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Visiones opuestas a la hora de abordar un caso de parricidio

Para la defensa el acusado es inimputable y para la Fiscalía merece prisión perpetua: ahora falta la sentencia de los jueces.

El Tribunal Oral que juzga a Elías Gómez tendrá una enorme tarea a la hora de deliberar luego de escuchar los alegatos de las partes que basados en la misma evidencia tienen visiones opuestas. Las partes jugaron ayer fuerte, a todo o nada. En medio, un joven de 20 años que no soportó escuchar parte de su propia historia y rompió en llanto en plena audiencia. Ahora todo queda en manos de los jueces Gustavo Pérez de Urrechu, Carlos Curto y Mónica Lamperti quienes deberán decidir si se trata de un caso excepcional que encuadra en un supuesto de inimputabilidad o por el contrario es un homicidio doloso calificado y requiere prisión perpetua.

La madrugada del 21 de agosto de 2014 Elías José Gómez mató a machetazos a su padre José Ramón en Bouchard al 3000, en Nuevo Alberdi. Ambos vivían solos desde hacía seis años y la relación familiar estuvo marcada por la violencia y el sometimiento. Durante la investigación penal Elías Gómez contó cómo se crió en un hogar violento y evangelista. Cómo su madre y sus hermanos se fueron de la casa a raíz del accionar tirano y autoritario del hombre. Violencia que fue confirmada por el relato del resto de los Gómez, algunos de ellos desgarradores. La madrugada del hecho, el chico sostuvo que una serie de insultos lo perturbaron y fueron el inicio de la tragedia. Elías fue hacia la habitación de su padre, describió cómo su padre permanecía a un constado de la cama, luego tuvo blancos, fotos hasta que se vio con un machete en la mano todo ensangrentado, refirió. La autopsia determinó que los machetazos fueron incontables, todos realizados con suma fuerza, incluso en el mismo lugar. Luego el chico se vistió, cerró su casa y se fue a la vivienda de una familia amiga que lo acompañó a la Policía, donde se entregó.

La Fiscalía nunca creyó en el relato del muchacho. Durante el alegato de cierre desmenuzó la declaración y marcó lo que entendió como gestos claros de conciencia al momento del crimen. Sostuvo que Gómez tenía que terminar con los límites que le ponía su padre. Los fiscales Adrián Spelta y Miguel Moreno sostuvieron que la víctima estaba acostada cuando recibió los machetazos y afirmaron que 2 policías, la médica policial y el psiquiatra que vieron a Elías coincidieron en que “estaba normal” a lo que sumaron la falta de antecedentes violentos del hombre ya que sólo había una denuncia formal en su contra que no estaba archivada. Refirieron que el acusado no perdió el control y como ejemplo sostuvieron que en un momento cesó de lesionarlo y luego del hecho tapó el cuerpo con una sábana. A su vez denostaron todos los informes psicológicos realizados por el profesional tratante o por la junta médica que examinó a Gómez. Afirmaron que se basaron en un relato parcial, es decir en la declaración del imputado, que instaló un entorno problemático y violento y, en base a ese discurso falaz, se realizaron las pericias. Seguidamente pidieron prisión perpetua.

Estado de emoción extrema

Por su parte la defensa pública, a cargo de Gustavo Franceschetti y Marisel Palais, afirmó que la declaración de Elías Gómez es coherente, verídica y se apoya en testimonios de familiares y profesionales que lo trataron. Recordaron el contexto familiar violento en el que se crió y destacaron la relación de autoritarismo y sometimiento que tenía con su padre, que era alcohólico y usaba drogas. Luego echaron mano a los informes técnicos donde una psicóloga describe a Elías como un joven abusado emocionalmente de un modo crónico y cíclico y no hubo ningún adulto responsable que se diera cuenta de la situación de este chico. La defensa sostuvo que Elías sufrió un trastorno mental transitorio, circunstancia que se encuadra en un caso de inimputabilidad, refirió Franceschetti. “Interesa que haya una perturbación de la conciencia sin importar las causas y que ese efecto psíquico tenga entidad suficiente para evitar la comprensión de la criminalidad”, refirió. Y agregó que en este caso existió y tuvo que ver con el miedo y la ira.

Para sostener la teoría la defensa afirmó que su pupilo dista mucho de tener una personalidad pendenciera pero en el caso hubo un detonante que fueron los insultos, la gota que rebasó el vaso. Gómez no fue armado a la habitación de su padre, sino que el machete estaba en el lugar. A ello sumaron la automatización en la mecánica de las lesiones a la víctima, la fuerza descontrolada con la que efectuó los machetazos, los síntomas corporales que demostraron una irrefrenable descarga motora, la existencia de lagunas amnésicas y el retorno de la conciencia posterior.

Franceschetti sostuvo que los peritos determinaron que tuvo amnesia lacunar o relato fraccionado, lo que demuestra la presencia de un trastorno transitorio que no se ve desvirtuado por un relato cronológico como afirma la Fiscalía, citó el caso Romina Tejerina y solicitó la absolución.

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