A raíz de la nota que el lunes pasado salió publicada en El Ciudadano, el mundo que rodea a Los Wachitiernos se vio completamente revolucionado. Según contó Bahiana, hermana de uno de los chicos del grupo, en el barrio estaban todos contentos, y la edición del diario de ese día, “paseó de acá para allá”. Se bailó y festejó como fue debido, para luego continuar con los ensayos. Sin embargo, y paralelamente, a través de internet se llevó adelante otra discusión: qué es lo que están haciendo realmente estos chicos y cuál es su futuro. ¿Trabajo infantil? ¿Comenzar un camino hacia las drogas? ¿O simplemente un mero pasatiempo?
Los Wachitiernos son cinco chicos y una chica de entre 10 y 13 años que bailan en los boliches de cumbia sobre la música de los ya famosos Wachiturros, en las madrugadas de los fines de semana. Llevan, al menos en parte, la vida propia de la llamada “gente del espectáculo”, aunque afirman que para ellos el subirse a los escenarios no es más que un pasatiempo.
El lunes pasado salió publicada en este diario una crónica contando su vida, a partir de la cual se sucedieron más halagos. Así fue como aumentaron los reconocimientos y saludos por la calle, y hasta llegaron los primeros regalos: “Una chica amiga de mi mamá vio la nota y les va a regalar una chomba y un gorro a cada uno”, contó Bahiana sobre la posibilidad de un flamante vestuario para el grupo.
Y con todo, los Wachitiernos se siguen juntando en sus casas, ensayando en las veredas, yendo a los boliches.
En la versión digital de la nota las repercusiones también se hicieron notar. Aparecieron muchas felicitaciones de amigos, familiares y algún desconocido; pero también cuestionamientos a esta actividad. “No te puedo creer. Esto va de mal en peor” o “qué triste ver esto” son dos de los comentarios que hicieron notar que a algunas personas la pequeña banda “les hizo ruido”.
Cumbia, drogas, cariño
“Se decía que estaba mal, que iban a empezar a drogarse y emborracharse y que todo era por culpa de la cumbia. Pero la música no tiene nada que ver en estas cosas, fijate lo que pasa en las fiestas electrónicas. La falta de cariño es lo que los lleva a eso, y a ellos nunca les va a faltar”, reflexionó Bahiana acerca de parte del debate, que apuntaba al riesgo de que los niños frecuenten los ambientes nocturnos, y más aún como protagonistas. “Son chicos como cualquiera, van a la escuela todos los días, y bailar es su pasatiempo. Lo usan para despejarse. Otro camino del que pueden tener en el barrio en el que viven”. Bahiana destaca que su hermano y el resto del grupo viven en un barrio humilde, donde las alternativas de vida no sobran, y ya hay chicos de la edad de los Wachitiernos y hasta más pequeños que toman alcohol, por ejemplo. Ante eso, los familiares prefieren el pasatiempo con el que se entusiasmaron los pequeños: “Ellos van del boliche a dormir a una casa. Para ellos es un pasatiempo esto, están todo el día juntos y siempre acompañados de los padres”.