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“Vuela alto, mamá!”, o cuando la tragedia, con el paso del tiempo, se vuelve comedia

Arranca con su temporada en el Teatro Municipal La Comedia la obra de la dramaturga y escritora Patricia Suárez, bajo la dirección de de Matías Martínez, con las actuaciones de Gachy Roldán, Haydee Calzone, Silvina Santandrea, Christian Valci, Salvador Trapani y Adrián Giampani

Dalia ha muerto, hay un velorio. Dalia era la madre de Ana Julia y Omara, dos hermanas que, como pasa en millones de familias, hace años que no se dirigen la palabra. Omara es la que se quedó en Rosario y atendió a su madre hasta el final. En cambio, Ana Julia se fue a “triunfar” en la cinematografía estadounidense y no volvió más. Tampoco llamó más y hasta bloqueó los contactos de su familia, «por las dudas». Ambas asisten al velorio de su madre, que sin prisa pero sin pausa se va transformando en una zona de conflicto por donde desfilarán una serie de personajes un tanto particulares. Serán de la partida Zully, la peluquera cleptómana; Gildo, el padre ludópata; Patricio, el marido extra de películas hollywoodenses y Salvo, el exmarido desintoxicado.

Lo que antecede describe algunos de los entretelones de Vuela alto, mamá!, la nueva producción del programa municipal La Comedia A Puesta, que se conoció hace una semana y que desde este viernes estará en cartel en el primer coliseo municipal de Mitre y Ricardone. Se trata de un novel ciclo de coproducción que de este modo está de regreso tras el éxito de Las Viejas. Una comedia argentina, estrenada en marzo pasado, y que a lo largo del año se suma a las producciones de la Comedia Municipal Norberto Campos aunque con otra lógica de gestión y producción.

Vuela alto, mamá! es un texto de la reconocida dramaturga, escritora y actriz rosarina, radicada en Buenos Aires y de trascendencia internacional, Patricia Suárez, con dirección de Matías Martínez y asistencia de dirección de Marcela Ruiz Álvarez, que cuenta con las actuaciones de Gachy Roldán, Haydee Calzone, Silvina Santandrea, Christian Valci, Salvador Trapani y Adrián Giampani, al frente de un gran equipo artístico y de producción que entre más suma el diseño de vestuario y caracterización de Ramiro Sorrequieta, producción de vestuario de Liza Tanoni, con realización de Claudio Benítez, Cesar Alinno y Cintia Pendino, junto a la realización de pelucas de Ulises Freire. El diseño de escenografía es de Cristian Grignolio y la realización, del equipo del Teatro La Comedia, que también se ocupó de las luces, con fotografía de Nano Pruzzo y Guillermo Turin Bootello, y producción general del Teatro La Comedia.

Respecto de esta nueva experiencia denominada La Comedia A Puesta, se trata de un programa de profesionalización en el campo de las artes escénicas mediante el cual La Comedia «busca facilitar y acompañar los procesos de realización y producción de diferentes sectores de la comunidad artística local. Además de poner a disposición la sala, sus recursos técnicos y humanos, el teatro público promueve un esquema de trabajo donde el intercambio de saberes se convierte en una herramienta para la profesionalización de los diferentes actores participantes”.

Complejidad de la comedia

Con casi tres décadas de trabajo profesional desde que debutó como director con Pelo de grasa en 1994, Matías Martínez es sin duda uno de los directores consagrados de la escena local, con una carrera que reparte su tiempo, sobre todo en los últimos años previos a la pandemia, entre España y Argentina, y con procesos creativos que van desde la dramaturgia propia y la investigación, donde aparecen fuertemente referenciados trabajos notables como lo recientes Representación nocturna del marqués de Sebregondi, A la vasta criatura apodó Golem o Los bordes torpes del ano, del mismo modo que otros con los que, durante todos estos años, buscó amplificar el público con versiones de comedidas clásicas de la dramaturgia rioplatense.

Matías Martínez junto a su asistente de dirección, Marcela Ruíz.

En este último apartado podría ubicarse cómodamente esta comedia de Patricia Suárez que pareciera dialogar, desde lo estético y desde las problemáticas, con otras piezas estrenadas por Martínez como es el caso de su versión de Esperando la carroza (2007), de Jacobo Langsner (popularizada por la película homónima de Alejandro Doria) o el clásico de clásicos La Nona (2010), de Roberto Tito Cossa, en ambos casos con cierta deformidad o disfuncionalidad familiar como disparador, del mismo modo que su paso en 2015 por la Comedia Municipal Norberto Campos con el espectáculo Gol de oro (2015), acaso el más disruptivo de esa producción municipal.

“Esta propuesta surge a partir de que me convoca La Comedia para montar el nuevo espectáculo dentro del programa La Comedia A Puesta que abrió con Las Viejas en el verano. Lo pensamos en común porque es una articulación entre lo público y nosotros, que somos gran parte del equipo artístico. En realidad me dieron a mí la libertad de elegir y por la trascendencia que había tenido el espectáculo anterior, consideré que tenía que ser otra comedia, porque además sentí que ahí había un público que no tenía que perderse. En ese proceso aparecieron varios títulos y nombres hasta que dimos con esta obra de Patricia Suárez con quien tengo una cercanía. Yo le pedí un texto y ella me acerca esta obra de seis personajes, tres masculinos y tres femeninos. Como un primer dato, me encontré riéndome apenas la empecé a leer y sentí que era un buen síntoma, algo que confirmé una vez leída toda la obra porque tuve la sensación de que podía funcionar muy bien con el público”, contó Martínez.

“Me parece que lo interesante que tiene el texto –continuó el creador– es que no se queda en una risa playa; es un texto que se va poniendo denso en otras cuestiones que si bien siguen operando en la risa y en lo hilarante, es una risa que se va constituyendo también desde el humor negro y absurdo sin dejar de lado cierto grotesco que es muy propio de nuestro teatro”.

Respecto de su diversidad a la hora de gestar espectáculos y de su cercanía con la comedia, un género al que pareciera encontrarle, al mismo tiempo, cierta oscuridad, Martínez evocó: “Me interesa indagar en todo lo que tenga que ver con lo escénico; no me interesa más una cosa que la otra, no tengo una preferencia, sólo puedo decir que me gusta dirigir, me gusta crear universos paralelos a los referenciales. Y si para eso tengo que hacer una comedia, un vodevil o un texto posdramático, lo hago. Es casi como una especie de pulsión creativa que me lleva a dirigir lo que sea».

Y recordó: «Siempre tengo muy presente aquella versión de Esperando la carroza, porque de alguna manera fue un proyecto mío que luego presenté en la Secretaría de Cultura y pudimos articular lo público con lo privado que es un modo de producción muy interesante, que me interesa particularmente, y al mismo tiempo tengo la sensación que aquella obra fue un poco el germen de otras producciones gestadas de un modo parecido que ahora tienen un apoyo institucional. Yo tengo esa forma de ver este modo de gestión que ahora tiene un correlato con este programa municipal y esta forma de articular el trabajo. En el mismo sentido, tanto Gachy como Haydee y Silvina, las tres estaban en Esperando la carroza, y cuando encontré este texto y leí esos tres personajes femeninos, de inmediato pensé en ellas tres, y el hecho de que estén, de convocarlas, fue una condición mía, que pudiera tener esa autonomía en la elección del elenco. En un principio me dijeron que no era posible, que debía ir a casting, pero finalmente acordamos y si hizo un casting para la elección de los tres personajes masculinos”.

“Sucede que desde que leí el texto –sumó Martínez–, mi intención era trabajar con gente de una franja etaria determinada, pero particularmente con actrices y actores con oficio, con un nombre y una trayectoria amplia. No me imaginaba esta obra de otro modo. Fue pura intuición y finalmente esa combinación dio muy buenos resultados; hay en la obra algo muy profesional que seguramente se va a valorar y con lo que yo estoy muy de acuerdo. Esta obra es un acontecimiento escénico más de los tantos que hay en Rosario que aporta, entre otras cosas, mucho profesionalismo y que opera un poco por fuera del campo que tiene más trascendencia en la ciudad que es el independiente”.

Catarsis en código de humor
La dramaturga, escritora y actriz rosarina Patricia Suárez.

Atenta a los sucesos teatrales que tanto dentro como fuera del país la tienen como gran protagonista, siendo una de las dramaturgas más representadas de los últimos años en la Argentina con infinidad de obras conviviendo en la cartelera independiente nacional, Patricia Suárez dejó en claro que se trata de “una comedia loca, disparatada, atípica, con la que sin duda se van a divertir mucho”.

Y sobre su tarea y disparador de este texto, sumó: “Escribir teatro es el género en el que me siento más cómoda. Es el que más me gusta porque me hago amiga de los personajes y porque el teatro sigue vivo en cada función. Las personas que están ahí representando no pueden ser reemplazadas por ninguna plataforma y por eso es un arte vivo. Sin embargo, cuando falleció mi mamá hace un año atrás, me quedé clavada en el dolor, en el trauma que indefectiblemente implica la muerte de alguien tan cercano y querido”.

“Me pasé muchos meses sin escribir teatro –recordó–. Y eso que para mí escribir es como respirar, es una expresión cotidiana habitual de mí forma de estar en el mundo. Fue así que promediando el mes de mayo me propuse retomar el teatro en el punto donde lo dejé, y el punto donde lo había dejado había sido el velatorio de mi mamá con lo cual hice catarsis en código de humor y de disparate a partir de esta obra”.

Y cerró: “Aunque esta obra venga de un suceso tan triste como es la muerte de un ser querido está llena del disparate que vivimos cada vez que los seres humanos nos enfrentamos a una situación límite. Por eso estoy segura de que el público se va a divertir muchísimo”.

Para agendar

Vuela alto, mamá!  tuvo su estreno el viernes 8 de septiembre, a las 21, en el Teatro Municipal La Comedia (Mitre 958), donde regresa para seguir en cartel desde este viernes 15 hasta el domingo 29 de octubre, todos los viernes y sábados a las 21 y los domingos a las 20. Las entradas generales tienen un costo de 2 mil pesos y pueden adquirirse en la boletería del teatro de martes a viernes de 9 a 19, los sábados de 9 a 13, y los días de función desde dos horas antes del comienzo del espectáculo. Y también a través del sistema https://1000tickets.com.ar/concierto.php?id_evento=1116&vuela-alto-mama-a. El costo de las entradas para personas jubiladas y estudiantes es de 1500 pesos.

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