Por: Candelaria Botto – www.filo.news
Telares de mujeres, flores de la abundancia, mandalas y células de la prosperidad. Hay miles de nombres más pero el esquema siempre es el mismo: entrás con cierta cantidad de plata (que suele ser en dólares) con la promesa de que te volverá el «regalo» multiplicado por ocho.
Voy a usar de ejemplo el que me ofrecieron por última vez: la flor de la abundancia. Vos le «regalás» 1.000 dólares a la homenajeada en esa ceremonia. Luego tenés que conseguir a dos personas que entren y le den 1.000 dólares cada una a la que le toca en ese momento, como vos antes (acá tenemos que ya lograste que se aportaran 3.000 al circuito).
Esas dos van a conseguir dos nuevas que pondrán 1.000 cada una y acá ya hay 7.000 dólares que entraron por tu gestión. Esas dos buscaran nuevas dos. En la siguiente etapa sos quien recibe 8.000 dólares que te los dan quienes se sumaron en esta nueva ronda. ¿Magia? No, estafa.
El crecimiento que hay es exponencial, tanto en términos de plata como de personas. Por lo tanto, el límite de crecimiento es relativamente cercano y va a llegar rápidamente un punto en el que no entre más gente al esquema. Y entonces, todos lo que quedaron en las etapas previas a que les toque ser homenajeadas, que ya pusieron sus 1.000 dólares para entrar, se van a quedar sin el regalo prometido.
Siempre, y quiero ser lo más explícita posible, así que, siempre, son una estafa. Acá, un consejo de una economista: nada que te prometa una rentabilidad tan grande puede venir sin que otro (u otra) pierda.
Pero hay que entender por qué calan tan hondo y tienen tantos fervientes. Tantas, debería decir. Hay un rebrote (porque en 2016 también surgieron con fuerza, como cuenta Agostina Mileo) de este tipo de esquemas en círculos de mujeres, que bajo el lema de la sororidad y el empoderamiento buscan seguir sumando compañeras para que «cumplan sus sueños».
El discurso es que como el patriarcado nos educó para odiarnos, entonces de esta manera nos organizaríamos entre nosotras para tener la tan deseada autonomía económica. No es casual que muchas compren la esperanza en un contexto donde somos la población con mayores tasas de desempleo, de informalidad y con menores ingresos. Las mujeres acumulamos un 27% menos de ingreso que los varones según el último informe presentado por el Indec.
Entonces, nos venden el cielo y el problema es que generalmente quien lo hace es una amiga, una vecina, una familiar o alguien de confianza. De esto se aprovechan estos esquemas, de los contactos personales, para que la fragilidad del sueño sea compensado por la confianza a la persona. Esto se vuelve especialmente problemático porque cuando deja de funcionar nadie va a denunciar a una persona que quiere.
Sumemos que normalmente estos esquemas se valen de reuniones y encuentros (aunque la virtualidad también se hace presente) en los cuales conocés a las mujeres que te antecedieron y donde se hace el ritual de iniciación (que es cuando das la plata). Una vez que das tu «regalo» sos parte y a partir de eso hay que moverse rápido para reclutar más gente y que no se «corte la abundancia». Hay un halo místico y esotérico en todo esto cuya intensidad dependerá de quienes son parte.
Volviendo a la flor de la abundancia, cada persona va pasando por estadios donde sos un elemento: por ejemplo, cuando sos agua te toca recibir tu «regalo» multiplicado por ocho. Cuando sos fuego es porque diste tu regalo, en la siguiente etapa sos aire y te toca reclutar a dos contactos. Después sos tierra, y sos quien organiza la próxima ceremonia para el agua que será la beneficiaria de los regalos de los nuevos fuegos. Suena muy lindo: se hace un grupo y todo parece perfecto, pero lamento decir que desde un principio se sabe que no va a funcionar.
Cuando no funciona, la culpa (acá lo patriarcal quedó presente) es tuya. Sos vos la que no creíste en el proceso, que no tuviste las demasiadas ganas, que no te esforzaste lo suficiente. Los elementos no funcionaron y la flor muere. No hay reclamos porque vos no hiciste una inversión: vos diste un regalo y el universo no te favoreció. Será que no te tocaba.
No importa lo hermosos que son los dibujos que nos puedan mostrar (que suelen ser circulares para que pensemos lo menos posible en una pirámide): siempre que nos hablan de acrecentar exponencialmente lo que pusimos es porque estamos hablando de un esquema piramidal.
Entonces desde un principio se sabe que va a tener un final, porque llega el momento donde no hay nadie más que reclutar. Volviendo a la flor (pero vale para todos con sus diversos nombres) si no hay nuevos fuegos entonces el agua no recibe y el problema es que en algún momento los fuegos se acaban porque estos esquemas crecen muy rápido y las personas que puedan entrar se terminan. A su vez, como crece exponencialmente el número de personas involucradas, es muy difícil rastrear quién lo organizó, que es el verdadero o verdadera estafadora.
En muchos países, de hecho, son ilegales, pero la gente que lleva adelante estas estafas se vale de esto para decir que es porque esta forma de ganar plata pone en juego al capitalismo (no queda claro cómo). Entonces hay que hacerlo en secreto y de ahí surgen todos los eufemismos que se usan para evitar que sea algo completamente público. Reina el whatsapp y el misterio.
Cuando la limosna es grande, lo más sano es desconfiar
Cuando te hable una amiga de la infancia, tu hermana o alguien que ves todos los días y te ofrece un negocio multimillonario que va a resolver tus problemas, lo primero que tenes que hacer es dudar, lo segundo es pasarle esta nota.
No es para que te pelees ni nada por el estilo, porque probablemente esa conocida no sea quien lo formó sino una que cayó y necesita que más mujeres se sumen para no ser la estafada. Pero esto es como el juego de la silla y la intención de la nota es que no te quedes sin lugar donde sentarte porque quien sigue sumando se asegura de cobrar pero cuanto más creció el esquema más cerca está de su límite.