictivas. Fue ante la falta de presencia estatal y la escasez de coordinación con el trabajo policial que hace dos años comenzó a funcionar allí –y en otros barrios conflictivos de la Ciudad de Buenos Aires- la llamada Policía de Proximidad. Coordinada por el Ministerio de Seguridad de la Nación, el trabajo territorial que comenzó a aplicarse en la zona –similar al que se pretende imponer en Rosario en la zona sur con la flamante Policía Comunitaria– aplica una lógica de mayor contacto entre los funcionarios de la Policía Federal afectados a ese servicio, los vecinos y las organizaciones sociales presentes allí. “Desde que comenzamos a aplicar el programa, que funciona en forma coordinada con otros ministerios, la realidad del barrio ha cambiado mucho. Antes los vecinos no podían salir a la vereda a determinadas horas y había sectores que eran inaccesibles. Hoy podemos decir que la realidad es otra”, sostuvo Javier Alonso, subsecretario de Planeamiento y Formación del Ministerio de Seguridad de la Nación.
Ingresar a Villa 31 es trasladarse en unos pocos pasos a un sector de la Capital Federal que no parecería pertenecerle. Un entramado de calles angostas y otros delgados pasillos se van abriendo hacia un sinnúmero de construcciones que, morfológicamente, nada tiene que ver con los asentamientos irregulares de la ciudad de Rosario. Casas de dos o tres pisos levantadas por los propios vecinos, unas sobre otras, con escaleras caracol externas y pintadas con llamativos colores que hacen pensar en el barrio La Boca, conviven con un sinfín de comercios que funcionan dentro de locales o en la propia calle. Villa 31 tiene su propio centro comercial, que al atardecer, cuando los vecinos comienzan a regresar a casa desde sus trabajos o de la escuela, empieza a funcionar a un ritmo impensado. Villa 31 es una microciudad con rasgos muchos más latinoamericanos que la otra ciudad que la contiene: de las cerca de 93 mil personas que viven allí, cerca de la mitad provienen de países limítrofes como Perú, Bolivia y Paraguay. En Villa 31, los vecinos conviven con la presencia de la Policía Federal en forma cotidiana.

Políticas barriales

“En Villa 31 cumple su función el cuerpo de Policía de Prevención barrial de la Policía Federal Argentina. Este cuerpo trabaja en el marco de las políticas del Ministerio de Seguridad de la Nación, porque el programa se desarrolla dentro de una perspectiva integral, una perspectiva de conducción política de la seguridad”, explicó el subsecretario de Planeamiento del Ministerio de Seguridad de la Nación.
Es en este sentido que, según explicaron desde la cartera de Seguridad, la Policía Federal no es librada a realizar tareas por cuenta propia, sino que existe una conducción política que proviene del Ejecutivo. Todo esto, dentro de una lógica que apunta a comenzar a imponer una presencia estatal dentro de los barrios.
“Esta política se basa por un lado en la coordinación del Ministerio de Seguridad, de las respuestas de las diferentes agencias del Estado que tienen que ver con la prevención social. Las políticas sociales que se instalan en el territorio son una respuesta especialmente diseñada para favorecer el acceso de derechos de las personas que viven en estos territorios, políticas que tienen un alcance general para todos los ciudadanos”, detalló Alonso. “Otra pata tiene que ver con la participación ciudadana. Necesitamos que los habitantes del barrio se involucren en las políticas de seguridad, y para eso hay dos tipos de estrategias. Por un lado están las «mesas de participación barrial», donde se definen las estrategias de participación y se piensa la actuación de la Policía junto con otras estrategias de prevención de la violencia y del delito en colaboración con la Subsecretaría de Participación Ciudadana del Ministerio de Seguridad. Y además están las «mesas de gestión interministerial», de las que participan varios Ministerios –Trabajo, Desarrollo Social, Salud, Educación, Justicia y Seguridad– que cumplen con diferentes programas para elevar la calidad de vida de los ciudadanos de estos barrios, brindando por ejemplo oficinas documentación y Centros de Acceso a la Justicia (CAJ) dentro del barrio”, agregó el funcionario.

Policía de Proximidad

Dentro de esta lógica de conducción política de las fuerzas de Seguridad es que desde hace dos años comenzó a trabajar en Villa 31 y otras barriadas populares de Capital Federal el cuerpo especial de la Policía capacitada para estar más en contacto con los vecinos y las problemáticas de la zona.
“Son miembros de la Policía Federal, que utilizar armas como los demás, pero este cuerpo ha sido capacitado para trabajar con las otras áreas de gobierno para caminar los pasillos del barrio”, detalló Alonso.
Esta Policía de Proximidad trabaja en grupos de tres efectivos que cumplen turnos de ocho horas, que reciben un plus por el tipo de trabajo que realizan y que, además, no pueden realizar trabajos adicionales. Estos denominados «trinomios» funcionan de forma establecida: de haber conflicto, uno de los policías habla con el vecino, otro custodia a este policía y el tercero custodia el entorno de modo de brindar seguridad a todo el grupo. “El objetivo es que puedan trabajar tranquilos y confiados. Cada barrio está dividido en ocho sectores que cuentan con personal las 24 horas. Cada sector es asignado a una unidad.
“Hay tres turnos de ocho horas y por turno trabajan 13 trinomios, es decir que siempre hay 39 policías. Cada trinomio es asignado a cada uno de los 8 sectores en los que se divide el barrio, uno a la avenida principal, y otros dos quedan en reserva para dar apoyo en caso de que ocurra algo. Lo importante es que los policías no se sientan desbordados. Se trabaja con un sistema de comunicación para que en caso de conflicto se puedan solicitar refuerzo y no queden nunca en inferioridad de condiciones”, agregó el funcionario.
“Esta Policía trabaja con una metodología particular y para eso reciben capacitación. Deben tomar un curso de 15 días, ocho horas por día, y después tienen una formación permanente mediante jornadas de capacitación mensuales. La idea es que los policías estén en contacto permanente con los vecinos, que conozcan las problemáticas del barrio para poder asegurar una respuesta, siempre con una metodología de un uso racional de la fuerza, donde se trabaja mucho la comunicación, la persuasión frente a la violencia y el delito. Están preparados para que, frente a una situación conflictiva o delictiva, puedan desescalar los niveles de violencia, porque lo fundamental es descomprimir la violencia con estrategias dialogadas y de negociación”, remarcó el subsecretario.
Fuentes del Ministerio de Seguridad de la Nación destacaron que, desde que se puso en funcionamiento el programa, hace dos años, se avanzó sobre la recuperación de los espacios públicos y han descendido los niveles de violencia.

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