Es difícil superar la tentación de criticar despiadadamente a Diego Maradona, en su tiempo indiscutido mejor jugador del mundo y uno de los mejores de todos los tiempos, hoy improvisado DT con más dudas que certezas. Pero el fútbol ha enseñado desde todos los tiempos que las críticas apresuradas pueden volverse en contra de quien las manifiesta. Acá lo más importante es que a la selección Argentina le vaya bien en el Mundial (en otra oportunidad se analizará que significa esto). Hoy el tema es la lista de 30 convocados, de la cual quedarán solo 23 el próximo 1º de junio. Y dentro de ese contexto algunas presencias y varias ausencias dejan un espacio abierto para la sorpresa. Mucho más en estos tiempos en donde se habla de complot organizado por el Diez para echar al Coco Basile, y que significó el alejamiento definitivo de Juan Riquelme, al menos, mientras Maradona sea el DT de la Selección. Y aplicando la misma vehemencia que puede sentirse por no ver en la lista de 30 jugadores a Zanetti, Cambiasso o Gabriel Milito, y sí encontrar a Pozo, Insaurralde, Garcé y al chico Blanco, puede afirmarse que es más fácil creerle a Ribolzi cuando dice «el técnico de la selección es una basura que no tiene dignidad», y al hijo del mismo Coco cuando habla de traición a su padre. A lo sumo se busca una razón (con un dejo de tristeza) que parece justificar cualquier acto: Y…es Maradona.