La Giralda había cerrado sus puertas en 2018. Era uno de los bares notables de la Ciudad, fundado en 1930 y ubicado en la avenida Corrientes 1453. Gabriel García y Nicolás Marques son los nuevos dueños y quienes se encargaron de recuperar el bar y conservar la fachada del frente pero también remodelar el interior con tintes modernos.
«Fue emocionante, nos llena de orgullo y concretamos un sueño», le dijo Marques a Télam sobre la reapertura que se demoró dos años, ya que estaba prevista para mayo de 2020, pero se pospuso a causa de la pandemia.
«La Giralda es un patrimonio de la ciudad, un icono de Corrientes, y de la cultura, por eso reabrirla es un orgullo personal y profesional», aseguró.
En este sentido, Marques comentó que conservaron el frente de la cafetería y recuperaron las maderas con los espejos tallados al ácido que están en todo el perímetro del lugar. También replicaron el cartel de neón que dice «chocolate con churros», de la antigua Giralda, las mesas de mármol, sillas estilo thonet, que eran las que se diseñaban en los años 30.
«El icónico chocolate con churros no lo vamos a modificar pero sí abarcamos una oferta gastronómica más amplia y variada que antes, con almuerzo, cena, y barra de tragos. Vamos por ese público también» expresó Marques.
Por ello, el nuevo dueño remarcó que hay que «conservar la mística pero es inevitable aggiornarse un poco al servicio que ofrece la gastronomía actual, si no la competencia te deja chiquitito».
Martín Silman, mozo de La Giralda, recorre de punta a punta las mesas. Es gastronómico desde hace varios años. En diálogo con Télam, contó que «las primeras personas que entraron hoy muy temprano, tenían lágrimas en los ojos. La emoción de volver a su café, con los cambios que se pueden apreciar, pero con todo el espíritu de la época».
A su vez, enfatizó que tuvieron «un excelente recibimiento de todas las personas» que los visitaron hoy porque «han valorado el esfuerzo de la restauración original, de lo que era el bar de 1930. La intención es dar el mejor servicio, y por suerte la gente entró contenta y se fue contenta».
Entre recuerdos y sabores inovidables
Mirtha, de 64 años, vive en Caballito y disfruta del chocolate caliente, sentada en una de las primeras mesas con vista a la vereda, como lo hacía en otros años.
«He venido en otras épocas, cada vez que paseaba por Corrientes, era un clásico venir a tomar un chocolate con churros, que son mi debilidad. El lugar está un poco más moderno, pero sigue igual. Es algo clásico porteño», dijo.
Y agregó que «hay que seguir manteniendo los lugares notables, como pasó también con el café Las Violetas, o va a pasar con El Molino. Es muy importante cuidar el patrimonio, tenemos unas construcciones bellísimas».
En otra de las mesas de mármol se encontraba Ricardo Villarruel, de 69 años, que pasó por la Ciudad de Buenos Aires para hacer un trámite, supo de la apertura y no quiso perderse la oportunidad de tomar un chocolate con churros que, según prometen sus nuevos dueños, mantiene la receta original y costará 550 pesos.
«Recuerdo que cuando era chico venía siempre. Luego pasaba y eventualmente tomaba un café. No han perdido la idiosincrasia y política de tradición pero lo han llevado a una modernidad que reaviva el local. Me gusta que se conserven los lugares tradicionales en la medida que se puedan aggiornar y no pierdan el espíritu. Un lugar que se reflote y que uno se anime a decirle a sus hijos que vayan», manifestó.
Roberto Giménez es abogado y su estudio está cerca del lugar. Tomando un café no se considera cliente legendario pero «sí antiguo».
«Yo no iba a venir pero pasé y bueno, acá estoy. Me llama la atención que esté tan lleno de gente, pero creo que va a funcionar bien, y mi deseo es que no lo dejen caer», expresó el hombre.
En la pared del fondo, se colocó un vitraux creado por los artistas Paula Espigares, Luis María Gianera y Pablo Schapira, que es una réplica de la Giralda española.
Nelsa Ortiz, de 59 años, trabaja a la vuelta de La Giralda, y vio por televisión que abría, así que decidió ir por primera vez.
«Bajo del subte y siempre paso por la puerta. Cuando cerró me quedé con ganas de venir, así que cuando escuché que se inauguraba no lo dudé. El lugar me parece hermoso y es emblemático«, expresó la mujer.
La Giralda nació en 1930 como lechería, de la mano del andaluz Francisco Garrido. Pero fue recién en 1951 que se convirtió en un símbolo de la calle Corrientes. Ese año fue adquirida por Antonio Nodrid, quien conservó el nombre, la marca de chocolate de su primer dueño y la tradición de los churros.
Su bisnieto fue el último Nodrid que estuvo a cargo del bar hasta que los problemas económicos lo obligaron a cerrar en 2018.
A partir de hoy, funcionará de lunes a viernes de siete de la mañana hasta las dos de la madrugada y los fines de semana las 24 horas.