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Voluntarias del Imusa: “Necesitamos que se cumpla con las ordenanzas, trabajamos con seres vivos”

Reclaman que las normativas sancionadas hace cuatro años por el Concejo y que establecen los protocolos de ingreso, permanencia y adopción de los animales que están bajo la tutela del Estado en el Instituto Municipal de Salud Animal, apenas si se cumplen en un diez por ciento

Hace cuatro años el Concejo Municipal sancionó dos ordenanzas que regulan el funcionamiento del Instituto Municipal de Salud Animal (Imusa). Una determina el protocolo de actuación ante el ingreso de un animal recién llegado y su posterior permanencia dentro de la institución; la otra aplica a los procedimientos a seguir en materia de adopción. Desde el Voluntariado del Imusa remarcan que las normativas, votadas por unanimidad, se sancionaron “por un entendimiento general de subir la calidad de vida de los animales en tutela del Estado” y que, sin embargo, apenas si se aplican. Además, remarcaron un fuerte retroceso en este sentido desde el inicio de la pandemia, cuando muchos de los animales que estaban alojados en la sede del Imusa fueron trasladados al Centro de Adopción Animal Municipal (Caam).

“Hay dos normativas que reglamentan los protocolos de ingreso, permanencia y adopción en el Imusa”, explicaron desde el Voluntariado a El Ciudadano. Se trata de las ordenanzas N° 9.793 (de Adopción y Tenencia Responsable) y N° 9.794 (de Ingreso y Permanencia de Animales), ambas sancionadas por unanimidad por todo el cuerpo legislativo de Rosario en noviembre de 2017 y autopromulgadas en enero de 2018. 

Las ordenanzas, trabajadas desde el Voluntariado junto con los entonces concejales Eduardo Toniolli y Lorena Gimenez Belegni, definen cuales son los aspectos objetivos que deben aplicarse en tres momentos: cuando un animal ingresa a la institución, mientras permanece en ella y cuando es puesto y entregado en adopción.

Salud integral

La ordenanza 9.794 creó el Protocolo de Ingreso y Permanencia de Animales en el Imusa. Entre otras cosas, establece que cuando un animal entra en la institución, primero debe recibir atención veterinaria “donde se lo identificará de manera fehaciente y se le realizará una historia clínica pormenorizada de las patologías, causas de la admisión, señas particulares”. 

Pero además, la ordenanza indica que, para la resocialización del animal, un profesional de la conducta animal (etólogo), debe realizar una evaluación general y objetiva para determinar qué problemáticas debe resolver para luego poder insertarse en un ámbito familiar de adopción.

“Al Imusa no llega un caniche salido de una spa con un baño de espuma y masajes, llegan animales profundamente dañados en su estructura, no sólo en lo físico sino también en lo psíquico. Muchas veces son animales que no han tenido ninguna experiencia positiva en tanto vinculación con humanos o con otros animales”, explican las voluntarias. Por eso, el trabajo con un etólogo es fundamental. 

Pese a que la ordenanza que establece la obligatoriedad de contar con este tipo de profesionales está vigente desde hace ya cuatro años, recién hace dos meses desde el municipio contrataron a uno.

“Queremos destacar el trabajo del equipo veterinario, porque pese a las irregularidades de la institución realizan bien su trabajo, con evaluaciones completas. Pero durante los cuatro primeros años desde la entrada en vigencia de la ordenanza 9.794, el Imusa no contó con un etólogo, una parte indispensable para la resocialización del animal, porque establece las características emocionales, de conducta, de vinculación con otros animales y con las personas, para tener un punto de partida para trabajar en su resocialización. Hasta hace dos meses, era el Voluntariado el que pagaba un adiestrador junto con el aporte de la sociedad, que entiende que el trabajo que hacemos es importante. Hasta hace dos meses, en flagrante incumplimiento con las ordenanzas vigentes, ni (Mónica) Fein en la segunda mitad de su mandato ni (Pablo) Javkin durante la primera mitad de su gestión habían resuelto el problema. Hacían la vista gorda, decían que no había plata”, remarcaron desde el Voluntariado. “¿Qué implicancias tuvo eso? Una ralentización en un montón de cosas que afectan la calidad de vida de los animales”, subrayaron.

La ordenanza 9.794 establece, además, que el Imusa debe garantizar a los animales alojados en la institución paseos “al menos tres veces por semana de al menos 30 minutos”. 

Desde el Voluntariado relataron: “Con el inicio de la pandemia se resolvió el traslado de muchos animales que estaban en la Sede de avenida Francia 1940 al Centro de Adopción Animal Municipal (Caam), en Juan Pablo II 2250. El Imusa depende de la Secretaría de Salud Pública de la Municipalidad de Rosario, por lo que pedimos permisos como personal de salud para seguir cumpliendo con nuestras actividades, y nos empezamos a repartir entre la Sede y el Caam. Ahí el director decidió que los paseos fueran dos por semana (y no tres, como indica la norma), los martes y los jueves, y si por algún inconveniente, como una lluvia, no se puede realizar ese día, no nos permiten recuperarlo. El resultado es que hay semanas enteras que los perros no acceden a los paseos y quedan encerrados en un canil, o saliendo sólo un rato a un patio interno”.

“Lo que habíamos logrado desde el Voluntariado, muy en cuenta gotas, junto con la dirección del Imusa, es que se pongan en funcionamiento algunas cuestiones de los protocolos, fundándonos en lo que dicen las ordenanzas. Desde que se sancionaron las normativas, el Voluntariado viene haciendo un trabajo organizativo fuerte en la sede del Imusa , pero hasta la pandemia no habíamos pisado el Caam”. En este punto las voluntarias fueron taxativas: “la llegada del Voluntariado al Caam pone en blanco sobre negro la dificultad de comprender lo que significa una normativa que obliga al funcionario público a regular y ordenar una manera de trabajar”.

Las trabajadoras remarcaron que, además de las irregularidades que tienen que ver con la salud de los animales, se incumplen otros puntos de los protocolos, que tienen que ver con la resocialización del animal. La ordenanza 9.794 establece que “una vez realizado el ingreso se comunicará la presencia del animal en el Imusa a través de las redes de internet y de las páginas digitales disponibles, a los fines de que, en el caso de un animal que fuera encontrado estuviera extraviado, la familia pueda tener acceso a la información y así recuperarlo”, dice la ordenanza. Sin embargo, las voluntarias afirman que “la realidad es hay animales que hace años que están en el Imusa y que no han sido publicados ni una sola vez”.

Proceso de adopción

El Caam es el Centro de Adopción Animal Municipal. Fue creado en noviembre 2016, también a través de una ordenanza, la N° 9.658, que había sido propuesta por el veterinario y entonces concejal Carlos Cossia. El Caam depende directamente del Imusa, por lo que las normativas que regulan el funcionamiento de la institución también lo alcanzan.

Desde el Voluntariado, cuya labor ha sido distinguida por el Concejo Municipal en mayo de 2019, remarcaron que en el Caam tampoco se da cumplimiento a la ordenanza 9.793, que regula el Protocolo de Adopción y Tenencia Responsable de Animales del Imusa.

Que durante cuatro años el Imusa no haya contado con un etólogo es un dato relevante. Porque es ese profesional quien evalúa los aspectos conductuales del animal, que son fundamentales a la hora de entregarlo en adopción a una familia. No es lo mismo que un perro se lleve bien o no con otros animales, no es lo mismo la relación que el animal pueda tener con un niño o una niña, por ejemplo. Durante los años en que la institución no contó con el servicio de un profesional de esas características, ese espacio fue ocupado por el Voluntariado y el adiestrador que pagaban de su bolsillo.

“En el Caam nos ha ocurrido llegar y que nos dijeran que tal perro, que por ahí tenía algunos problemas de conducta, había sido entregado en adopción a una familia sin tenerlo en cuenta. Cuando marcamos la situación nos respondieron que, en todo caso, lo devolvieran”, todo lo contrario de lo que establece la ordenanza a la hora de adoptar, dijeron.

“Las ordenanzas lo que más demandan, además de la parte de infraestructura, es una modalidad de trabajo, es organización, es metodología, formar al personal y vincularlo con su obligación”, dijeron las voluntarias, que reclaman una reunión para tratar estas cuestiones al intendente Javkin. “Hasta ahora sólo nos ha convocado a reuniones de campaña, antes de las elecciones, para la foto. Lo que necesitamos es una reunión de gestión. Porque las voluntarias somos parte de la Institución, tenemos contratos firmados con el Imusa, por lo que demandamos una respuesta institucional”.

“Hoy escuchamos cosas, como que se necesita tiempo para hacer un  trabajo progresivo. Son cuatro años de incumplimiento de las ordenanzas que están sancionadas y que, siendo generosas, se están cumpliendo al 10 por ciento. No hay más tiempo para la adaptación, trabajamos con seres vivos”, sentenciaron.

*Los perritos de las fotos que acompañan la nota viven en el Imusa y buscan una familia

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