Un ex combatiente de la guerra de Malvinas que logró fijar como domicilio en su documento una dirección ficticia del archipiélago en homenaje a un compañero fallecido durante el conflicto bélico de 1982, votó este domingo en la escuela rural Nº6 Entre Ríos de Tierra del Fuego, situada a 55 kilómetros de la ciudad de Ushuaia, después de realizar el trayecto por la Ruta Nacional Nº3 cubierta de hielo y nieve.
Osvaldo Alberto Jacobo Hillar, un veterano cordobés de 59 años que peleó durante 56 días en la guerra contra Gran Bretaña, consiguió hace unos años que el Registro Civil de la capital fueguina le aceptara como domicilio la calle «Eduardo A. Vallejo 103», en «Puerto Argentino. Islas Malvinas».
Vallejos es el nombre de un compañero suyo que murió entre el 11 y 12 de junio del 82, tras recibir las esquirlas de un bombardeo naval inglés.
«A raíz de una comunicación que tuve con un veterano de la guerra de Vietnam me enteré que los ex combatientes tienen el derecho de hacer estas solicitudes. La gestión me llevó un tiempo, pero por suerte lo logramos», explicó Hillar a Télam, con su documento de identidad en la mano.
El veterano de guerra detalló que la dirección de Malvinas es «Antonio Vallejos 103» porque «el soldado Vallejos fue el tercer caído del cuerpo de artillería al que pertenecimos. No se podía el 3 pero sí se pudo el 103 y así quedó. Los dos éramos soldados clase 63, recién incorporados al servicio militar y con muy poco tiempo de instrucción», detalló.
También mencionó que la muerte de Vallejos constituye «una cicatriz que voy a llevar por el resto de mis días. Lo recibimos en brazos, en el puesto de comando, cuando ya había fallecido. Su cuerpo estaba lleno de esquirlas de
una bomba que explotó cerca», precisó.
En ese sentido, dijo que llevar el nombre de su compañero muerto en el DNI «es como llevar a cada uno de los 631 caídos en la guerra. Es una reivindicación para que esa sangre derramada no quede en vano y para que el proceso de malvinización iniciado por los ex combatientes se mantenga en el tiempo y se traslade a las nuevas generaciones», remarcó el ex soldado.
Hillar se presentó en la mesa electoral 209 del distrito, vestido de soldado y con sus condecoraciones en el pecho, por lo que fue observado con respeto por las autoridades de mesa y por los funcionarios militares que custodiaban la votación, según presenció Télam.
Para llegar al centro de votación, Hillar tuvo que realizar un trayecto de 55 kilómetros por la Ruta Nacional Nº3 y cruzar la Cordillera de los Andes por el Paso Garibaldi, en una jornada donde se registraron precipitaciones de nieve e incluso el tránsito estuvo restringido para vehículos sin cubiertas de invierno.
«Es muy importante votar acá. No importa si nieva o si hay una tormenta. El significado es trasladarme 41 años atrás. Veía nevar recién y pensaba en las islas, en Eduardo y en los tiempos crueles que tuvimos que pasar, soportando el frío y el agua de las turbas, pero combatiendo por nuestro suelo», reflexionó el veterano.
La secretaría Electoral de la provincia dispuso que los cuatro empadronados con domicilio en las Malvinas deben votar en la «última mesa de la sección Ushuaia, instalada en la escuela de Lago Escondido.
Allí figuran 218 personas habilitadas para emitir sufragio, 214 de la ciudad de Ushuaia y los 4 del archipiélago usurpado por Gran Bretaña, aunque Hillar fue el único que se presentó a votar.
El ex combatiente dejó su Córdoba natal en 1984, apenas dos años después de concluida la guerra, para afincarse en Ushuaia donde forjó una nueva vida, pero también siguió militando la causa Malvinas. En Tierra del Fuego abogó por el reconocimiento de los derechos a los soldados, desde el otorgamiento de pensiones hasta su atención psicológica, a través de asociaciones de veteranos y de su trabajo en la secretaría de Malvinas de la provincia.
En su juventud, Hillar fue jugador de fútbol profesional: no llegó a debutar en primera, pero sí en la reserva de Instituto de Córdoba. En 1981, después de una actuación descollante, fue tentado para fichar por Ferrocarril Oeste, aunque su padre no lo autorizó a irse a vivir a Buenos Aires porque era menor de edad (tenía 17 años).
Esa decisión podría haberle cambiado la vida, ya que como jugador tal vez hubiera evitado el servicio militar al año siguiente, en el Grupo de Artillería Aerotransportado 4 de La Calera (Córdoba), donde dos meses de instrucción le valieron ser convocado a la guerra, el 23 de abril de 1982.
En esa etapa Osvaldo conoció a Eduardo, quien pertenecía a la misma batería y por eso hicieron juntos la instrucción militar, lo que los convirtió en amigos inseparables y compañeros de combate.
Hasta que el 12 de junio de 1982 Vallejos fue alcanzado por las esquirlas de una bomba naval que explotó cerca de su trinchera.
«Su muerte es algo que me marcó mucho y tenerlo en el documento es una forma de poder llevarlo a todos lados a donde voy», confesó el ex combatiente fueguino.