Uno de los ejemplos más consolidados de equilibrio entre alcance popular y elogio de la crítica en la industria del cine es Aardman Animations, el mítico estudio de animación británico especializado en la técnica de stop motion, más precisamente con plastilina, donde se crearon obras como Wallace y Gromit, Cordero Shaun y Pollitos en fuga, que acaba de lanzar una secuela de la que participaron los argentinos Julián Villanueva y Mariela Sartori.
A más de dos décadas de su estreno, Pollitos en fuga ostenta aún el récord de ser la película más taquillera realizada con esta técnica. Por eso no es de extrañar que la historia de un grupo de gallinas atrapadas en una granja parecida a un campo de concentración tuviera su secuela: Pollitos en fuga, el origen de los nuggets, dirigida por Sam Fell.
La nueva película cuenta qué pasa cuando Ginger, la gallina rebelde que logra organizar a su compañeras, y el gallo circense Rocky, que se conocieron en la primera película, forman una familia y tienen una hija, Molly, a la que crían en una idílica isla ajena a la explotación humana. Curiosa por ver qué hay más allá, termina atrapada en una granja “feliz” donde las cosas no son lo que parecen. Fue estrenada el pasado 14 de octubre en el Festival de Cine de Londres y está ya disponible en Netflix.
De acuerdo a los últimos datos provistos por la plataforma de streaming, en Argentina -y en países como España o Estados Unidos-, se encuentra entre las diez películas más vistas desde su lanzamiento.
En el nuevo film trabajaron un argentino y una argentina: Julián Villanueva y Mariela Sartori, que desde hace unos años viven en Bristol, Reino Unido, donde está situado Aardman. En conversación con la agencia de noticias Télam, brindaron detalles sobre cómo es trabajar en uno de los estudios de cine más prestigiosos del mundo.
En el caso de Sartori, integró el departamento de arte como “junior puppet maker” y estuvo en el equipo que tuvo a su cargo personajes como el Dr. Fry (El doctor freidor), un nuevo villano que se sumó a la antagonista de la primera película, Mrs. Tweedy. También trabajó en las gallinas que acompañan a la valiente Ginger en sus aventuras: Mac, la genio inventora que usa anteojos gruesos y que en el doblaje original tiene acento escocés; y Babs, la inocente gallina que siempre está tejiendo, además de en otras gallinas que hacen de “extras”.
“Dentro del departamento de arte, todo está dividido y mi equipo trabajó con estos personajes. Trabajamos con miles y miles de piezas milimétricas, pintamos silicona, la lijamos, prensamos mucha plastilina, hacemos ojitos, es un trabajo muy minucioso”, contó Sartori.
Por su parte, Villanueva, trabajó como asistente de animación “básicamente haciendo los sets de bocas que se usan en cada escena”.
“Estudié cine de animación en Da Vinci en 2012 y después en la Academia de Animación en su primer curso en Buenos Aires fue donde empecé a estudiar de lleno stop motion con Lula Gómez y Jordi Piulachs”, relató Villanueva. Y continúo: “Nos fuimos de Buenos Aires a España a trabajar, más que nada porque queríamos viajar. Ahí hice el módulo dos de la academia en Barcelona y el curso de Claykids, en Valencia, con Iván Sarrion, Javier Tostado y David Caballer. Y luego nos vinimos a Bristol para tratar de entrar en Aardman Animations”.
Por su parte Mariela Sartori agregó: “Eso fue en 2019, antes de la pandemia. Sin saber que estaban por hacer Robin Robin, yo me había obsesionado con el fieltro agujado, que es una técnica para esculpir lana que es maravilla. Cuando me enteré que iban a hacer esa película, me dije «ahora o nunca» y empecé a contactar con la gente que conocimos en España y pude tener una entrevista y trabajé en esa película. Encajó todo, se alinearon los planetas. Luego trabajé en el especial del cordero Shaun de Navidad”.
Respecto a la técnica del stop motion Villanueva confesó: “Nos fascinó mucho el stop motion sobre todo a partir de ¡Piratas! Una loca aventura, la película de Aardman, de 2012, y Paranorman, del mismo año. Ya antes había cosas que pasaba Caloi en Caloi en su tinta, Juan Pablo Zaramella, cosas en Canal A, eran cosas que me pasaba mi viejo en VHS. Empezamos a ver los detrás de escena que se podían ver, ahí fue que vimos Chicken Run (título original de Pollitos en fuga)”.
“Recuerdo ver Pingu, y había uno que era Mr Go. Eso respecto a las cosas que eran en claymation (stop motion hecho con plastilina)”, agregó Sartori que contó que de animación veía “cosas de los 80, como Los Pitufos”.
Para Sartori una de las caracteristicas del stop motion es que es “extremadamente detallista”. “A veces uno se pierde en detalles, pero eso hace la diferencia. Es lo que se puede apreciar en cada película que hace el estudio. Si hacés pause y zoom se puede apreciar. Cada cosita está pensada y hecha a mano, pintada de la manera más minuciosa posible. Y todo está organizado”.
“En el stop motion y en las películas de Aardman se puede apreciar el esfuerzo. Después de tantos años y películas, ya tienen una manera de hacer todo. Cada departamento está interconectado. Es una organización muy cuidada y cerrada”, apuntó Villanueva.
“El stop motion se conecta con lo tangible, lo real, con toda la pasión de los que participaron. La técnica en sí es muy linda, muy amable. No es competencia con CGI (imágenes generadas por computadora), se pueden contemplar. Es un medio de animación muy noble”, puntualizó Sartori.
En Pollitos en Fuga hay escenas muy realistas que “se animaron cuadro por cuadro, fotograma a fotograma”. “Fue un pedido del director. Éramos de 12 a 15 asistentes. Usamos maíz real en sus distintas fases de cocción. ¡Estuvimos comiendo pochoclos durante meses después de la película!”, confesó Villanueva.
Animación en Argentina
“El talento está, es cuestión más de presupuesto y de apoyo y empuje a las producciones que se quieren hacer. Hay muchos pitchings (presentaciones), muchos proyectos que se quieren generar, es cuestión de que se apoye más. Lo que acá en Gran Bretaña está desarrollado es una trayectoria y experiencia se logra con tiempo y posibilidades. Si aparecen más posibilidades, si se sigue construyendo… hace mucho que hay mucho trabajo de stop motion en Argentina y Sudamérica, en un tiempo se puede construir cosas”, opinó Sartori. Y Villanueva apoyó: “Es así. En Argentina hay mucho trabajo de mucho tiempo, con Juan Pablo Zaramella, el estudio Can Can y otros estudios. En los últimos cuatro o cinco años se generaron espacios muy interesantes, en el país y en la región, como Ventana Sur, los premios Quirino, Pixelatl, la Liga de la Animación, lo que sucede en Córdoba donde se le da mucha bola a la animación. Se están haciendo cosas interesantes. Hay que llamar un poco la atención, que se mire a este lado. Hay muchísimo valor y talento en Argentina”.