Télam, por Romina Grosso
Fotos de Mariano Suárez, NA
El músico británico Roger Waters concretó su tercera visita a la Argentina y anoche cautivó a unas 50.000 personas que presenciaron el primero de los nueve shows que dará en el estadio River Plate con “The Wall Live”, una espectacular puesta dominada por una impronta teatral y política que recrea la esencia de uno de los discos más importantes de la cultura del rock.
Las imágenes sugestivas plasmadas en un inmenso y simbólico muro que hacia el final de la noche termina derrumbándose en el mismo escenario, un mensaje claramente antibélico, las melodías bellas y circulares que habitan en el universo “The Wall” y la voz profunda de Waters, se conjugaron para emocionar a un público heterogéneo.
“Buenas noches Buenos Aires, gracias por darme la bienvenida. Quiero dedicar este show a la memoria de los desaparecidos, de los muertos y de los torturados, los recordaremos”, fueron las palabras que esgrimió en castellano el ex líder de la legendaria banda Pink Floyd en un concierto que duró dos horas y media (de 21.15 a 23.45).
Parejas, grupos de amigos y familias de todas las edades se acercaron al barrio porteño de Núñez para asistir a un concierto histórico que ya fue aclamado por una multitud en el mundo, y que si bien vuelve al pasado para traducir el discurso estético del álbum editado en 1979 y hecho película tres años después bajo las órdenes de Alan Parker, anoche estuvo lejos de despertar nostalgia.
Vestido de negro, con una amplia sonrisa blanca y un estado físico impecable, el cantante y compositor inglés impuso el silencio en el estadio no sólo a partir de un deslumbrante despliegue escenográfico, sino también y particularmente a partir de 28 canciones que supo interpretar apelando a diferentes recursos que le permitieron hacer gala de su gran histrionismo.
En ese devenir, el músico entregó sentidas versiones de temas como “Mother” y “Goodbye blue sky”, una dupla que generó uno de los pasajes más íntimos y emotivos del show, acompañados por imágenes en rojo y negro.
El show estuvo dividido en dos partes con un intervalo de 15 minutos- y en el segundo set llegaron clásicos inoxidables como “Hey You”, “Is There Anybody Out There” y “Nobody Home”, donde Waters patea la gigante pared blanca para dar vida a nuevos colores.
Y es el muro, (de 76 metros de largo por 23 de alto), el corazón de esta performance, el que según la ocasión funciona como pantalla gigante, el que simplemente como una pared que oprime y que impide ver a la banda, y el mismo que permite transmitir el mensaje de esta ópera de rock sinfónico y del disco más vendido de los setenta.
“In The Flesh”, “Another Brick in The Wall Part I”, “Empty Spaces” y “The Show Must Go On” también se destacaron en una extensa lista con la que Waters impuso el silencio en la audiencia y los aplausos y que le permitió revivir una obra conceptual memorable en una noche que exigió atención y compromiso.
En 15 años el músico visitó al país en tres ocasiones y si bien siempre fue bien acogido por los argentinos, este año desató un fenómeno poco habitual: regresará al Monumental mañana, el 10, el 12, el 14, el 15, el 17, el 18 y el 20 de este mes para así dar forma a una seguidilla de recitales que lo convierte en el artista con mayor poder de convocatoria de todos los tiempos.
Atemporal y sostenido en una obra aún vigente, Waters volvió a capturar la atención del público argentino.