¡Eterno Matador Kempes! ¡Gloria total para el equipo del Flaco! ¡Argentina campeón del Mundo carajo! Luego de unas cuantas frustraciones, faltazos y algún que otro papelón, Argentina por fin logró coronarse en el Mundial que organizó en 1978, en plena dictadura militar y en medio de un clima político, social y económico que serán recordados por siempre como los años más oscuros que le tocó vivir al país.
De la mano de César Luis Menotti, un hombre que supo cambiar la mentalidad del fútbol local, y con un grupo de jugadores capitaneados por Alberto Passarella y la potencia goleadora de Mario Alberto Kempes, la Albiceleste se erigió como el mejor equipo de todos en un certamen que no estuvo exento de polémicas.
Es que el histórico 6-0 a Perú con el que Argentina se adjudicó el pase a la gran final ante Holanda, para muchos fue un fraude total. Lo cierto es que el elenco de Menotti fue una aplanadora esos dos últimos partidos y luego de triturar a los sudamericanos (con o sin arreglo), en el partido decisivo superaron con autoridad 3-1 a un combinado holandés que llegaba nuevamente como gran favorito a pesar de no contar con su gran figura Johan Cruyff y que al igual que en la cita anterior celebrada en Alemania, una vez más perdió el partido que no tenía que perder.
El fútbol criollo tuvo así su merecido reconocimiento a nivel mundial, ya que desde la época amateur, cuando fue subcampeón en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam y en el Mundial de 1930, que venía amagando con dar el salto de calidad, que finalmente llegó bajo la conducción del Flaco.
Menotti comenzó a demostrar que hubo un antes y un después de su gestión cuando comenzó a trabajar con seriedad y parte de su filosofía fue confirmar con debido tiempo a los jugadores que iban a participar de su ciclo.
Aquellos jugadores citados en 1975 cuando asumió fueron prácticamente los futuros campeones: Ubaldo Fillol, Passarella, Osvaldo Alonso, Leopoldo Luque, Alberto Tarantini, Oscar Ortiz, René Houseman, Américo Gallego, Daniel Valencia, Julio Villa, Rubén Galván, además de Hugo Gatti, Daniel Ludueña y Jorge Carrascosa (el único que luego renunciaría a la convocatoria).
El 25 de junio de 1978 fue el día señalado para la consagración, en un Monumental de Núñez repleto que deliró con el doblete del Matador Kempes, goleador y figura de un Mundial que se tiñó de celeste y blanco.
El entrenador campeón: César Luis Menotti (Argentina)
El Flaco fue el hombre que le cambió por completo la mentalidad al fútbol argentino, estudiando y perfeccionando la escuela holandesa que había brillado en Alemania 74. Al año siguiente también volvió a coronarse al mando del Sub 20, con un tal Diego Armando como figura.
Goleador y figura: Mario Alberto Kempes (Argentina)
El Matador fue la gran figura y también el goleador que tuvo la Albiceleste en su primera coronación mundialista. El delantero oriundo de la pequeña localidad cordobesa de Bell Ville llegó a la gran cita en el mejor año de su carrera: venía de marcar 40 goles en 46 partidos con la camiseta del Valencia, a donde había llegado tras su impresionante paso por Rosario Central, club del que todavía es el máximo artillero con 97 conquistas en 123 partidos. Dueño de un potencia arrolladora, Mario terminó el Mundial con 6 tantos, dos de ellos en la gran final.
El ausente: Johan Cruyff (Holanda)
Durante muchos años se decía que el genial volante holandés se negó a venir como protesta a la dictadura militar que gobernaba en Argentina: y algo de eso hubo, ya que meses antes su familia fue atada y amenazada de muerte por enmascarados en su propia casa.
La curiosidad
César Luis Menotti quedó en la historia como el hombre que jerarquizó a la selección como una verdadera institución dentro del fútbol argentino. El título en el Mundial 78 fue la consecuencia de un plan integral elaborado a raíz de sus ideas y al aporte de uno de sus maestros, el yugoslavo Rodolfo Kraly, con quien estrechó vínculos (pese a conocerlo de antes) cuando lo tuvo como profesor de Técnica y Estrategia en la escuela de técnicos de la Asociación de Fútbol Argentino. Antes de presentar su proyecto, el Flaco lo pulió con Kraly y le pidió que se quedara a colaborar con él durante los primeros años de selección de jugadores.