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Y que siga la milonga

El Centro Cultural 1380 reabrió sus puertas tras una intensa lucha que libraron los organizadores contra su clausura, considerada “injusta” por los milongueros, que ayer volvieron a la pista.

La milonga “1380” logró su objetivo y sigue funcionando gracias a la intensa lucha que se libró en las últimas dos semanas. La asamblea que coordinó esta pelea por el espacio logró hacerse escuchar y el Centro Cultural 1380 abrió sus puertas ayer, luego de una decisión judicial que ordenó levantar la clausura del lugar.

Leonel Capitano, profesor de canto del Centro, contó que “la movida fue impulsada y organizada por la gente que hace del espacio su propio espacio, no sólo por los profesores. Son casi mil personas las que se acercan semanalmente a 1380 y ninguno quiso quedarse afuera”.

 

El Centro Cultural 1380 fue, en un principio, una casa donde un grupo de amigos se juntaba a cantar y bailar tango. Con el paso del tiempo se transformó en lo que es hoy: “Un espacio cultural que trabaja por la exaltación y difusión de la cultura del tango en todas sus formas, y que ha acercado este género a cientos de jóvenes e impulsado el desarrollo de múltiples actividades artísticas”.

 

Durante un viaje un tanto bohemio por Europa, estos chicos trabajaron cantando y bailando tangos. Con el dinero que ahorraron lograron abrir el Centro Cultural. A partir de entonces consiguieron que gente joven y el tango se integren, demostrando, así, que entre ellos no hay ninguna barrera. Según cuenta Leonel, “consideramos al tango como una forma de resistencia, de rebeldía, ya que éste fue un género víctima del imperialismo cultural”.

 

Más allá de las buenas intenciones que hayan tenido los organizadores del espacio, no todo fue, ni es, fácil: desde su apertura, el Centro recibió innumerables inspecciones, hasta tres por día. “Sentimos, siempre, que están buscando una excusa para clausurarnos”, manifiestan ellos. 

 

Según sostienen, las denuncias podrían venir de un vecino, administrador de uno de los edificios linderos con el centro cultural y que, ellos consideran, estaría interesado en el inmueble para la construcción de una nueva torre.

 

La última inspección, que derivó en el cierre del espacio, consistió, según cuenta Leonel, en una “errónea toma de decibeles. Nosotros constatamos con abogados y especialistas, y la inspección fue realizada de manera irregular”, explicó.

 

Esta clausura fue, paradójicamente, la que dio comienzo a una serie de manifestaciones (“movidas” virtuales por Facebook y correo electrónico, y un evento cultural en el que participaron casi 400 personas), en las que no sólo se peleó por la permanencia del lugar, sino que estuvieron atravesadas por una causa aún más grande y más justa: la causa cultural. Además, se contó con el apoyo de la Secretaría de Cultura de la ciudad.

 

Pero ésta ya es historia pasada. Quienes hacen 1380 están dispuestos a tomar las medidas necesarias para que la situación no se repita. Y mientras tanto invitaron a festejar, a volver a crear el espacio, a seguir apropiándoselo entre todos para que su crecimiento siga siendo una realidad.

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