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Vivir de espalda a los bosques

El ingeniero forestal Francisco Carabelli afirmó que el nivel de desmonte es muy grave, en especial en el norte. “600 de los 800 millones de pesos destinados a la ley 26331 de protección ambiental pasaron a ser parte de Fútbol para Todos”, cuestionó.

“Argentina perdió, entre el 2000 y el 2013, más de cuatro millones de hectáreas de bosques”, afirmó Francisco Carabelli, ingeniero forestal, graduado en La Plata y con doctorado en ciencias forestales en la Universidad Ludwing Maximilians de Munich, Alemania. En la actualidad se desempeña como profesor en la carrera de Ingeniería Forestal que se dicta en la sede Esquel de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de la Patagonia, San Juan Bosco.

—La economía del país pujó para que se extendieran las fronteras de la explotación agrícola. Sobre todo, las áreas sembradas de soja. Al extender fronteras se fue presionando sobre los montes. La ciencia y la tecnología ayudaron a concebir semillas y especies vegetales resistentes a sequías y con mayor capacidad de tolerancia a estrés ambiental. El daño ya está hecho. ¿Qué podemos hacer ahora si es que podemos hacer algo?

— Por el 2007, cuando todavía Néstor Kirchner era presidente en ejercicio y Cristina era la presidente electa, escribí una carta abierta a los presidentes, en la que le exponía el problema y trataba de alertarlos por una situación que nosotros juzgábamos dramática. Sobre todo en el norte argentino con una política de destrucción del bosque nativo. En el 2008 se intentó paliar la situación a través de un instrumento legal: la ley 26331 de protección ambiental a los bosques nativos. Una ley que nació impulsada por Greenpeace que recolectó cerca de un millón y medio de firmas para que se sancionara. La misma exige que para que bajen fondos de la Nación a las provincias, cada una de ellas debe sancionar una ley de reordenamiento territorial. La aplicación de la ley exige una previa identificación de los bosques que se clasifican en intocables, hasta aquellos a los que se los puede reconvertir para otros usos. Pese al advenimiento de la ley, en el norte argentino, la situación ni siquiera se morigeró, y los fondos que van de nación a las provincias son magros en relación a las acciones que son preciso encarar, ya que el daño es gravísimo y sigue ocurriendo.

—¿Acaso usted insinúa que es una ley que no sirve?

—La ley es buena en su espíritu. Cuando se la reglamentó en 2009, se le adjudicó un presupuesto de 800 millones de pesos. Pero surgieron otras necesidades y 600 de aquellos 800 millones que estaban destinados a proteger al bosque nativo pasaron a ser parte del Fútbol para Todos. Con lo cual quedan tan sólo algo más de 100 millones al año para protección de bosques para todas las provincias, cifra que, como se ve, es menos que escasa, sobre todo, pensando en que hay bosques que necesitan ser muy controlados.

—Parecería que en el país se sigue apostando al corto plazo y, además, que todos podemos ver fútbol pero todos nos vamos a quedar sin bosques. Es un precio muy alto el que vamos a pagar como sociedad por llevarle el fútbol a todos…

—…a propósito, hemos preparado una encuesta, que fue por la que usted tomó contacto con nosotros, que se está difundiendo por internet. Fue preparada por estudiantes de la carrera de Ingeniería Forestal de la Universidad Nacional de la Patagonia; con la que tratamos de indagar cuál es la opinión que tiene la sociedad respecto de nuestros bosques y el rol ambiental, social y cultural que cumplen los bosques. Nosotros, desde la Universidad y la carrera, sostenemos una hipótesis desde hace muchos años, pensamos que la sociedad argentina vive de espaldas a los bosques en particular, y a los recursos naturales en general.

—¿Con esto qué quiere decir usted?

—Que el argentino es un ser esencialmente urbano, más del 95 por ciento de la población argentina vive en ciudades de más de diez mil habitantes y hay un desapego por desconocimiento del valor de los recursos naturales y de los bosques, que componen un capítulo especial de los recursos naturales.

—¿Qué buscan con esta encuesta?

—Tratar de que la gente, sobre todo, de la ciudad, se entere y pueda comprender qué tenemos en el país a nivel de bosques y de recursos naturales. Por suerte desde hace ya tiempo la televisión ofrece muchos programas de concientización sobre medio ambiente y recursos naturales y de la importancia de conservarlos. Y en cuanto al bosque, yo les diría a quienes contesten la encuesta que el bosque es sinónimo de agua dulce y potable y éste es el elemento natural más valioso y escaso del planeta, y por consiguiente el elemento estratégico de las próximas décadas. Cuando nuestros bosques se destruyen por desmontes para urbanizaciones o para incorporar hectáreas a la producción agrícola y por incendios, al mismo tiempo que perdemos un elemento valioso para la vida por su propia función e indirectamente perdemos y dilapidamos agua dulce y potable que es el oro azul de los próximos años. La encuesta nos va a servir para tomar conciencia e influir a su círculo de amistades.

—¿Cómo se puede acceder a la encuesta?

—Hay una página web: elroldelosbosques.wix.com/bosqueysociedad y desde esta encuesta puede contribuir a concientizarse y concientizar a su entorno. Esa página está hecha por estudiantes de la carrera de Ingeniería Forestal, también informa sobre la importancia de los bosques en la vida de las comunidades.

—La importancia del bosque y la necesidad de incorporarlo a la cultura hace necesario incorporarlo al lenguaje para, en primer lugar, poder nombrarlo y poder reconocerlo…

—…pero debemos poner manos en el asunto ya que, en Argentina, del año 2000 al 2013, perdimos 4.700.000 hectáreas de bosques.

Información estadística imprescindible

Los bosques adquieren una dimensión estratégica en términos de geopolítica global, pues América latina, con aproximadamente 6 por ciento de la población mundial, dispone del 26 por ciento de los recursos hídricos planetarios, una parte sustancial de los cuales se halla en nuestro país, distribuido principalmente en los lagos y ríos y en los hielos continentales. Y como señala el saber común, “donde hay bosque hay agua”, los principales aportes de agua que reciben los lagos y lagunas se deben al efecto regulatorio y de balance hídrico que ejercen los bosques y otras manifestaciones, tanto arbustivas como herbáceas, de vegetación.

“El Chaco Argentino es la zona forestal más extensa, con 23 millones de hectáreas (70 por ciento de la superficie total de bosques del país), el bosque es vital para mantener la mayoría de los ambientes de la región en una situación estable y productiva a largo plazo. Sin embargo, en esta extensa región se concentra fuertemente la deforestación, dado que la tasa de eliminación de bosques es dos veces y media más alta que la nacional (sólo en el chaco semiárido santiagueño se desmontaron, entre los años 1984 y 1999, alrededor de 900.000 hectáreas). Esta degradación está acompañada por un deterioro en las condiciones de vida de la población rural, encontrándose aproximadamente el 70 por ciento de dicha población en situación de pobreza. Los principales conflictos ambientales del chaco provienen predominantemente de la conversión del ambiente natural al uso agropecuario.

“La selva tucumano-boliviana o selva de yungas, es la segunda región forestal más extensa del país, representa aproximadamente el 15 por ciento del total nacional, los principales problemas tienen que ver con la explotación forestal para extraer las especies de mayor valor maderero, la introducción de maquinaria pesada, la interacción del hombre con el bosque nativo, que gira en torno a una cultura de tipo silvopastoril, agricultura migratoria y quema de pastizales (que causan incendios forestales), la expansión del cultivo de caña, cítricos, poroto y soja, la explotación petrolera y el reemplazo de la selva por plantaciones de especies exóticas tales como eucalipto y pino.

En el caso de la selva misionera, la problemática alrededor de la reducción del área forestal se debe principalmente a la extracción selectiva, la conversión para cultivos de yerba, tung, te, celulosa, la quema y rosado para el cultivo agrícola y forestal, el avance de la frontera agrícola y de los asentamientos poblacionales, el cultivo migratorio y el uso de agrotóxicos.

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