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Vivir una vida ecuánime

Por Claudio María Domínguez.- ¿Qué cambios debemos realizar en nosotros para llevar una vida que pueda ser llamada dichosa? Hay que empezar por cosas simples que se puedan cambiar ya mismo, porque lo único que existe es el hoy.

¿Qué cambios debemos realizar en nosotros para llevar una vida ecuánime, una vida que pueda ser llamada dichosa?

Empecemos por cosas simples que podemos cambiar ya, en este momento, en este segundo. Lo único que existe es el presente, si querés cambiar, hacelo ahora, es la mejor ocasión. El cambio siempre es ya mismo. Debemos fijar una cadena de prioridades en la vida. Hay que ser sincero con uno mismo y definir qué es lo que más nos interesa: familia, pareja, trabajo, rol social, búsqueda interna. ¿Qué es lo que uno más quiere?

Hay que ser verdaderamente honesto para que funcione. No hace falta publicarlo ni la necesidad de contarlo. Es un claro trabajo interno. Una forma práctica de ayudarse a expresarlo es tomarlo como un ejercicio, y con papel y lápiz en mano, anotar de un lado de la hoja las cosas que más te gustan de vos y del otro lado las que no te gustan. Estás sólo con tu intimidad. Sé franco. Los deseos que todavía te faltan llenar, anhelos fuertes que todavía están allí, agazapados.

En definitiva, ir por las prioridades. ¿Qué querés de la vida? Una por una. Por otro lado, ¿qué es lo que más te gustaría cambiar? Sólo una también para empezar. ¿Hay algo que te moleste de la vida que has estado llevando?¿Qué característica de tu personalidad no te agrada, y está pidiendo a gritos ser cambiada? Vamos a trabajar estas manchas, que desentonan en la imagen que ya tenés de vos mismo.

Con esa misma sinceridad, focalicemos aquello que nos gusta de nosotros. Tenelo muy en cuenta porque te vas a aferrar a eso. Lo vas a hacer crecer, de un modo tan simple y bello, firme y claro, como para compensar la otra energía de la que te vas a liberar. Por ejemplo, de vos te gusta, que sos optimista y positivo, pero por el otro lado, mentís mucho. En esa misma proporción, en que hago crecer lo positivo, voy dejando de mentir.

Siempre va a haber algo que te eleve. Estás vivo, tenés la oportunidad de seguir recordando tu belleza interna y que sos un ser de luz, que nació para ser feliz. Podés moverte por el planeta, proyectando tu amor y tu comprensión de que hay una energía superior que te ha creado, y que por ende heredaste esas mismas características. Hay gente a tu alrededor, despertando del mismo modo en que lo estás haciendo, y sería muy nutritivo recordarles a ellos también, el milagro de estar vivos y poder experimentar lo que aquí y ahora se puede.

Es una elección que estás haciendo en cada momento. ¿Qué mejor momento para empezar a practicar las elecciones de lo que quiero potenciar en mí, y de lo que quiero ir trascendiendo, que cuando comienza el día? Podés elegir si tu día va a empezar de una forma miserable o de una forma bien alegre, calmo, creativo, audaz, lleno de imaginación y con una expresión de amabilidad y nobleza en tu rostro. Es sólo un estado de atención, pero ese estado marca la diferencia entre la dicha y la desdicha. ¿Quién en su sano juicio quiere ser infeliz?

¿Cómo mejoro mis relaciones?

Gente querida, ahora toquemos el tema de la humildad. Cuando vean que no pueden mantener una relación armoniosa con otros, no los culpen. Mas bien busquen el defecto en ustedes. Es muy sencillo culpar a los demás, pero eso no ayuda. Cuando encuentren que algo no va bien, háganse estas preguntas: ¿qué he hecho? ¿en dónde fallé? Verán que la relación con los demás mejorará notablemente. No se puede lograr una verdadera comprensión del alcance de las cosas y de lo vulnerable de la naturaleza humana, sin un espíritu humilde.

Sólo siendo humildes, nos conectamos rápidamente con la compasión y quien siente compasión por los demás, empieza a vivir con pasión su verdadera vida. Todos quieren estar por encima de todos. Esa es la causa principal de los malos entendidos. El hombre de carácter humilde siempre comprende a los demás. El nunca está por encima de nadie. El nunca se siente superior a nadie. En cada conversación que mantenemos abunda el pronombre “YO”. Yo hice esto, yo hice aquello. Yo di esto, yo di aquello. Yo logré esto, yo logré aquello. Un hombre con humildad raramente utiliza ese pronombre. En su conversación abundan los pronombres “nosotros” y “ustedes”.

El hombre comprensivo discute muy poco. Casi nada, o frena la discusión a tiempo. Se da cuenta de que en una discusión, nadie gana. Cuando ustedes piensan que la han ganado, se dan cuenta tarde o temprano, de que no han convencido a la otra persona; más bien la han cansado. En ese proceso se pierden muchísimos amigos. El hombre comprensivo sabe que hay que ponerse de acuerdo, a pesar de las diferencias. Incluso, cuando él no está de acuerdo, respeta a la otra persona. Antes de calumniar, se olvida de su ego, y practica lo que predica.

Es muy fácil dar consejos a los demás, lo difícil es ponerlos en práctica en nuestra propia vida. Si no tenemos la coherencia y la constancia de practicar lo que pregonamos, muy pronto, nadie nos va a prestar atención y mucho menos respetar.

Amigos del alma, hasta otro instante, de buena energía compartida.

Gracias por existir.

 

(*)http://espiritualidaddiaria.infobae.com

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