Manuel Palma / Actualidad RT
El Banco Central de Venezuela (BCV) rompió esta semana el silencio sobre los principales indicadores económicos del país y, en medio de las cifras que confirman la profunda recesión, un dato fue soslayado en los titulares de la prensa internacional: en abril, el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) se ubicó en 33,8%.
De hecho, esa cifra está por debajo del registro de marzo pasado, que se ubicó en 34,8%, con lo cual el índice inflacionario regresó a dos dígitos en la variación mensual, después de que enero y febrero cerraran con 196,6% y 114,4% respectivamente.
Ya mucho antes de la divulgación de las cifras del ente emisor, firmas económicas privadas adelantaban un “freno” en el acelerado proceso de hiperinflación, mientras que el Consejo Nacional del Comercio y los Servicios de Venezuela (Consecomercio) ratificaba el “rezago” de precios en varios productos y servicios.
Un reflejo de ese fenómeno fue el rubro de alimentos y bebidas no alcohólicas, detallado en la variación mensual del BCV en lo que va de año: en enero escaló a 204%, y en abril descendió a 29,3%. Algo similar ocurrió con la medición de hoteles y restaurantes, que pasó de 238,3% en enero a 38% en abril.
¿Cómo pasó?
Para el economista y ex ministro de Comercio Exterior Jesús Faría, uno de los factores que incidía en la velocidad hiperinflacionaria era la especulación en la compra y venta ilícita de divisas.
Sin embargo, refiere que ese escenario cambió cuando el BCV autorizó la compra y venta de dólares para los bancos privados mediante mesas de cambio, cuyas transacciones incluyen reportes diarios de las operaciones, que luego el ente emisor promedia y publica como tasa oficial.
A criterio de Faría, esa medida ha permitido al BCV frenar el marcaje ilegal del precio del dólar paralelo, una “excusa reiterada de los comerciantes” para subir los precios.
“Lo que estamos observando en los últimos meses es el esfuerzo del Estado en la aplicación de nuevas políticas macroeconómicas que hacían falta” para equilibrar el mercado, agrega.
Otro aspecto clave es el encaje legal aplicado al sistema bancario. La medida vigente obliga a la banca a congelar en el BCV, a modo de reserva, parte de los depósitos. Esto limita el exceso de liquidez (bolívares), ayudar a “estabilizar” la cotización ilegal del dólar paralelo, e impide el alza indiscriminada de los precios.
Un informe oficial, citado por el portal de análisis económico y político <La Iguana<, señala que la implementación del encaje atenuó “el incremento de la liquidez monetaria” y ha permitido “la consecuente desaceleración de la hiperinflación”.
No se puede cantar victoria
Aunque en frío la cifras apuntan hacia una ralentización progresiva de la hiperinflación, alguien que gana salario mínimo en Venezuela no puede aún cantar victoria, pues la limitación del dinero circulante, sumado a la galopante especulación en “precios dolarizados” y el acaparamiento de productos básicos para su reventa al doble o triple de su costo original, golpea todavía con fuerza el poder adquisitivo de la población.
A pesar de que algunos precios no han aumentado en la misma proporción de 2018 (año en que la inflación acumulada se ubicó en 130.000%), la remuneración básica, fijada en 40.000 bolívares mensuales –siete dólares al cambio oficial– es insuficiente para adquirir la mayoría de los rubros prioritarios.
“Es una lamentable consecuencia del freno momentáneo de la hiperinflación: ha habido una pérdida significativa del ingreso de los trabajadores”, comenta el economista e investigador social Oscar Forero.
Los economistas consultados creen que intentar detener la hiperinflación es uno de los pasos clave que ha venido dando el Ejecutivo para el “reordenamiento del mercado”, pero no debe ser el único. Faltan otras medidas para recuperar la productividad nacional y la capacidad de compra, advierten.
Forero añade que uno de los aspectos que actualmente eleva los costos de los productos es la disponibilidad de combustible, que impacta directamente en el traslado de los alimentos y otros productos.
“En Táchira y Mérida (región andina) por la dificultad de conseguir la gasolina, los comerciantes que trasladan mercancía hacia el centro u oriente del país le suman al precio final lo que pagan en combustible”, relata Forero.
Objetivo: no perder lo avanzado
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, informó a finales del año pasado que uno de los propósitos de su gobierno en el primer semestre de 2019 era “detener la inflación”.
Faltando poco para despedir los primeros seis meses del año, Faría considera que la meta es mantener la desaceleración inflacionaria lograda hasta ahora.
No obstante, las sanciones de Estados Unidos contra Venezuela amenazan con boicotear ese logro. “Sin duda, el bloqueo norteamericano ha acelerado el colapso de la economía venezolana”, expresa Forero, quien cree que sin las acciones de Washington el proceso hiperinflacionario “no hubiera sido tan profundo”.
A juicio de Faría, las medidas coercitivas unilaterales que aplica Washington contra Caracas son el “arma económica por excelencia para causar hiperinflación”.
Detalla que el bloqueo, según cálculos oficiales, le ha costado al país más de 65.000 millones de dólares: “Son recursos que el país ha podido utilizar para atender las necesidades de la población y disminuir el impacto inflacionario”.
Esa cifra se suma a las pérdidas de 350.000 millones de dólares en producción de bienes y servicios entre 2013 y 2017, lo que equivale a 8.400 y 12.100 dólares por cada venezolano, según un estudio publicado por el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag).
Aún con ese panorama cuesta arriba, el Ejecutivo ha dicho que los siguientes meses “serán claves para ir recuperando poco a poco la actividad económica en Venezuela”, según reza un documento reseñado por medios locales.
Por ahora, la atención se centra en que la cifra de hiperinflación al cierre de 2019 no culmine en la estimación de 10.000.000% hecha por el Fondo Monetario Internacional (FMI). O que por lo menos la tendencia siga a la baja para beneficio de todo el país: “Creo que se podrá lograr, pese a las sanciones”, vaticina Faría.