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«Vivimos un tiempo en el que el telón se corrió y se vieron las costuras»

La dramaturga, directora y docente teatral Romina Mazzadi Arro, creadora hace poco más de dos décadas del grupo Hijos de Roche, analiza el contexto de reapertura de salas de cara a una crisis que transita el sector de la cultura y que excede a la aparición del coronavirus

“La vuelta a la presencialidad es de por sí una metáfora escandalosa. Sobre todo hablando de teatro”, dice de manera taxativa Romina Mazzadi Arro, que se plantea como una contradicción fáctica un teatro que no sea presencial, porque claramente no existe.

Dramaturga, directora y docente local, creadora hace poco más de dos décadas del grupo Hijos de Roche, uno de los equipos de trabajo que, entre muchas otras cosas, puede jactarse de ser el gestor de una poética propia, junto con las actrices Elisabet Cunsolo y Paula García Jurado, completa esa primera plana de este colectivo, y juntas llevan adelante la gestión de Espacio Bravo, en su propiedad definitiva, adquirida e inaugurada en 2018 en Catamarca al 3600, que además fue refugio y depósito de alimentos indispensables durante el peor momento de la pandemia para los compañeros y compañeras que, literalmente, no tenían qué comer.

La dramaturga, directora y docente Romina Mazzadi Arro.

La programación y los talleres de Bravo se pusieron en marcha nuevamente hace unos días, después de aquél destello de luz que implico la flexibilización del aislamiento del último verano donde estrenaron la pequeña joya pandémica Siamo fuori.

Una mirada contemplativa acerca de todos los que están afuera

“Le estamos ofreciendo a cada proyecto, dado que las restricciones continúan, entra la mitad de la capacidad de la sala y entendemos que el aforo reducido nos acompañará por un tiempo, un mes de funciones para que puedan mostrar el trabajo y haya un tiempo real de recorrido”, dice Romina, convencida de que lo que funciona en la ciudad, entre otros aspectos de la difusión en medios y redes, es el histórico boca a boca que edificó largas temporadas de producciones locales en la otra vida a la que algunos insisten en llamar “normal”.

“¿Existe la posibilidad de un teatro no presencial, cuando hemos estudiado hasta el hartazgo que el teatro es por definición un suceso en vivo, fugaz y tangible?”, retoma Mazzadi Arro acerca de la vuelta a la presencialidad, a lo que algunos llaman “convivio”, que es lo que da sentido al teatro.

“Bueno, la pandemia demostró que sí se puede habitar una teatralidad sin público presente. ¿Nos gusta? Yo creo que no, pero si algo tiene el teatro es esa «rara costumbre de seguir naciendo», o mejor dicho de no morir. Se hizo y se sigue haciendo «teatro virtual»”, sumó poco convencida y entendiendo a ese “teatro virtual” como otra cosa.

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“En términos más prácticos, y hablando de las salas alternativas, independientes estéticamente, como las que nuclea Atir (Asociación de Teatros Independientes de Rosario), notamos una enorme avidez de la gente por ver teatro, las funciones se llenan, con su aforo reducido desde luego; el hambre por el teatro no cedió ni un poco”, evaluó. Y respecto de los espacios de formación que conviven con las funciones en la mayoría de las salas, agregó: “Respecto de los talleres, y acá va mi experiencia personal y la de algunos y algunas colegas con los que hablo, es rara, inestable, y con una dinámica profundamente distinta. No sólo por el uso de barbijos, que implica trabajar sin vernos la cara, otro impensable que ahora se hace real, sino porque hay ganas y temor todo junto, todo muy fuertemente arraigado. La ausencia de contacto físico, y sigo enumerando características esenciales del teatro, es un hecho, y aún así la gente acude, como puede y cuando puede. Pero hay teatro en las ganas colectivas; hay ganas de hacer arte con este mundo tan complejo”, detalló de cara a la distopía que el mundo transita desde marzo del 2020.

La creadora de recordados montajes como Baby Jane, de 2010, también dio su visión acerca de la precariedad del sector de la cultura local que quedó aún más expuesta con la irrupción de la pandemia. “La precariedad del sector cultural es un tema peliagudo. Si nos planteamos que hay precariedad en lo económico, digo que sí, somos argentinos. Siempre nos falta uno para el peso. Y en términos de búsquedas y hallazgos seguramente también, porque a mi modo de ver faltan que emerjan los emergentes, faltan jóvenes gobernando la escena, percibo el mapa cultural provincial levemente desteñido. ¿Las razones? Creo que a principios de 2000, años de tragedia social y económica, se interpretó que «debíamos cobrar por nuestro trabajo» como un descubrimiento, esto a mí no me abarca, porque jamás lo pensé de otro modo. Pero en esta lucha se empezaron a mezclar conceptos que generaron cierta confusión. Se empezó a cuestionar el apoyo del Estado nacional a través del INT (Instituto Nacional del Teatro): si recibías apoyo no eras independiente; si no tenías agente de prensa eras un perdedor, si hacías espectáculos ATP eras un groso porque no eras hermético. Un mundo de lugares comunes y reflexiones sin profundidad”, cuestionó la creadora.

Y sumó: “Muchos jóvenes y no tanto empezaron a generar una dinámica terrible; presentaban, y eso aún ocurre, un pedido de subsidio, y si salía, hacían la obra. Y sino no se hacía. Lamentable. El INT, nacido de la maravillosa ley 24.800, y nadie debería dejar de leerla y de celebrarla; yo soy una agradecida heredera de tan necesaria institución y de esa ley que militaron compañeros y compañeras que me anteceden, es clara: dice fomento, no premiación. Si estás trabajando, el Estado te apoya, no cubre todo. Si tenés una sala, la alquilás, la montás, laburás, la programás, podés en algún momento contar con un aporte del INT para comprar la propiedad, pero el fomento es para actividades que ya se están haciendo, es apoyo de un Estado que debe estar presente en la cultura como en otras áreas vitales como son, por ejemplo, salud y educación. Primero se trabaja, y si se trabaja, se recibe apoyo. Algunos cuestionaron eso, nos quisieron sacar nuestro carácter de artistas independientes, una reflexión de derecha, reaccionaria, en boca de gente que jamás admitiría serlo. Un mamarracho desde todo punto de vista”.

Militar la cultura  

En el mismo sentido, y profundizando el concepto de arte que comprende su producción teatral, Mazzadi Arro destacó: “El arte no es un elemento de consumo. El arte es un elemento de construcción; una herramienta de comunicación. Quiénes entendemos esto no nos sentimos precarizados, porque no somos empleados más que de nuestra propia voracidad por construir mundos alternativos. Tristemente, muchos nuevos hacedores se subieron a aquel tren berreta y post noventoso y hoy han desaparecido, casi en su totalidad. El apoyo, obligado por ley, del Estado nacional ha sido a mi criterio excelente, ya que han sacado partidas varias para sostener las salas que en este tiempo debieron estar cerradas y fueron muchos meses, y lo siguen haciendo, ahora que la apertura es parcial. Pero urge una Ley de Teatro provincial, Ley de Centros Culturales, Ley de Danza; se viene un tiempo de militar fuertemente para conseguir esos derechos. Hablo de derechos, no de limosnas que nadie quiere. Y que nadie ha pedido, aunque algunas respuestas parecieran ser de ese orden. En ese sentido, algunos no han entendido nada. Hay que salir de esa lógica, donde lo que es un derecho, a algunos funcionarios y funcionarias les suena a mangueo. Y de paso estaría bueno que entiendan que estamos en una especie de guerra; situación más excepcional no creo que haya”.

Un pasaje de «Esta máquina no era Dios».
Otros niveles del Estado

La destacada creadora, cuya producción artística abreva en una especie de absurdo “agravado”, cada vez más permeable y teñido por el afuera en una construcción que edifica el vínculo dialéctico entre su ética y su estética, habló también de los otros apoyos que sumó el sector en pandemia: “Respecto de la provincia, escaso y peleado, y la municipalidad, directamente nulo y reñido; parece que el Estado municipal rosarino es indigente, lo cual es notable y polémico, teniendo en cuenta los altos impuestos que pagamos en nuestra ciudad. Y la riqueza de nuestra provincia. También navegan en esos mares aquellos que no se han aggiornado, y se piensan que estamos en la post-dictadura y que sólo se necesita poder hacer las cosas. Gente que te agita en la cara que atravesó la dictadura, hoy cómodamente sentados detrás de un escritorio. De eso ya pasaron hermosos 38 años de democracia, y estamos para más que eso. La bandera de Rosario, cuna de artistas, es real. Lo cierto es que nada tiene que ver con eso la gestión municipal, sobre todo la actual, burócrata y demagoga. Con todo el respeto que me merecen las y los artistas que trabajan allí, es realmente pobre su desempeño”.

Y con su habitual mordacidad, cuestionó finalmente: “La pérdida económica surgida de la pandemia es feroz, no sólo en la actividad cultural, poco se puede abundar en eso. En términos simbólicos, lo más atroz es el distanciamiento social, como metáfora, porque patea en el corazón del hecho teatral, pero como dije, sobrevivimos y cada vez estamos más fuertes. Se han caído tantas máscaras en esta etapa que lo que nos trajo, creo yo, es más lucidez, más capacidad de observar tantas roscas políticas usando a la Cultura, como si pudieran, como si la entendieran, grises empleados de oficina «queriendo ser la cultura». Vivimos un tiempo en el que el telón se corrió y se vieron las costuras. Y eso nos obligó a tomar posición, y dejó en evidencia que hay que trabajar por un arte que sea la crónica de época, que somos parte de la escritura histórica, y que contenga, interpele y emocione a una comunidad famélica de ficciones y de sensibilidad, y el resto…el resto es silencio”.

Para agendar

La programación de Espacio Bravo, de Catamarca 3624, incluye por estos días, los viernes y sábados a las 20.30, Trabajo nocturno, producción del novel grupo El Refugio Teatro, bajo la dirección de Juan José Scaglia, con las actuaciones de Sabina Valentini y Federico Cuello. Las entradas se pueden adquirir sólo de manera anticipada a través del correo electrónico  entradasespaciobravo@gmail.com, dado que la sala trabaja con aforo reducido según lo establecen los protocolos vigentes.

Un nuevo viaje escénico por el profuso universo poético de Roberto Arlt

Para los sábados y domingos de septiembre, a las 20, se viene Escenas miserables, bajo la dirección de Judith Ganon. Mientras que en octubre y noviembre, los viernes y sábados a las 21, Hijos de Roche repondrá la imperdible Esta máquina no era Dios.

Desdibujadas entre los despojos del fracaso

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